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Voto de Chris Jiménez:
5
Acción. Ciencia ficción. Thriller En el año 2022 el capitán John Robbins es conducido a Absolom, una isla selvática donde los presos más conflictivos son abandonados a su suerte. Robbins se enfrenta a una situación límite: la lucha contra una sociedad salvaje y primitiva, los presos más terribles y los demonios de su pasado. Para Robbins sólo existe una salida: escapar a toda costa de Absolom. (FILMAFFINITY)
28 de junio de 2017
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Sin muros, sin barrotes. Pero también sin reglas, sin libertad.
Así fue la prisión del futuro imaginada por la mente lúcida del autor británico Richard Herley, y trasladada a esta aventura que ha quedado enterrada en el olvido como los personajes que la ocuparon...

Aunque no sería correcto hablar de adaptación en el sentido más estricto, pues la encargada de producción de "Escape de Absolom", esa hacedora de éxitos que es todo coraje llamada Gale Anne Hurd, no dudó en tomar la historia original, hacerla pedazos y reorganizarlos a su gusto, hasta que el producto fuese lo suficientemente comercial para encajar en el marco del cine de acción norteamericano de los '90, poniendo tras la cámara, ignoro la razón (ni me importa), a un Martin Campbell nada acostumbrado al género. La diferencia está en que "The Penal Colony", publicada en 1.987, pese a su estereotipada idea central, posee un desarrollo interesante; el guión de Joel Gross y Michael Gaylin fracasa en ambos campos.
Iniciada con un prólogo genial que homenajea al "cyberpunk" ochentero, el film es el vehículo perfecto para un Ray Liotta deseoso de dejar a sus chicos malos y transformarse en todo un héroe; Robbins es de todas formas una mezcla y reconversión de varios individuos: un Plissken con una carga emocional más profunda, un Brannick (protagonista de "Fortaleza Infernal", gran inspiración para la que nos ocupa) sin una mujer a la que recordar. Pero sufre la misma suerte que su homólogo literario Anthony Routledge: acabar en la isla-prisión donde todos los desechos sociales son enviados, un territorio salvaje de hombres fieros donde la supervivencia hay que ganársela.

Originalmente la Isla de Sert, pues la historia se situaba en una Gran Bretaña cuyo Gobierno, al parecer inspirado por la obra de Carpenter, ha hecho de ciertos territorios cárceles perdidas de máxima seguridad. Hurd quiso filmar con mejores condiciones en Australia (y sucedió todo lo contrario), así que en el guión pasó a ser Absolom. Pero la mayor distancia entre éste y la novela se da por lo que sucede dentro. Herley es particularmente desagradable, y sus descripciones, donde se incluye la esclavitud, el racismo y la violación, resultan muy crudas.
Así, la peripecia de su protagonista, un tipo condenado por un asalto sexual que no cometió, asfixia al lector por la crueldad a la que es sometido, porque debe lograr un puesto entre las dos sociedades de la isla, la de Old Town y la de Village, debe pasar por experiencias brutales y amoldarse a la violencia por supervivencia. Robbins, al ser ahora un soldado de alto rango, no tiene problemas para enfrentarse a la manada del peor Stuart Wilson que jamás verás (destacando una secuencia robada de "Rescate en New York") y salir vivo, todo para ser recogido por otra tribu; pero aquí está la nueva vuelta de tuerca de los señores Gross y Gaylin.

Preparada para ganarse el corazón del público (Hurd se ha declarado una capitalista orgullosa de sí misma), "Escape de Absolom" opta por una humanización de los de Village, aquí Insiders, cuyo líder es un benévolo Lance Henriksen, de tal manera que éstos y el grupo de Marek se asemejan más a los de Pappagallo y "Humungus" de "Mad Max II". En las antípodas Routledge era torturado y despreciado por unos y otros, forzado a valerse por sí mismo; no había "nueva sociedad", ni una comunidad humanitaria, ni un "Padre", ni un Casey (¿versión juvenil del niño del que Max se hacía protector?), ni fiestas de Navidad.
No había nada, sólo violencia, soledad y pura y dura supervivencia. Robbins las tiene todas consigo, y a pesar de lo mucho que se entrega emocional y físicamente Liotta, el personaje atraviesa una previsible evolución: el cinismo del principio, el nacimiento de una esperanza y el acto de sacrificio para subrayar su deseo de redención; al revés de Plissken o Max, él no desea sólo escapar o venganza contra el villano (con sus frases, sus gestos y sus artimañas típicas de villano; no le falta ni una a Wilson), sino apoyar el esfuerzo de esos hombres que luchan por algo parecido a una utopía pacífica.

En realidad no hay un sólo personaje, aun esforzándose el guión por profundizar en sus personalidades y pasados, que no salga de los arquetipos: los líderes perfectamente definidos como buenos y malos, el brazo derecho del líder bueno, tan desconfiado (Ernie Hudson); el pobre chico que sigue al protagonista a todas partes y que te preguntas por qué demonios está donde está (jovencísimo Kevin Dillon), el ingeniero que sabe cómo salir del lugar, el tipo gracioso que recoge víveres, el amanerado que cuida y reza por todos. También hay espías, cómo no, ausentes en la novela.
Estos recursos tan conocidos y las maniobras tan predecibles del guión pretenden ser compensadas con eficaces escenas de acción y efectos especiales, la única razón para quedarse hasta el final. Y el director neozelandés no falla, ya que, sin experiencia en ello, sabe desplegar el espectáculo, 100% palomitero, de manera dosificada y hábil; explosiones, carreras por la jungla, grandes batallas con cientos de extras en movimiento en grandes localizaciones y no poca presencia de esa violencia tan de la época: brutal y artificiosa (sin embargo rebajada en comparación con la novela).

"Escape de Absolom" queda tal como es: un bienintencionado, incluso entrañable, festival de aventuras y ficción de pura serie "B" ochentera rodado en los '90 con todo lo que debe y lo que no debe llevar el género, con su épica, su heroismo y su moralina de andar por casa, y ese súpervillano que, como manda la tradición norteamericana, no le basta una vez para morir y regresa a repetir la experiencia.
Ni la taquilla ni la crítica respondieron en consecuencia y hoy día nadie parece acordarse del film, salvo los que lo tengan en VHS en alguna estantería llena de polvo. A Campbell, por su parte, le sirvió para ser elegido responsable de traer de vuelta al perdido agente 007 en "GoldenEye", con la que se hizo rico.
Chris Jiménez
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