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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama “La Gaviota” es un caserón situado en las afueras de una ciudad del norte de España. En ella viven Agustín, médico y zahorí, su mujer, maestra represaliada por el franquismo, y su hija Estrella. La niña, desde su infancia, sospecha que su padre oculta un secreto. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando somos niños y sentimos que se nos brinda afecto, manutención, educación… y un techo seguro y acogedor, es fácil que lleguemos a idealizar a nuestros padres y vivamos convencidos de que tenemos a nuestro lado a los mejores seres del mundo. Como es obvio, también ellos piensan que tienen a su lado al niño más maravilloso del mundo, pues, ante la calidad de lo que recibimos, nuestras espontáneas respuestas son tiernas y amorosas como expresión de nuestra felicidad. Pero, a medida que avanza la edad, vamos adquiriendo conocimiento, experiencia y sentido crítico… y al llegar a la adolescencia, ya se ha producido una expansión de conciencia tal, que logramos percibir y, al final, comprender que la realidad no está constituida por puros colores brillantes -como antes la percibíamos- sino que también hay en ella un poco, o a veces mucho, de gris y oscuridad. Es entonces, cuando la experiencia nos demuestra que, en el Juego de la Vida hay tropiezos, frustraciones, fracasos… y que, de nuestra capacidad de superarlos, dependen el éxito y la felicidad; y afortunada, o desafortunadamente, también nos damos cuenta de que nuestros padres no son perfectos y que, como todo el mundo, entre sus aciertos también se encuentra uno que otro desacierto... y a veces alguno bastante grave.

Creo que, la historia que tenía entre manos el director, Víctor Erice, al momento de comenzar a rodar, <<EL SUR>>, era un poético y muy lúcido tratado de la relación padres-hijos, ambientado en una época oscura y visto con esa añoranza de quien, contra todo, se siente honrado y profundamente agradecido por lo que vivió. Es un relato de, Adelaida García Morales, que el propio Erice trasladó a guion, y en el cual, la relatora hace remembranzas desde sus ocho años hasta su adolescencia.

Estamos en el otoño de 1957 y, Agustín Arenas, médico de gran perspicacia, comparte abiertamente sus conocimientos con su hija Estrella, a quien comienza a enseñar los secretos que ofrece un péndulo. Todo es armonía entre la pequeña y sus padres, e incluso sus familiares, hasta que un día descubre ella que, en un sobre de carta, su padre ha escrito repetidas veces un nombre que llama su atención: Irene Ríos. ¿Quién es?, ¿Qué hace?, ¿Qué relación tiene con su padre?

(Aquí cito situaciones claves) La pequeña Estrella está dispuesta a saberlo todo… y así comienza esta emotiva historia que abunda en calor humano; que resulta edificante al ver la profunda y responsable relación que se produce entre Agustín y su hija; y que hace un lúcido reflejo de los cambios de personalidad que se producen en nuestras vidas. Sin embargo, al concluir la película, de inmediato me asaltaron muchas preguntas: ¿Y qué pasó con Irene? ¿Cómo así que nunca hubo un nuevo encuentro de ella con Agustín y que Estrella nunca llega a conocerla? ¿Cómo iban a darle a, Aurore Clément, el crédito de protagonista por su brevísima aparición? ¿Qué fue de, “El Carioco”, el chico imponente que se iba a “hacer conocer” de la joven Estrella y que parecía iba a crear un interesante conflicto? ¿Cómo pudo Erice despachar el accidente (¿?) del médico de semejante manera? ¿Y Estrella, no maduró bastante como para mostrarla en la época en que escribió su relato?

Como suele pasar cuando me topo con éstas extrañas situaciones, ¡y la película y el director me importan!, me puse a indagar sobre lo que pudo ocurrir… y entonces me encuentro con datos que afirman que 'lo escrito daba para una película de dos horas y media, y que lo que se quedó sin filmar -porque, repentinamente, el productor decidió suspender el rodaje-, abarcaba cerca de una hora'. (FA)

Aclarado ésto, nuestros interrogantes adquieren plena validez, y como ya me ocurriera con, “Simón del Desierto” (Luis Buñuel, 1965), quedo con esa sensación de que he visto una interesante película que bien pudo ser ¡una notable película!… pero, mientras el director no sea el dueño de lo que filma, ¡cualquier cosa puede pasar y el arte siempre termina pagando el pato!
Luis Guillermo Cardona
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