Ante una figura tan colosal como la del primer ministro británico, tantas veces revisitada en cine, en literatura, en televisión, dotar a la película de algo más que la haga interesante resulta complejo. En este año hemos asistido a un revival sobre Dunkerke y sobre el propio Churchill, coincidiendo en el tiempo dos películas sobre el premier y otra sobre la playa francesa de Dunkerke. Todo muy patriótico, todo muy hagiográfico, con una especie de exaltamiento patriótico que algo tendrá que ver con el Brexit y el momento coyunturalmente complejo en su relación con el Viejo Continente, siempre enrevesada y de difícil explicación. Sobre toda la película sobrevuela una interpretación de Oldman de gran calado pero que no hubiera sido tan premiada sin la intervención de un maquillaje excepcional. Poco más que decir sobre un producto bien hecho y que se ve sin emoción pero sin aspavientos de desagrado. Faltaría más.