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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Comedia. Drama Un hombre rico que vive solo con la única compañía de sus criados, se aburre mortalmente hasta que un día pasa un circo cerca de su casa. (FILMAFFINITY)
8 de mayo de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue en el año 1954 cuando, Pierre Étaix, conoció al comediante Jacques Tati y éste lo contrató como dibujante y gagman para su celebrada película “Mi Tío”. Los carteles de esta película como el de “Les Vacances de Monsieur Hulot”, son también de la autoría de Pierre Étaix, quien, no solo apreciaba a Tati, sino que también sentía profunda admiración por Max Linder, Buster Keaton, Charlie Chaplin… y teniendo como referentes, “Be my Wife”, “The Electric House”, “Modern Times” y “Mon Oncle”, películas todas donde la tecnología y la electrónica juegan un papel sustancial, fácil fue que, también a Pierre Étaix, le sonara hacer lo suyo aplicando lo que sabía en estos terrenos… y es así como surge, “YO-YO”, título que puede ser tomado en tres acepciones. La directa: en referencia a la afición del protagonista a jugar al yoyo. La adyacente: en alusión al nombre que llevará su hijo cuando comienza a trabajar como payaso de circo; y la indirecta: como alusión al egocentrismo a ultranza que maneja el gran magnate, cuando pone a todo el mundo a servirle exclusivamente a él. Yo, yo y siempre yo.

Otro elemento clave que entra en juego en esta película es el circo, actividad por la que Étaix guardaba el más alto aprecio, llegando incluso a fundar La Escuela Nacional de Circo, con la que él y su esposa, Annie Fratellini, hicieron numerosas giras. Del circo ya se habían ocupado en el cine de comedia, Charles Chaplin, Laurel y Hardy, Los Hermanos Marx, Danny Kaye… y para Étaix será el eje de la segunda parte de su historia, aunque sin meter las cámaras mucho tiempo debajo de las carpas.

Se adivina, en “YO-YO”, un estilo narrativo que se asemeja en mucho al de su maestro Jacques Tati, con ese humor pausado, gags sin prisas, y esa narrativa que combina cierto aire de romanticismo y serenidad, con un toque repentino de creatividad que, no solo sorprende, sino que nos arranca una risa intempestiva y un gesto de admiración. Como también ocurriera en “Mi Tío”, en “YO-YO” Étaix es el eje de toda la historia, primero como padre y después como hijo y su desenvolvimiento nos complace de principio a fin.

La historia, escrita por Étaix en colaboración de Jean-Claude Carrière, se divide en dos partes, comenzando la primera en 1925, tiempos del cine silente, y Étaix ha hecho su película en blanco y negro, con intertítulos -mínimos- y desarrollando el resto con las características afines al cine de aquellos años. El protagonista, es un magnate que vive en un ostentoso castillo y mientras añora a la esposa que se ha marchado, él sufre la soledad más azarosa mientras se hace servir de todos sus empleados de tal manera que apenas tenga que mover un dedo. En esta media hora, la historia es impecable, creando Étaix situaciones inolvidables como el “striptease” con el zapato de polainas o el paseo a la mascota.

La segunda parte, ambientada en 1929, tiempos del cine sonoro, incluye unos diálogos mínimos, el personaje central será Yoyo adulto quien, ahora, es la estrella del Circus Voiture, pero, el nivel baja un poco… aunque sigue teniendo momentos muy creativos (el viaje con esposa, hijo y mascota, es delicioso) y además es posible encontrar sensibles homenajes a “La Dolce Vita” y al cine de Charles Chaplin.

La música funciona como un leimotiv interpretado de muy diversas maneras, la puesta en escena es muy cuidada a todo nivel, y en general, el filme se disfruta por su ingenio y su muy fino humor.

Pierre Étaix es otro comediante a tener en cuenta.
Luis Guillermo Cardona
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