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Voto de Chris Jiménez:
3
Ciencia ficción. Terror Cuando Sam Phillips, un padre de familia normal y corriente, desaparece sin dejar rastro, sólo su hijo Tony sabe que lo hizo después de que un gran destello apareciera en el cielo. Pero cuando Sam reaparece tan súbitamente como se había ido, Tony sabe que algo ha cambiado y que ya no es un ser humano. A medida que el cuerpo de Sam se va deteriorando, por culpa de un extraterrestre oculto en su interior, su hijo se da cuenta de que debe ... [+]
18 de septiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La semilla implantada en la ciencia-ficción por el alienígena de Ridley Scott da sus primeros frutos rápidamente, y "La Cosa" puede ser el hijo que mejor mantiene la compostura, aunque todos ellos poseen un carisma único.

En esas fechas surgen otras criaturas, de formas raras, nombres e historias difíciles de comprender; y cuando Carpenter está saboreando el fracaso comercial de la suya, llega el sr. Harry Davenport con algo que se ha engendrado en el subsuelo del género. Este inglés no viene de la nada, sino de una longeva carrera en la industria donde desde muy joven ha adquirido conocimiento como asistente de dirección y guionista; hacía algún tiempo que estrenó su debut, un "psycho-thriller" de explotación sucio, barato y al estilo de la época ("Whispers of Fear"), pero se ve que le atraía la ciencia-ficción con pedigrí extraterrestre, sin duda inspirado por lo que acababa de hacer el genio nativo de New York.
Mark Forstater brindó a aquél de una moderada financiación y presentó a Robert Shaye, jefe de la New Line Cinema pre-"Pesadilla en Elm Street", asegurándose así la distribución en EE.UU., por mucho que éste no confiara en el producto que iba a tener en las manos (y era lógico...). Curioso pues nadie adivina por qué clase de derroteros se aventurará "X-tro" teniendo en cuenta lo clásico de su inicio; en la campiña británica un padre (Sam) y su hijo (Tony) jugando con el perro mientras la madre (Rachel) se marcha en coche, y atrás una bonita mansión. Cualquiera diría que esto lo ha rodado Spielberg, incluso cuando aparecen los primeros destellos en el cielo, incluso cuando el padre es "tomado" por ellos y se evapora.

Pero la atmósfera se presenta más lúgubre que en su cine en el seno de esa familia cuya madre ha buscado a otro hombre (el fotógrafo de moda Joe) y Tony se ve aún muy afectado por el trauma en forma de terribles pesadillas, o tal vez signos de presagio transmitidos desde no se sabe dónde. Y entramos de lleno en la ficción extraterrestre con una llegada sin aparente relación; ¿será el padre ese monstruo escuálido de rostro horrendo salido del imaginario de Clive Barker? Aun así se disfruta la cutrez "exploitation" rutinaria a la que nos somete el director, cayendo víctima tras víctima en unas escenas ultraviolentas que podrían haber filmado Hooper o Craven, y algo de esencia italiana ("baviana" y "fulciana" sobre todo) se respira en el ambiente; y seremos noqueados con uno de los instantes más antológicos del género...
Cuando una chica es atacada por el asqueroso bicho y deriva en un parto enfocado en plano detalle cuyo ser nacido de su matriz es Sam; Cronenberg disfrutaría viendo esto, y está claro que es otra de las muchas referencias para Davenport, que no se aleja mucho de las atmósferas ásperas y malsanas, los personajes inestables, los entornos humanos inundados de cinismo extremo y sexo y los horrores físicos plasmados con impactantes efectos especiales que distinguen a las obras del canadiense, y atendiendo a detalles la trama de la presente podría ser una versión tergiversada de "The Brood" (sólo intercambiando los roles de los progenitores).

Hasta aquí el drama con tintes de terror: un padre que vuelve a su hogar ocupado por otra presencia masculina donde se masca la tragedia a cada segundo, y una manipulación de la mente del niño que pone los pelos de punta. Y de repente el director nos saca de su película, de un puñetazo a nuestros sentidos; no fue su culpa, sino del dúo de guionistas Iain Cassie/Robert Smith, contratados por Forstater, quien quería llevar a otra dimensión las posibilidades de lo que consideraba una historia floja...y vaya si la llevó. La transmisión padre-hijo da pie a una herencia de habilidades aterradoras, y se lleva a cabo en pantalla sin concesiones para el espectador, quien sólo puede frotarse los ojos en un gesto de asombro e incredulidad.
Lo que era Cronenberg en su enfermiza "sci-fi" psicosexual, simple explotación de monstruos espaciales y criaturas viscosas, influencias de Larry Cohen, de "Shivers", "Encuentros en la Tercera Fase", la también británica "Inseminoid" y las nombradas "La Cosa" y "Alien", de la ultraviolencia y el horror italianos, se tuerce, en una aberrante mueca inesperada, a imaginarios de fantasía delirante sin sentido. Deseos que dan vida a objetos, asesinatos perpetrados por juguetes adelantándose seis años a "Muñeco Diabólico" y mundos irreales muy en deuda con los de Fulci y la mítica "Phantasm"...pero sin ningún tipo de atractivo.

Cuando el payaso de goma adquiere el físico de un enano (como lo oyen) toda la credibilidad ganada a pulso y con esmero se desvanece para no volver; a los sentidos de un servidor les sucedió lo mismo que a la chica rubia: fueron violados por un gran tentáculo alienígena con la intención de impregnar su semen espacial tóxico. Aquí ya no se puede creer en nada, ni en Philip Sayer, Bernice Stegers y la sexy Maryam D'Abo (de la que por cierto me enamoré en "Alta Tensión"), quienes dentro de lo dramático lograban unas decentes actuaciones; lo que se nos abalanza a partir de ese accidente del guión es una absurda locura desatada por alguien que no tiene respeto por su trabajo.
Así lo pensó el director, pensó que era un sinsentido, mal planteado y desarrollado, no todo lo serio y terrorífico que deseaba. Ya no era su película, qué demonios. Su película dura tres cuartos de hora y aguanta bien el tipo; la siguiente mitad es una amalgama de tonterías cercanas al cine "trash" de Fred O. Ray o Ed Wood que dejarían estupefactos a los señores de New Line...y aun así la distribuyeron, y tuvo su público, y aquél se acabó sintiendo orgulloso, no se crean. Tanto que intentó capitalizar su éxito de culto en una serie de secuelas tardías y más aberrantes si cabe.

Pocos títulos de la década y el género (¿género?) llegan a tal nivel de extrañeza y confusión.
Ciertamente una criatura del Espacio Exterior.
Chris Jiménez
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