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Voto de Chris Jiménez:
7
Western Dos hombres salen de la cárcel de Arizona en 1898 y se dirigen a una pequeña ciudad de mineros en busca de oro y venganza. Un remake en versión western de "La jungla de asfalto".
26 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un tesoro de incalculable valor escondido en las montañas. Dos hombres que se unirán para hacerse con él pese a las desaveniencias del destino, que parece jugar en su contra todo el tiempo. Una gran aventura en la que se verán enfrentados la amistad, la traición, el amor y, sobre todo y por encima de todo, el dinero.

Aunque la década dorada del sagrado cine del Oeste estaba tocando a su fin todavía quedaba tiempo para que en el panorama cinematográfico apareciesen un buen puñado de obras; en concreto el año 1.958 se vería adornado con algunas tan memorables para el mismo como "Horizontes de Grandeza", de las mejores de William Wyler, o "El Hombre del Oeste", sin olvidar otros títulos igual de efectivos ("Del Infierno a Texas", "El Vengador sin Piedad", "El Zurdo" o "Terror en una Ciudad de Texas"). En aquel año el artesano Delmer Daves daría también al "western" un par de trabajos que sin duda merecen ser recordados.
Uno fue "El Cowboy" y el otro el que nos ocupa, producción de Aaron Rosenberg para la MGM cuyo guión firmado por Richard Collins ("Motín en el Pabellón 11", "La Mujer Serpiente") adaptaba en realidad una de las más celebradas novelas de William R. Burnett, "The Asphalt Jungle", ya llevada al cine por John Huston (respaldada, para más inri, por la misma productora) y convirtiéndose en una de las películas imprescindibles y más influyentes del cine negro y de criminales; sin embargo el guionista trasladaría todo ese universo "noir" junto con sus códigos a los dominios del "western".

Collins inicia la historia en las profundidades de la cárcel territorial de Arizona y Daves plasma con dureza la violencia de la narrativa en un áspero prólogo donde ante todo queda patente la fuerza bruta de la que se sirven los guardianes de la ley y la muerte como única solución para huir de ellos. El personaje del Erwin Riedenschneider de Burnett se transforma aquí en un inteligente y apuesto ingeniero llamado Peter Van Hoek apodado "Alemán", encarcelado por un robo que no cometió y quien prepara un plan de complejo entramado: asaltar una mina propiedad de la hermana de aquél que le tendió la trampa y venderle el tesoro al cuñado de éste.
Al mismo tiempo John, un hombre que compartió presidio con Hoek, llegará al mismo pueblo de Arizona que será el escenario primordial de los acontecimientos que van a desarrollarse; el argumento es fácil de seguir y adivinar y nada hará suponer al espectador que ambos individuos no se aliarán para trabajar juntos en el espectacular robo (de hecho Collins respeta la premisa de la obra de Burnett y el dúo se convierte en un trío). Entre tanto, una especie de subtrama entre John y una mexicana llamada Anita hará escorarse al film del lado del drama y el romance.

Esta intromisión provoca además la inesperada desmitificación de dicho personaje masculino, quien en un principio parecía caer en el estereotipo. Daves abre una brecha cada vez que Anita y John se encuentran, otorgando a éste una profundidad psicológica que no se halla en Peter y dotando a su película de un aire de melancolía, tristeza y, por qué no decirlo, oscuridad; mientras, nos plantea reflexiones sobre la soledad, la huella del oscuro pasado y la muerte y la dolorosa verdad bajo las apariencias (no tarda en desvelarse la verdadera condición de Anita y la refinada y elegante Ada), sin olvidarse de lanzar una afilada mirada al repugnante trato de los mexicanos por parte de los estadounidenses.
Pero Daves sabe que maneja un "western" y lo que nutre a éste en esencia, que es la aventura, predominante en ese tramo del film enfocado expresamente en el robo de la mina, donde la película combina de un modo muy acertado excitantes dosis de acción y tensión con trazos de puro cine negro y suspense, cortesía de un cineasta bastante experimentado en el género; de hecho parecerá que el cine del Oeste se aparta a un lado para dejar paso al espíritu de la obra de Burnett y a las claves del más clásico "noir" en lo que será un intrigante nudo argumental cuyos cabos se atarán, ni que decir tiene, en el esperado duelo en el poblado.

En efecto, si el "western" hunde sus raíces en el entretenimiento, en el frenesí de la acción que registra la cámara en campo abierto, en desvelar la condición de valientes y duros de los protagonistas y en una paleta de emociones basada en el ritmo y el movimiento, "The Badlanders" (detesto el título que le dieron en España) no podía ser menos, por lo que Daves nos honra con un combate clásico a golpe de revólver que en ocasiones parece remitir al "Duelo en el O.K. Corral" de Sturges, en el cual los mexicanos, relegados en muchas ocasiones, adquieren el auténtico protagonismo.
Un simpático y galante Alan Ladd con aires de Cary Grant se vuelve a poner a las órdenes del cineasta junto a un soberbio Ernest Borgnine que parece imitar los ademanes de Edward G. Robinson encarnando un personaje mucho más complejo de lo que a simple vista parece; ambos acompañados de la carismática actriz mexicana Katy Jurado (que iniciaría un romance terminado en matrimonio con el anterior), esa preciosa Claire Kelly, que no pasa de ser una mujer florero y poco más en la historia, y las buenas actuaciones de Kent Smith y Anthony Caruso.

Pese a que "The Badlanders" es incapaz de competir con su homóloga del negro, Daves, apoyado en la áspera fotografía de John Seitz y el buen diseño de producción, se desenvuelve con eficiencia facturando una obra dura, violenta, amarga en ocasiones y sobre todo entretenida.
Ni más ni menos que una vigorosa muestra del mejor y más puro cine del Oeste que se pudiera ver en la década dorada del género...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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