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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Drama Sherman McCoy, un exitoso agente de bolsa de Wall Street, ve cómo su acomodada vida peligra cuando atropella a un hombre de raza negra y se da a la fuga en su coche de alta gama; a partir de ese momento tendrá que enfrentarse a los grandes centros de poder de la sociedad moderna de Nueva York. (FILMAFFINITY)
20 de junio de 2013
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película no puede ser juzgada en términos de si es fiel, o no, a la novela en que se basa. Se puede mencionar éste hecho como dato accesorio, pero, no es lo que determina, en modo alguno, si la película está bien hecha o no. En un libro cabe cualquier cosa: se puede fantasear hasta lo imposible; se pueden hacer las disquisiciones filosóficas, psicológicas o políticas que se deseen; puedes incluir cuantos personajes se te ocurran; cualquier espacio puede concebirse… pero, un filme es bien distinto: tiene otra estructura y otro ritmo; se debe preferenciar la imagen al texto; cada espacio hay que materializarlo con un costo muchas veces alto… y está limitado a un presupuesto y a un cierto tiempo de duración, hechos por los cuales el director se obliga a reducir muchas cosas que aparecen en el libro. Escasas son las obras que han conseguido llevarse con rigor al cine, y ni siquiera cuando el guionista es el mismo novelista, logra que su novela se adapte rigurosamente.

<<LA HOGUERA DE LAS VANIDADES>>, tampoco podía ser la fiel adaptación de la novela de Tom Wolfe. Se basa en su obra y basta. Lo que hay que ver es si el director, Brian De Palma, con el guion escrito por Michael Cristofer, logró hacer una película relevante… ¡y yo estoy convencido de que lo ha logrado! Por otro lado, suelo preferir al director que "se basa en..." que al que "adapta a...", porque el primero arriesga y el segundo pretende ir a la fija.

Con toques de comedia mordaz, con algunos personajes que bordan la caricatura social (María, el pastor, y hasta el mismo, Peter Fallow), pero, con una magnífica recreación de un asunto en el que se involucran todas las desventuradas almas que mantienen este mundo al revés y a punto de estallar, Brian De Palma, vuelve a sus años de lúcido y crítico adolescente –pero sirviéndose ahora de un holgado presupuesto y de un excelente reparto-, para dejar recreada, a la perfección, a esa sociedad que le ha tocado padecer y que, desde hace ya demasiado tiempo, está gravemente enferma, moral y espiritualmente.

Colmada de realidad, cunde en esta historia el arribismo, el individualismo y el fanatismo; también el afán de mordida y de trampa que son cosa de cada día; pulula la explotación, el racismo y la corrupción política; el maltrato a la mujer, el abuso y la violación que ocurren cada minuto… y si la sociedad todavía sobrevive, es porque aún subsiste un buen número de almas que alientan la luz y fomentan la decencia contra todas las adversidades.

De Palma, da en el blanco (en varias acepciones); plasma con precisión su mosaico de representantes de la mentira y el oportunismo; y ante el preclaro juez White, las caretas dejarán ver el verdadero rostro, no siendo nada difícil que muchos espectadores sientan sus palabras como una bofetada que les alcanza la mejilla. Es harto comprensible pues, que el filme haya ganado tantos detractores entre críticos de cine, periodistas, hombres de iglesia, economistas, abogados, y gente sesgada de todos los colores: ¡¿Cómo puede ser un buen filme aquel que me hace ver el fango que llevo dentro?!... pero ¿y si acaso fuera el que te despierte?

Acepto con entereza la parte del juicio que me corresponda, y me atrevo a decir que, Brian De Palma, con <<LA HOGUERA DE LAS VANIDADES>>, ha hecho un filme que pasará a la historia como una película de culto. Todavía resuenan en mí las palabras del padre de, Sherman McCoy:

“La verdad es la compañera esencial del hombre de conciencia”.
Luis Guillermo Cardona
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