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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Western Una carrera de caballos de 700 millas, a través de varios estados americanos, concentra un gran interés y muchas apuestas en toda la nación. Participan en la competición nueve personas muy diferentes que se enfrentarán a una de las más duras y apasionantes experiencias de su vida. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una frase escrita en una valla, podemos leerla varias veces al comienzo de esta película. Dice: “Lo mejor del oeste es lo mejor del mundo”. Desde entonces, lo comprenderemos luego, queda planteada la profunda temática de “MUERDE LA BALA”, un filme hecho por un veterano que ya había hecho westerns (“La última cacería”, “Los profesionales”), quien se propuso aquí romper convencionalismos y salirse de los clichés de un género venido a menos, para darnos una preciosa metáfora de los significativos senderos que recorremos en la vida, cada cual a su manera y cada quien cosechando lo que siembra.

La motivación para recorrer este trayecto, es una carrera de caballos que ha propuesto un periódico ofreciendo dos mil dólares al ganador. Son 700 millas de camino hasta la meta y los jinetes deberán atravesar montañas, valles, desierto, páramos… al tiempo que deberán superar los peligros que acechan y los rigores de la naturaleza.

Entre los que participan están, Luke Mathews (James Coburn), un veterano pistolero que sabe ya bastante sobre el autocontrol y los retos; una atractiva rubia (Candice Bergen) de quien, en principio, solo sabemos que se hace llamar Miss Jones y que parece dispuesta a competir con los hombres de tú a tú, en este difícil reto; Carbo (Jan-Michael Vincent), un joven osado y jactancioso, convencido de que el dinero de la apuesta será únicamente suyo; el hombre “sin nombre”, deseoso de un nombre y de un digno reconocimiento; el mexicano del terrible dolor de muela, quien sabrá por fin que también una bala puede servir para recuperar la salud… y en el último momento, se inscribirá Sam Clayton (Gene Hackman), un pistolero de inmenso corazón, que odia ver como los hombres sacrifican a los caballos para salirse con sus caprichos.

Son ellos quienes recorrerán este sendero de la vida, y en el trayecto, habrá ocasión para prestar un servicio… para ser solidario o egoísta… para servir a los demás o para defender solo los propios intereses… para cuidar del caballo que te sirve o para abusar de él… para ser amigo o para convertirse en enemigo… para matar a un hombre o para salvarle la vida… y por supuesto, para ganarle a los demás o compartir el triunfo.

El director, Richard Brooks, también autor del guión, va trazando este recorrido con cálidas anécdotas, con situaciones donde emana casi siempre lo mejor de los hombres, y dejando que sea la ley de causa y efecto la que vaya determinando las consecuencias de cada acto y el aprendizaje que cada quien necesita para su propia vida.

Para quien sepa ver, este filme le acariciará el espíritu, pues con un profundo conocimiento de la vida, Brooks ha aflorado un halo de luz que podría iluminar algunos corazones. Entonces es cuando entendemos que el mensaje de la valla es una verdad rotunda: “Lo mejor del oeste es lo mejor del mundo”.
Luis Guillermo Cardona
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