Con más de setenta años a cuestas, es difícil explicar cómo una película puede sostenerse tan bien. Y es que no hay mucho en lo que pensar, más que en la calidad intrínseca del producto, elaborado de tal forma que se convierte, con el paso del tiempo, en eso que llamamos clásico y que no es otra cosa que un producto de calidad sin fecha de caducidad.

Gracias al gran José Luis Garci estoy siguiendo con interés muchas películas que, sin ser las más llamativas de su género y de su época, las más recordadas, son, sin embargo, excelentes películas, muchas de ellas cercanas a eso que con tanta facilidad ahora se denomina "obra maestra".

Películas que no son EL SUEÑO ETERNO o EVA AL DESNUDO, que no alcanzan la trascendencia y el favor del público como en su día y hoy todavía lo hacen películas como VÉRTIGO o TESTIGO DE CARGO, pero que son equiparables en cuanto a maestría en su dirección, elencos formidables, guiones casi perfectos a estas mencionadas.

Por el programa de Garci (en TRECE, los viernes, con una introducción y un coloquio posterior maravillosos, con invitados de opinión solvente y comentarios ocurrentes) han pasado películas casi de serie B como "LA MUJER PANTERA" o "LA ESCLAVA LIBRE", cine de sesión continua como "FORAJIDOS" O "FORT APACHE" y ahora le toca el turno a esta excelente muestra de cine negro, negrísimo, con todos los alicientes y añadidos que este género (me niego a tildarlo de subgénero) tiene: mujer fatal, villano sin escrúpulos, hombre de buen corazón metido en líos por amor a esa mujer mala, atraco, tiroteos, diálogos afilados.

Con un Lancaster magnífico, emulando su papel en FORAJIDOS, una Yvonne De Carlo bellísima y malísima y un imperial villano, Dan Duryea, al que se odia con todas las fuerzas durante sus apariciones, todo funciona como un reloj, la película vuela desde los primeros planos (magnífica la aparición de la pareja protagonista a la luz de los faros de un coche, comienzo que nos hace ya pensar que lo que veremos será canela pura) hasta alcanzar velocidad de crucero con unos flashback magníficos a los que nos lleva una voz en off tan típica del cine negro como esos interiores de garitos en los que los secundarios sostienen primeros planos tan puros como ese blanco y negro y esa fotografía que la película pide a gritos.

En fin, un disfrute para los sentidos, más si no se ha visto nunca o se vio hace mucho tiempo, de tal forma que la experiencia parezca nueva.