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Voto de Chris Jiménez:
7
Terror. Intriga Una noche, mientras vuelven a casa, Franco Arno, ciego de nacimiento, y su sobrina Lori son testigos de una siniestra discusión entre un ladrón y un chantajista, que acaba en asesinato. A pesar de su invalidez, Franco colaborará con el periodista Carlo Giordani para desentrañar el misterio que se oculta tras una enrevesada trama de espionaje industrial y crímenes brutales. Ambos parten de una teoría según la cual las tendencias ... [+]
24 de octubre de 2017
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Uno piensa e intuye, el otro ve e investiga, ambos son lo único que tienen para desentrañar un gato de nueve colas, un caso sin solución, de los más escabrosos y complicados de a cuantos ambos se hayan enfrentado...

Puede que muy alta sea su deuda con "Psicosis", "La Caza del Asesino" o "Peeping Tom" en cuanto a la originalidad de su rompedor debut cinematográfico se refiere, pero Dario Argento, lejos de esto, supo establecerse como el definitivo impulsor autónomo y muy capaz de ese tipo alternativo de "thriller" que se venía gestando en Italia desde mediados de la década anterior gracias a pioneros como Riccardo Freda, Renato Borraccetti, Umberto Lenzi, Romolo Guerrieri y por supuesto Mario Bava. Él lo redefinió, estilizó y observó como casi ninguno de los anteriores supo hacer.
Al año siguiente, bajo el auspicio de su padre Salvatore en una cara coproducción con Alemania confecciona con otro genio, Luigi Cozzi, un guión donde el peso de una coherencia narrativa será más apreciable que antes, tanto como la colaboración de un Dardano Sacchetti que de repente se verá excluido de la composición creativa recibiendo unos créditos mínimos y conduciendo esto a una disputa que trascenderá a los medios. Una bonita melodía firmada por Morricone abre un paisaje urbano nocturno, lugar donde habrá de desarrollarse esta historia que empieza a acumular sospechas desde su mismísimo inicio.

El veterano Karl Malden en su papel de Franco determina una de las claves de "El Gato de las Nueve Colas": la importancia vital del punto de vista en relación con la información recibida, y esto adquiere un sentido irónico, malicioso para el director, pues dicho personaje es un ex-periodista que quedó ciego y se guía gracias a su sobrina Lori. El que de repente otro joven periodista (Carlo) se inmiscuya en la trama a raíz del robo en una gran compañía científica no parece un gesto aleatorio del guión; de hecho, al contrario que en "El Pájaro de las Plumas de Cristal" y la inmensa mayoría de "giallos" surgidos en ese momento, toda situación y maniobra argumental está sujeta a una lógica que denota haber sido muy estudiada sobre el papel.
De hecho la película se revela como un "thriller" de estilo clásico y riguroso...tan riguroso que en cierto modo a ojos del fan de Argento podrá resultar menos atractiva que su debut, pese a que los elementos del "giallo" no se abandonan y los crímenes con que se nos deleita (brutales pero menos sangrientos) estarán ejecutados desde los ojos del asesino, una marca de la casa; sin embargo la participación y caracterización de los personajes es de una fuerte precisión: absolutamente todos, incluso los más secundarios, tienen una razón para estar ahí.

A raíz de una secuencia tan memorable como el asesinato del doctor Calabresi en la estación de tren se construye una trama cuyas pistas e incógnitas giran alrededor de los sabuesos reporteros, Franco y Carlo, complementarios de sus acciones, siendo uno los ojos y las piernas de aquel que opera con la mente y el olfato; el director hace del punto de vista del ciego el ojo revelador de la verdad (el asesinato captado por un fotógrafo que no vio la realidad tal como sucedió), una absoluta genialidad donde se vienen a revertir los convencionalismos del "thriller".
Cómo no, hay referencias a Hitchcock (literalmente a "Sospecha") y a otros maestros como Dmytryk, Siodmak (el plano-detalle de rasgos expresionistas sobre el iris del criminal, heredados de "La Escalera de Caracol") o Hawks (tributo directo a "El Sueño Eterno"), sin olvidarse de Bava; aunque las influencias de éste en el aspecto formal y estético se ven disminuidas, y es que en "El Gato..." Argento adopta una actitud algo más sobria sobre su estilo y ejecución visual, que gracias al soberbio trabajo de fotografía de Erico Menczer se arropa de tonos suaves con predominancia del negro y el blanco.

Y aun así los disparadores de la tensión actúan con un alto grado de efectividad logrando el impacto sobre el espectador y albergando la narrativa una capacidad apabullante de continua sorpresa (obligatorio del "giallo") al no revelar jamás la identidad del asesino (literalmente no lo veremos en pantalla hasta que lo haga Carlo con sus propios ojos) y dejar que la duda recaiga en todos los secundarios sospechosos, máxime cuando uno de los elementos de la intriga es el estudio que se lleva a cabo en el centro sobre la aparición de un cromosoma (cuando aún se creía eso del XYY en la época) que determina la condición psicótica del individuo.
Así que a nuestros ojos (que son los sustitutivos de los de los protagonistas) todos pueden ser potenciales asesinos, hasta esa Anna encarnada por una Catherine Spaak de extraña belleza, sobre quien se construye una turbia subtrama de falsas identidades (¿cuántas veces serán necesarias alabar el guión de este film?) y cuya autoría criminal no dudamos en adjudicar ya que así lo percibe Carlo. Y así se mantiene el suspense, a flor de piel, sobre secuencias y atmósferas de pura tensión y claustrofobia a las que Argento concede más tiempo de desarrollo de lo que un "giallo" común normalmente haría.

El tiempo, el suspense y su extensión son vitales para que el espectador nunca desconecte de la sensación de peligro y amenaza, algo fácil de apreciar en secuencias que se inscriben entre las mejores de la carrera del romano: la de la leche supuestamente envenenada, todo el frenético clímax final y cuando Carlo queda atrapado en el mausoleo familiar de Calabresi, que siempre me ha puesto el estómago al revés.
Con todas esas bazas, su segundo largometraje siempre se ha mantenido por debajo del primero, incluso aquél lo consideró algo fallido. Permitan que lo dude; estamos ante un ejercicio de sabor clásico resuelto con ingenio, donde ya demuestra pleno dominio de los elementos narrativos y la forma, la obra más "clásica" y por ende infravalorada de un cineasta que aún habría de aportar muchas sorpresas al género...
Chris Jiménez
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