"Los profetas son la encarnación del Mal, aún profetas, pájaros o demonios, por el cielo que cubre nuestras cabezas, por el Dios al que adoramos...".
No son héroes, van arrastrando con gran melancolía una sabiduría que rechazan sin dudar, pues les consume hasta en lo más profundo de su ser.

Por esto un profeta puede formar parte del marco de protagonistas que pueblan las novelas de Stephen King, ya que reúnen todas las condiciones para no ser vistos como héroes, sino como seres poseedores de un gran poder apartados de la sociedad precisamente por la existencia de éste; "The Dead Zone", una de sus primeras obras, es la perfecta muestra de ello. Cuando "Carrie" fue llevada a la gran pantalla se desató una fiebre por adaptar sus trabajos; el que aquí nos atañe formó parte de un complicado proceso en el seno de la industria cinematográfica, iniciado poco después de su publicación en 1.979.
Un borrador de Jeffrey Boam iría cambiando de manos hasta llegar a las del productor Dino de Laurentiis, a quien no convenció pidiendo al propio King una nueva adaptación, también rechazada. Con Debra Hill en el proyecto junto a un David Cronenberg recién salido de la ardua producción de "Videodrome", y que cubría los puestos de los expulsados Stanley Donen y John Badham, se recurrió de nuevo a Boam, en lo que fue un trío ejecutivo revisando la historia a conciencia antes de iniciar el rodaje; como en toda adaptación de una novela del autor, el guión final, revisado a seis manos, dejaría a un lado (sin más remedio, ya que consta de más de 400 páginas) muchos elementos, personajes y sucesos que daban a "The Dead Zone" una dimensión más profunda y dramática.

Cambios que el lector puede apreciar desde el mismo principio con la supresión del extraño prólogo que ofrecía King, empezando el film con la noche en que el acomodado y apacible profesor John Smith ve su vida hecha pedazos en un accidente de tráfico que le deja en coma por cinco años. Sin trabajo, sin su novia Sarah, con la que se iba a casar, y sin sus piernas...pero John parece haber ganado algo tras la desgracia: un poder psíquico especial que le permite observar el pasado, el presente y el futuro y la oportunidad de cambiar éste. Con precisión narrativa, Cronenberg se mueve raudo en la historia.
Pronto descubrimos que en ella no hay ciencia-ficción, ni fantasía, ni suspense. Hay por encima de todo un inconsolable drama, el de un hombre de existencia abrasada por la desdicha, incomprendido y tratado por los demás como un fenómeno de circo para su beneficio y cuya mente resulta ser una brecha abierta en el tiempo y el espacio, en cuyas fisuras puede penetrar, mientras el mundo se muestra falso y doloroso ante sus ojos; será la propia Sarah la que venga a confirmar esto en una descorazonadora secuencia en la que Johnny se prepara para cenar junto a una familia que no es la suya, que desea con toda su alma, pero que no puede tener.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Christopher Walken se convierte, por obra y gracia de una magnífica encarnación, en el pilar fundamental en el cual se apoyan todas las situaciones (normales y paranormales) y los demás personajes, destacando la presencia de grandes actores como Tom Skerrit, Herbert Lom, Anthony Zerbe y un Martin Sheen histriónico, inquietante y de lo más detestable. Michael Kamen se pone al frente de una banda sonora aceptable en sustitución de Howard Shore, eterno colaborador de Cronenberg.
Éste, por otro lado, se separa de su habitual estilo facturando una obra de atmósfera enrarecida y sombría cuyo motor no es sino la motivación y sentimientos de los personajes y la radiografía, ácida a más no poder, de esa América profunda y bienpensante a través de sus anomalías. Un éxito a medias; a los más puristas no les entusiasmó, la taquilla respondió con unas buenas pero no escandalosas cifras, la mitad de la crítica se deshizo en halagos por el trabajo del cineasta y al parecer Stephen King estuvo encantado.

Hay que decir que, de todas las adaptaciones de sus novelas, y más aún de las realizadas en la década de los '80, la de "The Dead Zone", pese a sus muchos fallos, es una de las más eficaces.