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Voto de Chris Jiménez:
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Thriller. Intriga. Terror
El policía Takabe investiga unos extraños asesinatos. Las víctimas aparecen con una herida de arma blanca en forma de "x" y los culpables son personas totalmente normales sin ningun motivo para haber cometido el asesinato. Takabe empieza a sospechar que algo está influenciando a la gente para matar... (FILMAFFINITY)
26 de octubre de 2018
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kenichi es un hombre que va a descender al inframundo de su propio inconsciente tras haber sido hipnotizado por las palabras del Diablo. Pues el encuentro con él no le cambia, te cambia a ti.
Y es inevitable cuando sus palabras revelan a tu auténtico "yo".
Con una carrera de más de diez años (donde sobre todo destaca "Sweet Home"), Kiyoshi Kurosawa daría el salto definitivo del "V-Cinema" en el que había empleado mucho tiempo, y lo haría, siendo reconocido así a nivel internacional como un maestro del terror psicológico contemporáneo, con el que sería uno de los mejores "thrillers" orientales de todos los tiempos e influencia para la ola de terror que estaba a punto de explotar a finales de esos '90, justo cuando ese cine de suspense habitado por asesinos en serie resultaba una de las apuestas más seguras de cara a la taquilla (eran los tiempos de "Seven", "Copycat", "El Coleccionista de Amantes"...), cuya historia venía gestando el director desde principios de década.
Como no podía ser de otra forma, en "Cure" ya empieza jugando con nosotros: una mujer lee "Barba-azul" ante un doctor, donde ya se nos anuncia que bajo las apariencias hay misterios ocultos, incluso que va a haber un asesino y su víctima será una mujer; de repente, se perpetra el primer crimen, acompañado de una alegre música. Comienzo escorado hacia la extrañeza y enseguida al terror, pero además habitado por un retorcido humor negro que subyace al propio Kurosawa (y más aún empezando con la lectura del clásico de Perrault, que mucho influirá en la historia).
Takabe es el eficiente inspector de policía que ha de encargarse del caso, un hombre con una vida personal insatisfecha y que ha de cuidar de una esposa que padece amnesia progresiva mientras trata de resolver una serie de brutales asesinatos en los cuales la piel de las víctimas ha sido cortada en forma de "X" y no hay ninguna relación aparente entre los culpables. Pero sin duda existe una conexión, y quizá sea Kunihiko Mamiya, un extraño individuo que posee un don: introducirse en la mente de las personas y controlarlas a voluntad...
El individuo aparece en una playa desierta, salido de la nada, deambulando como un muerto vuelto a la vida. Entonces se acerca a la pantalla, hacia nosotros. ¿Quién es?, ¿de dónde viene? La secuencia está poderosamente impregnada de una sensación de agobio que se intensificará cuando el personaje tome partido en la trama; sus palabras, como la sombría atmósfera del film, ejercen un poder que atrapa. Para Kurosawa el ser humano en sí es incapaz de mostrar los sentimientos, encerrados tras un muro de opresión levantado por el entorno social; el objetivo de Mamiya es hacer aflorar al verdadero "yo" a través de la manipulación.
Una forma de terapia, de purga, de cura divina. Takabe reflexiona sobre ello ("¿Y si en el inconsciente de cada uno de los culpables hubiera enterrado un trauma bajo la forma de un odio latente?") ignorando que su propio interior también alberga un tenebroso "yo". El encuentro de Mamiya ante el protagonista en el ecuador del film (casi como el visto en "Seven") vira el esquema de la trama, donde ya la investigación no importa más que la enfermiza relación que se establece entre el asesino y el policía, actuando el primero como el catalizador para arrancar al segundo las perversas pulsiones que se hallan en algún recoveco de su psique.
Este hombre oprimido, incapaz de ser él mismo ("¡Me han enseñado a no mostrar mis sentimientos, incluso a mi mujer!", le espeta en el intenso cara a cara) se sumergirá de forma paulatina en una espiral de locura y descubrimiento íntimo donde la amenaza de lo monstruoso brota desde lo cotidiano convirtiéndose, al ser consciente de sus verdaderos sentimientos, en una perfecta figura de proyección de Mamiya (su tutor inconfesable). Kurosawa logra arrastrarnos, como a Takabe, versión más oscura y fatalista del policía de "En la Cuerda Floja", al interior de un espacio tan implacable como sugerente usando la curiosidad como pretexto.
Éste demuestra gran talento a la hora de distribuir señales ambiguas y crear un clima de conspiración permanente acrecentando la tensión al tiempo que la relación y transmisión entre Mamiya y Takabe y la perturbadora lógica de una intriga que alcanzará su sobrecogedor cenit al mostrar Sakuma la cinta de una vieja sesión de hipnosis donde sucede una irrupción estremecedora y brutal; la "cura" tiene un origen (y es que la primera sílaba del nombre de Mesmer ("me") en japonés se escribe "メ"...como una "X") y seguirá perpetuándose (detallado en Zona Spoiler). De ahí que se derive hacia una conclusión capaz de acoger toda suerte de interpretaciones (al contrario que Fincher, Kurosawa prefiere dejar en incógnita la identidad y los propósitos del "homicida").
Los protagonistas, oscuros, complejos, difuminados de cara al espectador y analizados a cierta distancia, son encarnados por un Koji Yakusho primero comedido y luego sorprendiendo con una actuación sentida y visceral, cara a cara contra un Masato Hagiwara tan hipnótico como desquiciante y repulsivo en la piel de un ser ambiguo, una suerte de John Doe metafísico y fantasma encarnado de un "otro", imagen especular de una pulsión de muerte que no se atreve a revelar su identidad. Tras ellos, unos muy solventes Anna Nakagawa y Tsuyoshi Ujiki, y los conocidos Ren Osugi y Yoshihiro "Denden" Ogata.
La abisal fotografía de Noriaki Kikumura y la absorbente puesta en escena logran unas atmósferas de puro terror capaces de transportarnos a un abismo de misterio e incesante pesadilla; desasosegante paleta de sensaciones las que nos transmite un Kurosawa pleno de facultades.
Poesía macabra con la esencia de la literatura de James Ballard sobre la locura interior y el sometimiento al infierno de la psique, heredera de "El Gabinete del dr. Caligari" y una suerte de versión moderna y torcida del "God Told me To". Una obra maestra del suspense moderno.
Y es inevitable cuando sus palabras revelan a tu auténtico "yo".
Con una carrera de más de diez años (donde sobre todo destaca "Sweet Home"), Kiyoshi Kurosawa daría el salto definitivo del "V-Cinema" en el que había empleado mucho tiempo, y lo haría, siendo reconocido así a nivel internacional como un maestro del terror psicológico contemporáneo, con el que sería uno de los mejores "thrillers" orientales de todos los tiempos e influencia para la ola de terror que estaba a punto de explotar a finales de esos '90, justo cuando ese cine de suspense habitado por asesinos en serie resultaba una de las apuestas más seguras de cara a la taquilla (eran los tiempos de "Seven", "Copycat", "El Coleccionista de Amantes"...), cuya historia venía gestando el director desde principios de década.
Como no podía ser de otra forma, en "Cure" ya empieza jugando con nosotros: una mujer lee "Barba-azul" ante un doctor, donde ya se nos anuncia que bajo las apariencias hay misterios ocultos, incluso que va a haber un asesino y su víctima será una mujer; de repente, se perpetra el primer crimen, acompañado de una alegre música. Comienzo escorado hacia la extrañeza y enseguida al terror, pero además habitado por un retorcido humor negro que subyace al propio Kurosawa (y más aún empezando con la lectura del clásico de Perrault, que mucho influirá en la historia).
Takabe es el eficiente inspector de policía que ha de encargarse del caso, un hombre con una vida personal insatisfecha y que ha de cuidar de una esposa que padece amnesia progresiva mientras trata de resolver una serie de brutales asesinatos en los cuales la piel de las víctimas ha sido cortada en forma de "X" y no hay ninguna relación aparente entre los culpables. Pero sin duda existe una conexión, y quizá sea Kunihiko Mamiya, un extraño individuo que posee un don: introducirse en la mente de las personas y controlarlas a voluntad...
El individuo aparece en una playa desierta, salido de la nada, deambulando como un muerto vuelto a la vida. Entonces se acerca a la pantalla, hacia nosotros. ¿Quién es?, ¿de dónde viene? La secuencia está poderosamente impregnada de una sensación de agobio que se intensificará cuando el personaje tome partido en la trama; sus palabras, como la sombría atmósfera del film, ejercen un poder que atrapa. Para Kurosawa el ser humano en sí es incapaz de mostrar los sentimientos, encerrados tras un muro de opresión levantado por el entorno social; el objetivo de Mamiya es hacer aflorar al verdadero "yo" a través de la manipulación.
Una forma de terapia, de purga, de cura divina. Takabe reflexiona sobre ello ("¿Y si en el inconsciente de cada uno de los culpables hubiera enterrado un trauma bajo la forma de un odio latente?") ignorando que su propio interior también alberga un tenebroso "yo". El encuentro de Mamiya ante el protagonista en el ecuador del film (casi como el visto en "Seven") vira el esquema de la trama, donde ya la investigación no importa más que la enfermiza relación que se establece entre el asesino y el policía, actuando el primero como el catalizador para arrancar al segundo las perversas pulsiones que se hallan en algún recoveco de su psique.
Este hombre oprimido, incapaz de ser él mismo ("¡Me han enseñado a no mostrar mis sentimientos, incluso a mi mujer!", le espeta en el intenso cara a cara) se sumergirá de forma paulatina en una espiral de locura y descubrimiento íntimo donde la amenaza de lo monstruoso brota desde lo cotidiano convirtiéndose, al ser consciente de sus verdaderos sentimientos, en una perfecta figura de proyección de Mamiya (su tutor inconfesable). Kurosawa logra arrastrarnos, como a Takabe, versión más oscura y fatalista del policía de "En la Cuerda Floja", al interior de un espacio tan implacable como sugerente usando la curiosidad como pretexto.
Éste demuestra gran talento a la hora de distribuir señales ambiguas y crear un clima de conspiración permanente acrecentando la tensión al tiempo que la relación y transmisión entre Mamiya y Takabe y la perturbadora lógica de una intriga que alcanzará su sobrecogedor cenit al mostrar Sakuma la cinta de una vieja sesión de hipnosis donde sucede una irrupción estremecedora y brutal; la "cura" tiene un origen (y es que la primera sílaba del nombre de Mesmer ("me") en japonés se escribe "メ"...como una "X") y seguirá perpetuándose (detallado en Zona Spoiler). De ahí que se derive hacia una conclusión capaz de acoger toda suerte de interpretaciones (al contrario que Fincher, Kurosawa prefiere dejar en incógnita la identidad y los propósitos del "homicida").
Los protagonistas, oscuros, complejos, difuminados de cara al espectador y analizados a cierta distancia, son encarnados por un Koji Yakusho primero comedido y luego sorprendiendo con una actuación sentida y visceral, cara a cara contra un Masato Hagiwara tan hipnótico como desquiciante y repulsivo en la piel de un ser ambiguo, una suerte de John Doe metafísico y fantasma encarnado de un "otro", imagen especular de una pulsión de muerte que no se atreve a revelar su identidad. Tras ellos, unos muy solventes Anna Nakagawa y Tsuyoshi Ujiki, y los conocidos Ren Osugi y Yoshihiro "Denden" Ogata.
La abisal fotografía de Noriaki Kikumura y la absorbente puesta en escena logran unas atmósferas de puro terror capaces de transportarnos a un abismo de misterio e incesante pesadilla; desasosegante paleta de sensaciones las que nos transmite un Kurosawa pleno de facultades.
Poesía macabra con la esencia de la literatura de James Ballard sobre la locura interior y el sometimiento al infierno de la psique, heredera de "El Gabinete del dr. Caligari" y una suerte de versión moderna y torcida del "God Told me To". Una obra maestra del suspense moderno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El final de "Cure", como en la gran mayoría de obras de Kiyoshi Kurosawa, está abierto a muchos significados y a generar el debate por su gran ambigüedad.
El peor lugar, ante el film, es el del espectador, aquel que busca a cualquier precio descifrar sus secretos a través de un discurso, un saber, un conocimiento unívoco, ya sea analítico, cinéfilo o filosófico, en cualquier caso ajeno a él, pues sólo rinde cuentas a sí mismo.
Sin embargo, no es susceptible de acoger todo tipo de interpretaciones, por más que se queden en la ronda de las hipótesis y nada más. Conocemos la situación de Takabe, la hemos visto y nos ha hablado de ella; las cuatro paredes de su hogar le mantienen aprisionado, ha de cuidar de una mujer enferma de amnesia que le causa problemas, que no es capaz de comprender ni ayudar y su trabajo no le resulta especialmente gratificante ("¡Es por criminales como tú que mi cabeza está siempre a punto de estallar, mientras los locos como tú se divierten, nosotros, la gente honesta, sufrimos!", grita a Mamiya).
La sociedad no es más que un reducto de hipocresía y maldad, y sólo proporciona incomunicación y soledad al ser humano. Incapaz de arrancarse sus más profundos pesares, Mamiya ve en él a otra víctima para aplicar la "cura", aunque como inspector de policía, Takabe ha sido entrenado para no mostrar sentimientos. El primer encuentro entre ambos resulta ser el punto de inflexión de la historia; el poder de sugestión y control de Mamiya actúa de llave para abrir los candados de la psique del inspector, aunque su resistencia provoca la fascinación del otro.
De este modo, Takabe no será víctima, sino el sucesor del hipnotizador, su discípulo ("Ese agua le tranquilizará, se sentirá bien, vacío...renacerá, como yo", "¿puede escuchar mi voz, inspector? Eso prueba que es alguien especial...puede comprender el verdadero sentido de mis palabras"). Finalmente averiguamos que la "cura", la "X", tiene un origen, y que es necesario lograr que perdure y se expanda; como un virus, un virus curativo (intuyéndose influencias de la celebérrima "Ringu" de Koji Suzuki).
Takabe se halla junto a su mujer en el autobús. Nubes de fondo, éste se encamina hacia su absoluta liberación. Sakuma, tras visitar a Mamiya, es capaz de vislumbrar el interior de Takabe; un mal presagio: tras las apariencias, en el policía se esconde un asesino. Más tarde, Takabe estará sólo en el autobús antes de reencontrarse con Mamiya; ya ha asesinado a su esposa, ya se ha liberado. La transmisión queda completada en el último encuentro entre el inspector y su perseguido, donde el "alumno", por fin desatado, entiende el significado de la "cura" y pasa a ser "maestro".
La esposa de Takabe, muerta y con la señal de la "X" en la garganta, ha sido su primera víctima, pero la camarera será, inconscientemente, el primero de los manipulados por él. Según Kurosawa la secuencia era mucho más extensa y se mostraba a dicha camarera cometer el asesinato contra su jefa, que anteriormente le susurra al oído; sin embargo prefirió cortar la secuencia antes de suceder ésto y dejarlo todo a la libre interpretación del espectador.
La "cura" se seguirá extendiendo, la misión nunca acabará, pues son muchos los seres humanos reprimidos por la sociedad que deben liberar a su verdadero "yo". Conclusión amarga y confusa, de algún modo preámbulo del final apocalíptico de "Kairo".
El peor lugar, ante el film, es el del espectador, aquel que busca a cualquier precio descifrar sus secretos a través de un discurso, un saber, un conocimiento unívoco, ya sea analítico, cinéfilo o filosófico, en cualquier caso ajeno a él, pues sólo rinde cuentas a sí mismo.
Sin embargo, no es susceptible de acoger todo tipo de interpretaciones, por más que se queden en la ronda de las hipótesis y nada más. Conocemos la situación de Takabe, la hemos visto y nos ha hablado de ella; las cuatro paredes de su hogar le mantienen aprisionado, ha de cuidar de una mujer enferma de amnesia que le causa problemas, que no es capaz de comprender ni ayudar y su trabajo no le resulta especialmente gratificante ("¡Es por criminales como tú que mi cabeza está siempre a punto de estallar, mientras los locos como tú se divierten, nosotros, la gente honesta, sufrimos!", grita a Mamiya).
La sociedad no es más que un reducto de hipocresía y maldad, y sólo proporciona incomunicación y soledad al ser humano. Incapaz de arrancarse sus más profundos pesares, Mamiya ve en él a otra víctima para aplicar la "cura", aunque como inspector de policía, Takabe ha sido entrenado para no mostrar sentimientos. El primer encuentro entre ambos resulta ser el punto de inflexión de la historia; el poder de sugestión y control de Mamiya actúa de llave para abrir los candados de la psique del inspector, aunque su resistencia provoca la fascinación del otro.
De este modo, Takabe no será víctima, sino el sucesor del hipnotizador, su discípulo ("Ese agua le tranquilizará, se sentirá bien, vacío...renacerá, como yo", "¿puede escuchar mi voz, inspector? Eso prueba que es alguien especial...puede comprender el verdadero sentido de mis palabras"). Finalmente averiguamos que la "cura", la "X", tiene un origen, y que es necesario lograr que perdure y se expanda; como un virus, un virus curativo (intuyéndose influencias de la celebérrima "Ringu" de Koji Suzuki).
Takabe se halla junto a su mujer en el autobús. Nubes de fondo, éste se encamina hacia su absoluta liberación. Sakuma, tras visitar a Mamiya, es capaz de vislumbrar el interior de Takabe; un mal presagio: tras las apariencias, en el policía se esconde un asesino. Más tarde, Takabe estará sólo en el autobús antes de reencontrarse con Mamiya; ya ha asesinado a su esposa, ya se ha liberado. La transmisión queda completada en el último encuentro entre el inspector y su perseguido, donde el "alumno", por fin desatado, entiende el significado de la "cura" y pasa a ser "maestro".
La esposa de Takabe, muerta y con la señal de la "X" en la garganta, ha sido su primera víctima, pero la camarera será, inconscientemente, el primero de los manipulados por él. Según Kurosawa la secuencia era mucho más extensa y se mostraba a dicha camarera cometer el asesinato contra su jefa, que anteriormente le susurra al oído; sin embargo prefirió cortar la secuencia antes de suceder ésto y dejarlo todo a la libre interpretación del espectador.
La "cura" se seguirá extendiendo, la misión nunca acabará, pues son muchos los seres humanos reprimidos por la sociedad que deben liberar a su verdadero "yo". Conclusión amarga y confusa, de algún modo preámbulo del final apocalíptico de "Kairo".