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Voto de Chris Jiménez:
7
Intriga Durante un hermoso día de otoño, en un idílico rincón campestre de Vermont, se oyen tres disparos, y aparece un cadáver, el de Harry. Un viejo capitán (Edmund Gwenn) que cree que se trata de un accidente de caza del que se siente responsable, entierra, desentierra y transporta varias veces el cadáver sobre cuya identidad se interrogan con perplejidad una solterona, un médico miope y un pintor abstracto (John Forsythe). (FILMAFFINITY)
25 de abril de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Sol se alza sobre la preciosa campiña de de Vermont, un pequeño paraíso en la tierra donde descansa un pueblecito de lo más tradicional y apacible.
Sin embargo tres disparos han roto la calma del paisaje y echado en el suelo yace el cadáver de un hombre...un cadáver que va a ser objeto de las más enrevesadas, divertidas e increíbles intrigas.

Cuando el primer agente americano de Alfred Hitchcock le propuso producir su propio programa de televisión, los todopoderosos David Selznick y Jack Warner se opusieron rotundamente; habría que esperar a que se uniera a Paramount en los '50, la edad de oro del medio televisivo, del cual el británico es uno de los principales artífices, creando así "Alfred Hitchcock Presenta", exitosa serie semanal de historias de suspense y misterio. Durante la misma época, John M. Hayes había escrito dos comedias a su vez basadas en novelas: "Atrapa a un Ladrón", original de David Dodge, y la que nos ocupa, original de Jack Trevor Story.
Ambos proyectos se encadenarán, primero en la Riviera francesa y después en Vermont, cuyo rodaje será más complicado de lo que Hitchcock imaginaba (las condiciones meteorológicas, tan diferentes de las mostradas en pantalla, no ayudaron mucho), obteniéndose dos aspectos muy distintos del nuevo procedimiento VistaVision, propiedad exclusiva de Paramount (que permite la obtención de negativos de gran tamaño con la considerable mejora de imagen). Con "Pero...¿quién Mató a Harry?", el director deseaba realizar una comedia negra para su disfrute personal enfatizando más que nunca el tono humorístico por encima del suspense.

Y queda demostrado a la perfección en el primer cuarto de hora de metraje; esta apertura, situada en un espacio natural idílico, bucólico, netamente "shakespeariano", será el escenario de un horrible crimen cometido de forma accidental. Cazando como cualquier otro día, el capitán Albert Wiles dispara sin darse cuenta a un hombre que por allí pasaba llamado Harry, pero lejos de sentir el pánico que al personaje invadiría en cualquier otra historia, este anciano se dedica a resoplar fastidiado espetando "No estaría mal para un pastel de arroz".
En un abrir y cerrar de ojos, Hitchcock echa abajo los cimientos de su tradicional y negro cine de suspense, práctica que irá reforzando al aparecer por el mismo claro del bosque diversos personajes que descubren el cadáver, aunque de un modo totalmente distinto a como nos imaginamos, alcanzando el humor un subido tono macabro por la gran frivolidad expresada hacia el cuerpo sin vida (su mujer Jennifer no le da la menor importancia, la señora Gravely coquetea con Wiles, el vagabundo le roba los zapatos...), cuyo cénit será el momento en que el chiflado artista Sam se dedica a pintarle un retrato en lugar de huir asustado, convirtiéndose intencionadamente en compinche de Wiles.

Este primer tramo de película, que más que cine parece teatro televisado (Hitchcock no desaprovecha su momento de éxito, dejando a Wiles decir "No me extrañaría nada que televisaran el espectáculo"), se escora hacia una incisiva y elegante comedia de enredo, más propia de Blake Edwards o Billy Wilder que del maestro del suspense, quien lo único que hace es añadir a las situaciones, las cuales rayan el puro surrealismo, un crimen accidental. Después de aterrizar en el pueblo y conocer a sus variopintos habitantes y sus historias podemos observar que también son derribados los tradicionalismos de la sociedad americana.
La bella ama de casa, el niño inocente o la señora acomodada, clásicos roles tocados por la mano de la burla, tergiversados de forma retorcida; nada ni nadie es lo que parece en este film ("Hoy en día nada es razonable", afirma convenientemente el capitán) cuya intriga se irá enredando gracias a una sucesión de diálogos de doble sentido y situaciones que no harán sino incrementar el nivel de absurdez y revelarnos la persona que en realidad era Harry, quien poco a poco se va gana toda nuestra repulsión; así pasamos a ser cómplices del cuarteto protagonista, enfrascado en una aventura novelesca hasta la aparición del ayudante del sheriff, personaje con los pies en la tierra que corta con una cuchillada de realidad toda la fantasía reinante.

Pero el momento de realización del film no permitía trasladar la novela con libertad, donde se descubren los tristes motivos de la muerte del tipo que da nombre a la obra (en aquella, Jennifer abandona la suite nupcial cuando Harry le pide que finja hallarse con su difunto marido, cuyo retrato ha colgado encima de la cama, mientras hacen el amor). Hitchcock y su guionista reemplazaron este relato repugnante y controvertido por una situación mucho más asimilable y divertida (todo el asunto del horóscopo), eliminando una horrible verdad que termina de rematar la degeneración del personaje, llevando la historia a su reverso más siniestro.
Amparados por la genial música de Bernard Herrmann, la preciosa fotografía de Robert Burks y la sobria, elegante y casi teatral puesta en escena, John Forsythe, Mildred Natwick, Jerry Mathers, Dwight Marfield, una jovencísima debutante Shirley MacLaine y un soberbio Edmund Gwenn que se lleva las mejores frases, brindan unas interpretaciones del todo impagables. "Pero...¿quién Mató a Harry?" no funcionó bien a nivel comercial, aunque eso tampoco es que molestase al director, quien se preparaba para rodar la nueva y descafeinada versión de "El Hombre que sabía Demasiado" poco después.

Clásicos códigos del suspense y crimen pervertidos de una manera muy original por un absurdo humor negro y una bonita historia de amor derivada de la tragedia. Hitchcock se ríe de su cine como nunca antes.
Las influencias de esta película se pueden percibir, tanto consciente como inconscientemente, en títulos como "Very Bad Things", "Pulp Fiction", "Un Funeral de Muerte", "No Matarás...al Vecino" o "Fargo" y "Ladykillers", ambas de los Coen.
Chris Jiménez
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