Para mí eso ha sido la película, ironía pura. Ironía tan demoledora que incluso a veces he llegado a reírme a carcajadas de lo que estaba viendo. Una película impresionante, a la que le basta unos personajes carismáticos, un buen guión, un grandísimo mensaje y unos actores excelentes, que no es poco.

Y así aprendí a amar yo también un poco más a Kubrick, cada vez que veo una de sus películas. Porque es sutil, porque, en este caso, no necesita una superproducción para darlo todo de sí (tres escenarios, en toda la película), y porque es sencillo, es humano, representa las cosas como son, y como serán siempre.

Una película casi de sobresaliente, que por desgracia no ha trascendido tanto como debería haberlo hecho, aún así se lleva por mi parte una muy buena nota. Simplemente porque es atemporal, porque hay miles de frases que sacar de la película y tildarlas de "citas célebres". Simplemente porque merece perdurar en el tiempo, para hacernos ver cómo muchas veces nuestra vida se decide precariamente en una mesa de gobierno. (8,5[9]/10)