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Voto de Chris Jiménez:
8
6,4
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Serie de TV. Terror. Intriga
Después de haber estado ausente durante años, el novelista Ben Mears (David Soul) regresa a Salem, su pueblo natal. Buscando inspiración para su nueva novela, se instala en una especie de casa encantada en lo alto de una colina, donde vivió una desagradable experiencia cuando era niño. La casa pertenece al anticuario señor Barlow (James Mason), que ha llegado al pueblo con su ayudante Straker. Cuando los vecinos se van convirtiendo en ... [+]
12 de junio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"¿Qué pretendía volviendo a un pueblo donde había vivido cuando era niño, con el deseo de recuperar algo perdido? ¿Qué magia esperaba encontrar deambulando por unas calles que había recorrido antaño...?".
La magia, como sigue rezando el texto, había desaparecido, "tanto la negra como la blanca". Ahora sólo queda el miedo...
Miedo hasta calar los huesos, eso es lo que transpira "Salem's Lot" a través de sus más de 400 páginas, historia inspirada por un lado en una horrible pesadilla, por otro en un concepto tan interesante como el posible regreso de Drácula al siglo XX, ambos maquinados por la mente demencial de un Stephen King que vivía un momento de incipiente éxito gracias a su debut literario. Su relato de puro horror y una ácida mirada a la situación sociopolítica de la época sobre una comunidad de vampiros la cual poco a poco se iba asentado en las ruinas vivientes de uno de esos pueblos de los profundos EE.UU. también arrasó en ventas y cautivó a la crítica.
Era de esperar una adaptación visto lo bien que funcionó "Carrie". Pensada para el cine, el autor rechazó todos los guiones que iban apareciendo, y lo cierto es que la idea de condensar tal número de páginas con sus correspondientes situaciones y personajes resultaba poco menos que una locura condenada al fracaso; y en un atisbo de inteligencia, Warner Bros. la convierte en proyecto televisivo, administrando el productor Richard Korbitz el presupuesto para una miniserie cuyo libreto de Paul Monash, pese a la infinidad de cambios que entraña, encanta a King.
Por último es contratado Tobe Hooper en los anales de su carrera, donde sigue resonando con fuerza el éxito de su "Matanza de Texas", quien viene a abrir la historia en las tierras mexicanas donde empezaba también el libro, con Ben y Mark huyendo, aunque no sabemos muy bien de qué, pues en este prólogo donde todo ya ha sucedido no hay confesión alguna con ningún párroco. En lugar de eso vamos hacia atrás en el tiempo, al momento en que ese Ben, un álter-ego mal disimulado de King, regresa, en un ejercicio de ajuste de cuentas con sus demonios, al pueblo de su infancia.
El director, que tan bien conoce la morfología rural norteamericana, no podría haber plasmado en pantalla un Jerusalem's Lot mejor; puro King lo que desprende esta atmósfera de calor agobiante, frustración sexual, desconfianza perpetua, crueldad, celos y cinismo, todo ello bien escondido bajo el calor de las chimeneas, en los hogareños rincones. La Peyton Place de De Repentigny y prefiguración de Twin Peaks, retocada con los tonos ásperos de la fotografía de Jules Brenner que capta Hooper, construyendo el suspense no por medio de un ritmo enfermizo como en sus films previos, sino minuciosamente, a lo Carpenter, siguiendo el espíritu de la novela, lo que es un gran paso para él como cineasta.
Dividida en dos arcos argumentales, la miniserie basa toda la estructura del primero en presentarnos a sus múltiples personajes secundarios, que tendrán su importancia alrededor de la llegada de Ben (encarnado por el Hutch de la famosa serie, David Soul, quien realiza un solvente papel). El texano maneja el suspense y el retrato personal como un maestro durante largas secuencias de suaves movimientos, la mayoría plagadas de diálogos, e imprime su toque mordaz en lugar de profundizar en la escabrosidad de los diferentes sucesos que atañen a los lugareños (cosa lógica, por otra parte, ya que esto era un producto para televisión...).
Algunos desaparecen, otros se combinan, sin olvidarse el romance entre Susan (una jovencísima y siempre preciosa Bonnie Bedelia) y el torturado protagonista, a cuyos recuerdos de la infancia no accedemos en esta ocasión (al menos no con el lujo de perturbadores detalles que sí nos daba King), recuerdos íntimamente relacionados con la mansión Marsten que se asienta sobre el lugar y que, cual palacio de cuento que alberga un ser infernal o como la aterradora casa de la ladera de Norman Bates, todo lo controla y entre sus paredes contiene la esencia misma del Mal, dispuesta a extender en el momento más imprevisto.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
El resultado, pese a todos estos cambios, es el de un éxito rotundo, significando una enorme influencia para el subgénero de vampiros, y sobre todo para esas futuras adaptaciones de las novelas de King que están a punto de explotar a partir de iniciarse la década de los '80.
Es, también, parte vital de la trilogía de obras maestras del cineasta, junto con "La Matanza de Texas" y "Poltergeist".
La magia, como sigue rezando el texto, había desaparecido, "tanto la negra como la blanca". Ahora sólo queda el miedo...
Miedo hasta calar los huesos, eso es lo que transpira "Salem's Lot" a través de sus más de 400 páginas, historia inspirada por un lado en una horrible pesadilla, por otro en un concepto tan interesante como el posible regreso de Drácula al siglo XX, ambos maquinados por la mente demencial de un Stephen King que vivía un momento de incipiente éxito gracias a su debut literario. Su relato de puro horror y una ácida mirada a la situación sociopolítica de la época sobre una comunidad de vampiros la cual poco a poco se iba asentado en las ruinas vivientes de uno de esos pueblos de los profundos EE.UU. también arrasó en ventas y cautivó a la crítica.
Era de esperar una adaptación visto lo bien que funcionó "Carrie". Pensada para el cine, el autor rechazó todos los guiones que iban apareciendo, y lo cierto es que la idea de condensar tal número de páginas con sus correspondientes situaciones y personajes resultaba poco menos que una locura condenada al fracaso; y en un atisbo de inteligencia, Warner Bros. la convierte en proyecto televisivo, administrando el productor Richard Korbitz el presupuesto para una miniserie cuyo libreto de Paul Monash, pese a la infinidad de cambios que entraña, encanta a King.
Por último es contratado Tobe Hooper en los anales de su carrera, donde sigue resonando con fuerza el éxito de su "Matanza de Texas", quien viene a abrir la historia en las tierras mexicanas donde empezaba también el libro, con Ben y Mark huyendo, aunque no sabemos muy bien de qué, pues en este prólogo donde todo ya ha sucedido no hay confesión alguna con ningún párroco. En lugar de eso vamos hacia atrás en el tiempo, al momento en que ese Ben, un álter-ego mal disimulado de King, regresa, en un ejercicio de ajuste de cuentas con sus demonios, al pueblo de su infancia.
El director, que tan bien conoce la morfología rural norteamericana, no podría haber plasmado en pantalla un Jerusalem's Lot mejor; puro King lo que desprende esta atmósfera de calor agobiante, frustración sexual, desconfianza perpetua, crueldad, celos y cinismo, todo ello bien escondido bajo el calor de las chimeneas, en los hogareños rincones. La Peyton Place de De Repentigny y prefiguración de Twin Peaks, retocada con los tonos ásperos de la fotografía de Jules Brenner que capta Hooper, construyendo el suspense no por medio de un ritmo enfermizo como en sus films previos, sino minuciosamente, a lo Carpenter, siguiendo el espíritu de la novela, lo que es un gran paso para él como cineasta.
Dividida en dos arcos argumentales, la miniserie basa toda la estructura del primero en presentarnos a sus múltiples personajes secundarios, que tendrán su importancia alrededor de la llegada de Ben (encarnado por el Hutch de la famosa serie, David Soul, quien realiza un solvente papel). El texano maneja el suspense y el retrato personal como un maestro durante largas secuencias de suaves movimientos, la mayoría plagadas de diálogos, e imprime su toque mordaz en lugar de profundizar en la escabrosidad de los diferentes sucesos que atañen a los lugareños (cosa lógica, por otra parte, ya que esto era un producto para televisión...).
Algunos desaparecen, otros se combinan, sin olvidarse el romance entre Susan (una jovencísima y siempre preciosa Bonnie Bedelia) y el torturado protagonista, a cuyos recuerdos de la infancia no accedemos en esta ocasión (al menos no con el lujo de perturbadores detalles que sí nos daba King), recuerdos íntimamente relacionados con la mansión Marsten que se asienta sobre el lugar y que, cual palacio de cuento que alberga un ser infernal o como la aterradora casa de la ladera de Norman Bates, todo lo controla y entre sus paredes contiene la esencia misma del Mal, dispuesta a extender en el momento más imprevisto.
(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)
El resultado, pese a todos estos cambios, es el de un éxito rotundo, significando una enorme influencia para el subgénero de vampiros, y sobre todo para esas futuras adaptaciones de las novelas de King que están a punto de explotar a partir de iniciarse la década de los '80.
Es, también, parte vital de la trilogía de obras maestras del cineasta, junto con "La Matanza de Texas" y "Poltergeist".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El veterano James Mason da cuerpo a Straker de una manera sutilmente escalofriante, como sólo un actor británico podría conseguir; poco a poco un halo de misterio va ganando importancia sobre él y la mansión que acaba de adquirir en compañía de un tal sr. Barlow que todavía no ha aparecido.
Y es que, al poder explayarse Monash (guionista y creador de la versión televisiva de "Peyton Place", para más inri) con el material que tiene en sus manos en lugar de ofrecer un apresurado remedo cinematográfico, todo avanza poco a poco, concediendo su protagonismo a cada uno de los individuos del pueblo.
En especial destacan la subtrama de infidelidad de posible final trágico concedida a Cully, Bonny y Crockett, mientras se esboza un retrato familiar de incomunicación e incomprensión con el pintoresco Mark, muy propio del autor, y una ácida mirada a la incompetencia de la ley y a esa justicia reaccionaria y expeditiva tan característica de los pueblos norteamericanos (figurado ésto a la perfección en el agente Parkins y en el ex-novio de Susan, Ned). El punto de inflexión o de ruptura entre la primera y la segunda parte se sucede a partir de los primeros extraños sucesos.
Esto es: el secuestro de Ralph Glick, a lo que se suma una creciente sensación de amenaza desde la mansión y que viene a rematar la primera aparición vampírica, en ese instante que se puede inscribir entre los más aterradores del género donde el primero visita a su hermano y entra en su habitación desde el ventanal. El de Texas usa todos los medios de los que dispone para modelar unas atmósferas que nos atrapan en su fascinante imaginería cercana al terror gótico de la casa Hammer, a lo cual éste rinde un sentido tributo, en especial a genios como Terence Fisher, Wolf Rilla, Freddie Francis y no poco a Hitchcock o Browning.
Las influencias se hacen cada vez más palpables cuando aumenta el número de víctimas y el terror y el fantástico se van apoderando de la intriga, pero son la paranoia social de "La Invasión de los Ladrones de Cuerpos" y la sombra de Murnau lo que más peso acumula para Hooper y el guión; todo consiste en relacionar la leyenda vampírica con un virus, una epidemia sangrienta de rápida extensión que elimina la conciencia y mantiene "adormecida" a la población (así lo expresarán todos los atacados), y por otro lado en convertir a Barlow, hombre culto, elegante, romántico e incluso despidiendo cierta carga erótica, en un monstruo grotesco al estilo Nosferatu.
Llegado a este tramo "El Misterio de Salem's Lot" es un cuento de oscura aventura, con el monstruo que hay que matar y su pintoresco refugio, y si bien se apuesta por dosis de violencia algo inusuales, el director no se precipita lo más mínimo en su narrativa; al contrario, nos introducirá en un universo de locura, al igual que a sus personajes, como los clásicos hacían, con esmero y paciencia, y nos hará parte de él hasta asfixiarnos en sus entrañas, de horror palpable y auténtico y al mismo tiempo distante y fantástico.
El argumento, por desgracia, olvida a los secundarios rápidamente, reduce la participación de Norton, Burke y el sacerdote Callahan en la lucha contra la amenaza vampírica y se centra en la llevada a cabo por Ben y Mark, ya que los actos de ambos están conducidos por la venganza y el castigo por el trauma sufrido.
El apocalipsis final de la versión literaria queda reimaginado, del mismo modo que ocurrió en la adaptación de "Carrie", en una sucesión de muertes violentas y situaciones angustiosas, sin embargo todo ello está orquestado por un Hooper que comprende el ritmo que se debe imprimir a una historia de terror...
Y es que, al poder explayarse Monash (guionista y creador de la versión televisiva de "Peyton Place", para más inri) con el material que tiene en sus manos en lugar de ofrecer un apresurado remedo cinematográfico, todo avanza poco a poco, concediendo su protagonismo a cada uno de los individuos del pueblo.
En especial destacan la subtrama de infidelidad de posible final trágico concedida a Cully, Bonny y Crockett, mientras se esboza un retrato familiar de incomunicación e incomprensión con el pintoresco Mark, muy propio del autor, y una ácida mirada a la incompetencia de la ley y a esa justicia reaccionaria y expeditiva tan característica de los pueblos norteamericanos (figurado ésto a la perfección en el agente Parkins y en el ex-novio de Susan, Ned). El punto de inflexión o de ruptura entre la primera y la segunda parte se sucede a partir de los primeros extraños sucesos.
Esto es: el secuestro de Ralph Glick, a lo que se suma una creciente sensación de amenaza desde la mansión y que viene a rematar la primera aparición vampírica, en ese instante que se puede inscribir entre los más aterradores del género donde el primero visita a su hermano y entra en su habitación desde el ventanal. El de Texas usa todos los medios de los que dispone para modelar unas atmósferas que nos atrapan en su fascinante imaginería cercana al terror gótico de la casa Hammer, a lo cual éste rinde un sentido tributo, en especial a genios como Terence Fisher, Wolf Rilla, Freddie Francis y no poco a Hitchcock o Browning.
Las influencias se hacen cada vez más palpables cuando aumenta el número de víctimas y el terror y el fantástico se van apoderando de la intriga, pero son la paranoia social de "La Invasión de los Ladrones de Cuerpos" y la sombra de Murnau lo que más peso acumula para Hooper y el guión; todo consiste en relacionar la leyenda vampírica con un virus, una epidemia sangrienta de rápida extensión que elimina la conciencia y mantiene "adormecida" a la población (así lo expresarán todos los atacados), y por otro lado en convertir a Barlow, hombre culto, elegante, romántico e incluso despidiendo cierta carga erótica, en un monstruo grotesco al estilo Nosferatu.
Llegado a este tramo "El Misterio de Salem's Lot" es un cuento de oscura aventura, con el monstruo que hay que matar y su pintoresco refugio, y si bien se apuesta por dosis de violencia algo inusuales, el director no se precipita lo más mínimo en su narrativa; al contrario, nos introducirá en un universo de locura, al igual que a sus personajes, como los clásicos hacían, con esmero y paciencia, y nos hará parte de él hasta asfixiarnos en sus entrañas, de horror palpable y auténtico y al mismo tiempo distante y fantástico.
El argumento, por desgracia, olvida a los secundarios rápidamente, reduce la participación de Norton, Burke y el sacerdote Callahan en la lucha contra la amenaza vampírica y se centra en la llevada a cabo por Ben y Mark, ya que los actos de ambos están conducidos por la venganza y el castigo por el trauma sufrido.
El apocalipsis final de la versión literaria queda reimaginado, del mismo modo que ocurrió en la adaptación de "Carrie", en una sucesión de muertes violentas y situaciones angustiosas, sin embargo todo ello está orquestado por un Hooper que comprende el ritmo que se debe imprimir a una historia de terror...