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Voto de Chris Jiménez:
2
Ciencia ficción. Acción. Thriller Siguiendo un programa altamente secreto, el ejército está trabajando con cadáveres a los que transforma en soldados invencibles. Una pareja de reporteros se aproxima a la base en la que se realiza el experimento y toma fotografías del lugar.
17 de julio de 2017
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En mitad de una cacería visceral me hallo, en pleno desierto ardiente norteamericano sin salida, atrapado en una furia de titanes, musculosos, implacables, y bendecidos con la misma capacidad mental.

Es la batalla con la que el sr. Roland Emmerich se estrenaría en U.S.A., ni más ni menos; no parece nada del otro mundo, pero es un dato muy importante, ya que este hombre pareció abrir las puertas de un tipo de cine de entretenimiento de clase "B" realizado con un presupuesto de clase "A" y con el suficiente apoyo para llegar a salas comerciales y ser, además, un éxito. No todas las películas de acción "trash" han logrado eso. Él sí, y por su culpa otra gentuza de la talla de Michael Bay o de menor estofa como Simon West pudieron pasar por esas puertas.
¿El iniciar un cine en sí mismo le hace mejor director? No. Emmerich es acaso un hombre comprometido con el medioambiente cinematográfico, ya que le gusta reciclar, de hecho toda su carrera se basa en ese compromiso, desde las obras que realizaba en su Alemania Oriental...pero al menos aquéllas ("El Secreto de los Fantasmas" o "Joey") tenían algo de encanto, incluso "Estación Lunar 44", en la cual se fijó Mario Kassar para contratarle. Al parecer el primer proyecto que le ofrecen no cuaja (una aventura de terror/ciencia-ficción con Sylvester Stallone y Kim Basinger, madre mía) y se traspasa al que nos ocupa junto a su colega Dean Devlin.

Tanta crítica negativa pero casi nadie es capaz de percibir que sí hay una buena película dentro de "Soldado Universal". Dura 8 minutos, los iniciales, y transcurre en un decorado de Arizona disfrazado de Vietnam, escena sombría, con algo de esencia de los '80; curiosamente los dos soldados protagonistas enfrentados son Van Damme (un belga) y Dolph Lundgren (un sueco), y no pocas veces hemos visto en el cine los horrores de esta guerra perdida, pero se destila crudeza y una visión amarga. Destaca el segundo por lo pasado de rosca de su actuación, tanto que su locura resulta deliciosa.
Y entonces el guión rompe la narrativa y nos catapulta a un presente un tanto "futurizado",, con otra idea, con otro estilo. ¿Pero qué demonios? Estábamos en Vietnam y ahora frente a una especie de proyecto gubernamental secreto que se dedica a usar militares fallecidos para convertirlos en súpersoldados; ¡purísima serie "B", y de factoría italiana, oigan! Pero Carolco tiene más presupuesto y el despliegue de medios es alto, lo que no hay es una trama como tal. Este proyecto científico-militar, UniSol, carece de fondo, sólo sabemos que es ilegal, en realidad es una mera excusa para usarse como atractivo envoltorio de la vieja venganza de la pareja de enemigos.

Ni siquiera envoltorio con algo de trasfondo político, sólo un disparador de la acción y la incoherencia, jugando al erróneo borrado de memoria de "Desafío Total" para luego ser el bueno (Devereaux) seguido por el malo (Scott) a lo largo y ancho de los EE.UU. profundos, una "road movie" con mucha pirotecnia y artificio. Le compro a Emmerich esa versión donde sólo se dan caza ellos contra toda la sociedad alrededor, por desgracia la única que hay incluye a una reportera metomentodo (terrible Ally Walker) que se cuela por las buenas en las instalaciones UniSol y viene a ser otro disparador: el de la humanización de Devereaux.
Es la tradición norteamericana de los amantes en fuga desde el punto de vista del teutón, pero a mí me recuerda a otra de las ocho millones de versiones de "Terminator", con dos vacuas fotocopias de Kyle y Sarah y Lundgren haciendo de hombre-máquina, mientras los comandados por el solvente Ed O'Ross son energúmenos que causan más daños que los anteriores. Por el camino se llena la pantalla de clichés del cine de la época, ya sea la pareja en la cama interrumpida por un espectáculo de balas o los catetos americanos que cuando ven a un mastodonte de aspecto peligroso en lugar de correr en dirección contraria le provocan (que EE.UU. tan subnormales nos presenta el director).

La huida trágica y oscura imaginada por Cameron no deja aquí lugar para ningún trasfondo salvo los efectos especiales y las torpísimas dosis de humor que meten a pulso, repartidas en escenas que no alterarían el montaje si se eliminaran (la pelea en el restaurante, y esto va unido a lo ridículo del héroe de Van Damme, a quien quieren dar una historia dramática en absoluto aprovechada y cuya cara constantemente seria y actitud melancólica no encajan con las ocurrencias absurdas que surgen de vez en cuando (este tipo rechaza la violencia pero no duda en repartir ostias a mansalva para que le dejen comer a gusto) ).
Más tarde iremos a casa de los padres de Devereaux. ¿Y qué? ¿Acaso añade algo?, si nunca veremos que cruce palabra con ellos, ni un solo comentario de la guerra, la injusticia gubernamental, nada. Resulta que es el villano de Lundgren lo más interesante de la película, ese sargento trastocado por los horrores de Vietnam y la paranoia, aún luchando contra traidores y vietnamitas imaginarios; además el sueco (irónico, pues será al revés durante el resto de su triste carrera) expresa de maravilla el carácter de su personaje, esa locura enfermiza y aterradora que le da un plus de carisma, ¡un Oscar en comparación con las caras largas y tristes del belga!

Es el que más luce durante el previsibilísimo e infinito clímax en la granja (¿cuánto dura?, parece que Van Damme y Lundgren se dan puñetazos durante una semana). El infame Emmerich, que no posee ningún estilo ni personalidad tras la cámara, hizo una taquilla excelente, comenzando un reinado que tampoco ve el momento de acabar...
Rematan la faena los vergonzosos instantes erótico-festivos entre Devereaux y la reportera que creo deberán echar por tierra cualquier defensa que hagan aquellos declarados fans de esta basura que llaman "clásico" (del "blockbustrash" tal vez sí). Y tengan en cuenta que el director original del proyecto era Andrew Davis...¡cuán distinto habría sido todo con él!
Chris Jiménez
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