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España España · san sebastian
Voto de Izeta:
6
Bélico Durante la Guerra de Corea (1950-1953), un teniente norteamericano curtido en cien batallas intenta reunir a los supervivientes de su batallón y llevarlos al cuartel general. Por otra parte, un hostil y poco respetuoso sargento de otra compañía quiere conducir a su coronel, agotado por el combate, a un sitio seguro. (FILMAFFINITY)
6 de agosto de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película de guerra que sé que no volveré a ver.
Un drama honesto, crudo y desesperanzador de la visión de la guerra, de los hombres que combaten en ella más bien, a los que Mann despoja de toda heroicidad y misticismo para enfrentarnos a su realidad más descarnada y derrotada en un sinsentido existencial.
Realizada con un bajo presupuesto, nos presentarán la trayectoria que ha de cubrir una patrulla perdida, que ha quedado aislada dentro de las líneas enemigas en la guerra de Corea, hasta alcanzar determinada colina base del regimiento americano, que representa la salvación, en una odisea desesperada y angustiosa de lucha por la supervivencia.
Narrada de un modo muy austero, Mann se centra más en describir a los personajes, seres moralmente ya destrozados, enfermos, ni saben ni creen en lo que hacen, sólo quieren sobrevivir, salir del apocalipsis, miedo, fatiga y dolor, la muerte acecha en cada matorral, en cada hondonada, un paisaje desolador cubre la película que viene a representar muy bien el paisaje interior de soledad en el que se hallan estos hombres.
La colina tiene mil ojos, el enemigo acecha pero apenas se le ve. La amenaza es mayor, el enemigo invisible. Sólo ocasionalmente se hará notar su presencia. Un bombardeo pautado, campos minados, la radio que no funciona..., todo se habrá conjugado para convencer a nuestros hombres de que la muerte viaja con ellos y que ya no queda nada más.
Con excelentes diálogos y buen retrato diferenciado de cada uno de los personajes, algunas relaciones entre ellos van a resultar muy conmovedoras, como la que se desarrolla entre el coronel Robert Keith y Aldo Ray, una relación extraña paternofilial que va a resultar bastante interesante.
También será curiosa la que se forme entre Ray y Robert Ryan, el teniente, una relación de antipatía profunda, casi de odio diría yo pero que, sin embargo, se revelará necesaria para conducir la travesía a buen puerto.
"Que Dios nos ayude si tenemos que recurrir a hombres como usted para ganar la guerra".
Algo así le espeta Ryan a Ray cuando éste último dispara por intuición sin esperar ni cerciorarse de contra quién dispara.
"Primero disparo y luego pregunto", observa Ray, en la amarga constatación de que él es el verdadero soldado superviviente de cualquier guerra, el que termina teniendo razón, el que ganará la guerra porque apenas es humano, sólo se guía por el instinto, como los animales, excepto para su querido coronel al que cuida como a un padre.
Otras relaciones y escenas también nos serán mostradas desde la veracidad y la honestidad, el miedo, la cobardía, el cansancio, incluso entre el propio enemigo que en las ocasionales escenas que los muestran también nos los presentan como seres perdidos que luchan sin saber por qué.
Un cine pausado, lento, de escenas largas y con muchos silencios. Puedo entender que la consideren una gran película de guerra porque es reflexiva y nada complaciente pero no es mi tipo de cine y dudo que quiera volver a acercarme a ella.
Para amantes del cine bélico o antibelicista en la verdadera acepción de la palabra.
Izeta
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