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Voto de Chris Jiménez:
10
Comedia. Terror El joven doctor Frederick Frankenstein, un neurocirujano norteamericano, trata de escapar del estigma legado por su abuelo, quien creó años atrás una horrible criatura. Pero, cuando hereda el castillo de Frankenstein y descubre un extraño manual científico en el que se explica paso a paso cómo devolverle la vida a un cadáver, comienza a crear su propio monstruo. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mary Shelley estaría orgullosa (bueno, quizá no tanto) de ver a su querido Dr. Frankenstein volviendo para protagonizar otra aventura junto a su monstruo. Aunque lo más seguro es que la pobre se muriera de risa al ver esta película.
Comprensible es, desde luego, ya que hablamos de una de las comedias más divertidas que jamás se hayan realizado, aunque más de uno no esté de acuerdo...

Los culpables de que hoy en día podamos disfrutar de esta joya del género son dos: Mel Brooks y Gene Wilder. El segundo, tras algunos fracasos y su regreso triunfal al humor gracias a su interpretación en "Todo lo que Usted quería Saber sobre el Sexo, pero temía Preguntar", coincidió en 1.974 con el primero, que tampoco es que tuviera una buena racha en taquilla hasta ese momento, en la genial parodia del "western" "Sillas de Montar Calientes", la cual logró una más que notable recaudación, pese a no contar con el beneplácito de la crítica.
En mitad del rodaje, el sr. Wilder, aconsejado por su agente, le ofreció a Brooks un guión escrito por él mismo que recuperaba, en clave de parodia, al personaje de Shelley, el mismo que tanto dinero había estado dando a Universal Pictures durante la década de los '30 y los '40. Para Brooks ya existían demasiadas películas de Frankenstein, con lo que se mostró reacio al principio, pero acabó cediendo al poco tiempo; da igual si la idea no tenía sentido para él, lo importante es que fuese divertida. Éste siguió trabajando en la historia junto a Wilder mientras los actores Marty Feldman y Peter Boyle ya estaban en el proyecto.

La cosa es que el científico Frederick, nieto del célebre a la par que infame Victor Frankenstein, reniega completamente de las descabelladas teorías e investigaciones de su antecesor, así como de su apellido (por eso se empeña en que le llamen Fronkensteen); las cosas cambian para él cuando debe dirigirse a un castillo en la lejana Transylvania para recibir una herencia familiar, los valiosos libros de su abuelo. En el trayecto le acompañará su atractiva y no muy inteligente ayudante Inga y un simpático y algo extraño sirviente llamado Igor.
Tras investigar los libros, Frederick descubre que su abuelo estaba en lo cierto, se puede resucitar tejido muerto, así que sin mucho esfuerzo se hará con el cuerpo sin vida de un mastodonte de más de dos metros y lo resucitará gracias a un cerebro humano en buen estado. El problema es que dicho cerebro no funciona exactamente como esperaba Frederick, así que el hombre que pretendía devolver a la vida se convierte en una bestia desequilibrada y sin razonamiento...¡y lo peor de todo es que ha conseguido escapar del castillo!, lo que llevará al doctor y sus colaboradores a vivir una aventura de lo más estrafalaria e impredecible.

¿Cómo Mel Brooks, un hombre que hizo prácticamente comedias absurdas sin ninguna gracia durante su carrera, pudo sacarse de la manga una joya como "El Jovencito Frankenstein"?, eso se preguntan muchos. Bueno, cierto es que la idea no fue suya, sino de Wilder, y que el guión lo escribió junto a él, no fue sólo producto de su invención, pero yo creo que no muchos realizadores podrían haber llevado la historia a la gran pantalla con tanto ingenio, soltura y mala leche. Blanco y negro vaporoso, transiciones de estilo antiguo, uso de la luz y las sombras que revive los tiempos del expresionismo alemán y decorados y efectos especiales que nos llevan a los films de la Hammer.
Brooks consigue dotar a su paródica versión del monstruo de la atmósfera adecuada para rendir tributo a los films de horror de antaño. El ambiente lúgubre, frío y tenebroso, realzado por el gran trabajo de John Morris a la banda sonora, de Dale Hennesy en el diseño de producción y de Gerald Hirschfeld a la fotografía, se cruza con un humor a veces sutil, en ocasiones muy estúpido y disparatado creando una mezcla la mar de interesante y original (si acaso precedida por la comedia "El Baile de los Vampiros", de Polanski) y encontrando el terror, la mordacidad de los diálogos y el "slapstick" de toda la vida un punto de equilibrio delicioso.

Gene Wilder, uno de los más grandes cómicos americanos que han existido, logra aquí, en mi opinión, la mejor actuación de toda su vida (quedando después la de "Todo lo que Usted quería Saber sobre el Sexo..."); melancólico, simpático, caradura, no pocas veces repelente y muchas otras al borde de la historia, el actor está insuperable, bien acompañado del gran Marty Feldman, impagable en el papel de Igor, quien a veces incluso se pone por encima de él.
La película contiene una galería de personajes inolvidables, que es de las mejores cosas de la misma, donde destacan Cloris Leachman, Kenneth Mars, la despampanante Teri Garr, un irreconocible Gene Hackman como el mendigo ciego y por supuesto el magnífico Peter Boyle en la piel del monstruo, quien protagoniza, además, una de las más memorables secuencias del film: el baile junto a Wilder.

Extraña, desconcertante y entretenidísima. Nunca Mel Brooks hizo ni haría posteriormente mejor película que ésta. Puede que no mantenga la carcajada continúa en el espectador al igual que otras comedias de la misma estirpe y época como "La Vida de Brian" o "La Última Noche de Boris Grushenko", de todas formas, y gracias a sus cualidades, "El Jovencito Frankenstein" merece figurar entre ellas porque es lo que es, una joya de la comedia.
Chris Jiménez
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