Coincido en las críticas que acusan a esta película de cierta frialdad y falta de tensión narrativa. El ansia por conseguir un realismo cuasi documental no deja a los personajes rascar el esmalte que oculta sus pasiones y sentimientos, dejando a la larga un cierto aire de indiferencia en el espectador ante lo que está viendo.
Gran parte de la carga argumental es mérito del autor de Crimen y castigo, es decir las motivaciones que llevan al personaje principal a llevar el tipo de vida que lleva, pero ni por asomo se acerca al insalubre y febril existencialismo nietzscheano del protagonista de la novela.
También posee esta película virtudes que merecen su visionado, como las escenas en las que lleva a cabo sus pequeños hurtos, algunos exitosos, otros llenos de temor y sospecha e incluso otros patéticos y humillantes.