Sarah Polley decide darnos un curso sobre lo bueno y sobre lo malo, qué es aquello que está bien y aquello que no lo está. Cargando las tintas con un feminismo de esos canónicos que parecen inundarlo todo hoy en día, sobre todo en Hoollywood, nos conduce a unas conversaciones casi asamblearias entre mujeres de una comunidad que, nos cuentan, sufren acosos constantes, agresiones sexuales y maltrato por parte de los hombres.

El único hombre del reparto es un ser encantador, sensible, sensato, un joven profesor que será el que levante acta de las disquisiciones, muy aburridas, por cierto, de este grupo de mujeres. Albricias, me dije, al parecer el género masculino tiene aún salvación.

Lo mejor, de lejos, es un reparto espectacular, con una magnífica Jessie Buckley (qué grandísima actriz) y unas sobresalientes Rooney Mara, Claire Foy, Frances McDormand (pequeño papel pero se come la pantalla cada vez que aparece) y resto de actrices.

Lo peor, ese intento escenográfico de imitar el cine Dogma de Lars von Trier, muy impostado, algo que no consigue Polley, además de que tanta sentencia en cada frase, tanto sentar cátedra con las reflexiones de los personajes no solo harta sino que acaba por aburrir.

Una película muy menor que conceptualmente podría haber funcionado.