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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
9
Drama Diciembre de 2012. Tras cuatro meses de cautiverio en Siria, dos periodistas franceses son liberados. Gabriel, el más joven, tiene algo más de 30 años. Después de pasar chequeos médicos y contestar a muchas preguntas, puede estar con su familia y su novia. Transcurren unas semanas, e incapaz de encontrar un rumbo a su vida, decide ir a Goa, donde creció. Allí conocerá a Maya.
8 de julio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver el tráiler y leer un poco acerca de lo que "Maya" creí que ofrecía, no me hizo click y no parecía que valiera la inversión de tiempo y dinero necesaria para verla en pantalla grande. Presentía algún tipo de obra menor o perdigonazo de corto alcance. Nos es mentira que en el fondo laten las muy conocidas notas del típico periplo espiritual por la India en busca de paz interior y demás. El pasado viernes, tras verla, afirmo que me equivoqué y acerté al mismo.

Acerté porque efectivamente también reparte esas dosis de exotismo y espiritualidad oriental, pero a fin de cuentas, entre estos personajes, no hay ningún gurú o un guía espiritual. No hay ninguna gran epifanía que todo lo ate y harmonice. En verdad son sujetos propios de la globalización, que viven en un sitio y viajan a otro a estudiar, deben lidiar con la especulación inmobiliaria y los problemas surgidos en el negocio, los temas que abordan son comunes y en ningún momento parecen recurrir a deidades y ritos antiguos para resolver sus conflictos. Sí, los paisajes de la India contrastan con el entorno del personaje, la forma de vida recuerda a la de cualquier resort turístico playero, aunque terminas por comprender que eso se debe a que el punto de vista adoptado por Mia Hansen-Løve sencillamente intenta ajustarse a su realidad, que ofrecer los mismos tópicos turísticos o impostar una mirada autóctona sería igualmente artificial.

En "Maya" la excelente directora francesa nos habla de forma muy oblicua acerca de la globalización. Kolinka interpreta a un periodista que ha sido secuestrado en Siria por lo que se intuye es el ISIS y cunado regresa es imposible que pueda reincorporarse a la vida social corriente en París porque sencillamente en su naturaleza no figura una rutina diaria en una gran ciudad. Algo en su pasado, en los valores inculcados, le hacen adoptar un fuerte compromiso ético que a fin de cuentas no reporta resultados visibles y palpables, al contrario, pasado el tiempo parece que ha perdido el rumbo y no es sencillo mantenerse en ese raíl escogido. Su drama es que precisamente ya se ha hecho tanto a esa forma de vida que al final no puede escapar de ella. Está por supuesto su deseo de hacer visible los problemas ajenos, pero también el sentimiento de culpa por todos aquellos que han quedado atrás, como el tercer reportero franco-americano, que encarnan esa imposibilidad de rendirse y olvidarse.

Así, a lo largo de la narración, vemos a un personaje que no ofrece grandes mensajes y explicaciones, y que navega con la brújula estropeada. Su reencuentro con su madre, activista de una ONG que ayuda a niños de la calle en Bombay, sirve para completar otro ángulo de ese compromiso ético, que en absoluto está harmonizado con el suyo y no hace más que añadir más incertezas a su pensamiento. Parece casual, algo que cae de pasada, y sin embargo a mí me parece que también ahí se apunta algo acerca del individualismo de la cultura occidental, como incluso con posiciones más o menos cercanas, parece difícil concordar y como al final parece más sencillo admitir la falta de conexión y obviar lo que une por encima de lo que separa. Ni siquiera los vínculos familiares tienen demasiado tirón. A pesar de las bellas imágenes, se ofrece un clima moral bastante pesimista, en la que incluso lo que se siente como una hermosa e incipiente historia de amor parece imposible.

Sí, las sensacionales y sensuales imágenes de Hélène Louvart, que como siempre es capaz de combinar la amplitud con la precisión, ofrecen cierto abrigo y consuelo, sin embargo en el interior los personajes parecen derivar hacia un callejón sin salida. La globalización vista por Hansen-Løve es un escenario de soledad ontológica, azotado por conflictos derivados por variopintos intereses económicos (petróleo, inmuebles), que pueden afectar de formas muy distintas, y donde la memoria nacional y personal se disuelven sin remedio y sin estruendo. Las alegrías y satisfacciones existen, aunque no son sólidas o duraderas.

Ya desde "Tout est pardonné", su primera obra, Hansen-Løve me pareció no sólo una excelente perfiladora de personajes y escritora de escenas cargadas de naturalidad, también alguien que posee un gran oído para los temas musicales y con un instinto excelente para colocarlas en el momento más oportuno. En "Maya" esto se confirma cuando se hace sonar el "Distant sky" de Nick Cave, que condensa con gran belleza y contención todo lo propuesto por la historia, ese clima de desolación, de observar en la distancia un gran cielo dónde ya no hay dioses en los que confiar, carente ya de referencias. Por eso mismo digo que aquél día que escogí no verla en una pantalla de cine erré el tiro.
Jean Ra
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