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Voto de Chris Jiménez:
8
Thriller Brian Kessler es un periodista que prepara un libro sobre los asesinos en serie más famosos de los Estados Unidos. Para ello decide emprender un viaje junto a su novia Karrie, para conocer los lugares donde los criminales vivieron y mataron. Para compensar los altos costes del viaje, ponen un anuncio solicitando compañeros con los que compartir los gastos de gasolina. (FILMAFFINITY)
22 de enero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los asesinos causan una ineludible repulsión, por supuesto, entonces... ¿por qué nos estimula verlos actuar en el cine, en la televisión?
¿Por qué no podemos evitar sentirnos cautivados por Norman Bates o Mickey Knox?, ¿por qué vemos en las noticias que una chica ha sido descuartizada y seguimos comiendo nuestros macarrones como si nada?

Se trata de la seducción por lo grotesco, del morbo por lo prohibido, del gusto inconfesable por una violencia que emerge de nuestras más sombrías pulsiones y somos incapaces de dominar pese a nuestro propio sentido común y todos esos vacuos valores que la sociedad nos inculcó. ¿De dónde, de qué origen desconocido, procede esta aceptación de la violencia, esta atracción por ella y por la muerte? Fue "El Silencio de los Corderos" la que volvió a hacer sentir al público verdadera fascinación por la figura del asesino en serie, que tan esperpéntica había resultado en la década anterior a causa del "slasher", algo que se mantuvo como seña de identidad en todo el cine de suspense de los '90.
Quizá gracias al hechizo de la obra magna de Demme pudieron surgir títulos como "Kalifornia", producto de un guión fantasma que Tim Metcalfe y Stephen Levy llevaban confeccionando desde mediados de los '80, el cual terminaría en el seno de la compañía Propaganda Films, célebre en los años '90 por sus vídeos musicales y por servir de trampolín a futuros cineastas como David Fincher, Simon West, Gore Verbinski o Dominic Sena, quien se propuso debutar a la dirección seducido por la caracterización del protagonista (Earl Grayce) y el concepto de "road movie" de Metcalfe, con quien tendría serias disputas por la dirección que estaba tomando su historia.

Ya ese abrupto arranque entre barro, lluvia y sangre deja patente las habilidades de Sena tras la cámara tanto como el tono sombrío, violento, viscoso y enteramente "indie" que marcará la película hasta el final. Pronto conocemos a Brian y Carrie, una pareja de clase media-alta acomodada; ella es una controvertida fotógrafa "avant-garde" y él escritor y estudiante de universidad. Será su voz la que nos vaya describiendo los hechos a lo largo del metraje, torpe decisión del director pues esa continua narración subjetiva resta fuerza a las imágenes, y la justificación radica en que el personaje está intentando escribir un libro sobre los asesinatos más cruentos y conocidos de los EE.UU..
En el lado opuesto, Early y Adele, otra pareja situada en un estrato social más bajo y que encarna a la América invisible, esa América profunda tan llena de incógnitas y peligros, la América de la basura, los desamparados, los olvidados...la de los espectros. Dos mundos prestos a colisionar y cuyas consecuencias serán apocalípticas. La intención de Metcalfe es apreciable a poco tardar en desarrollarse la trama: meter al espectador en la piel de Brian y Carrie, ya que, en realidad, somos tan políticamente correctos, ingenuos, pseudointelectuales y morbosos como ellos, sobre todo morbosos, pues ese es el resorte para un peculiar viaje por carretera con destino a California y con parada en escenarios de célebres crímenes.

Como les sucedía al Jeffrey de "Terciopelo Azul", al L.B. de "La Ventana Indiscreta", es la fascinación, la curiosidad y casi la excitación por lo aberrante, lo horrendo, lo que alimenta las fantasías de Brian. Sin embargo alguien que desconoce completamente qué es o cómo es un asesino, que fantasea con una truculenta realidad tan alejada de la suya, que razona usando teorías y esquemas prefijados los cuales no sirven en realidad para nada...alguien que, en sus propias palabras, todo lo que sabe sobre asesinos lo ha leído en una biblioteca. Entre medias, una serie de casuales personajes no hacen sino elevar el nivel de extrañeza imperante y subrayar aún más la repugnante catadura del ser humano (el viejo del bar-restaurante, el agente de la condicional de Early, el tipo al que se enfrentará en los baños de la gasolinera...).
Se inicia el viaje, dejamos la ciudad para sumergirnos en el vasto y cautivador desierto norteamericano. A pesar de su condición de repelente asesino, Early se gana nuestra simpatía y la de los protagonistas, quizás por esa imagen de ingenuo y creyente paleto sureño de pelo grasiento en la que se refugia. El demasiado tolerante, permisivo y estúpido Brian se deja simplemente llevar por la situación, pero Carrie advierte una sensación de peligro cercana y latente, la cual estrechará el cerco a su alrededor y al nuestro, pues junto a ella nos agobiaremos, por la inquietante silueta de Early, que la espía, que se aproxima a ella emanando un potente deseo sexual.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Poderosa, minimalista y perversa "road movie" que logra un impacto realmente desgarrador a través de su energía cruda y visceral y de unos trazos que arañan la realidad abriendo una brecha a mundos de registros sensibles que por su extrañeza penetran en lo profundo del inconsciente.
Desgraciadamente no obtuvo el beneplácito del público en su momento y Sena se alejaría varios años de la industria del cine. La inocente sonrisa de una desaparecida Adele es lo único que queda tras tanta muerte, violencia y destrucción; así que la esperanza aún permanece...así como el remordimiento y la culpa...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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