Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Howard Roark (Gary Cooper) es un arquitecto vanguardista, ávido de romper con todo lo hecho hasta ahora en los terrenos de la arquitectura. Dominique Francon (Patricia Neal) es una columnista del periódico The Banner de New York que también ama la individualidad y todo lo que libere al hombre de la esclavitud de las ideas. Juntos, pero "separados", iniciarán una guerra contra el mundo de lo convencional. (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada ser humano, es un manantial de ideas que pueden llegar a ser tan personales y tan diversas como ese sendero que, cada uno, consigue trazar a lo largo de su existencia, no habiendo otra persona que haya visto lo que uno ha visto, nadie que haya leído lo que uno ha leído… ni nadie que pueda haber conocido a todas las personas con las que, cada uno, ha compartido. En tal sentido, somos únicos y auténticos, y podemos escribir una historia que, por muchas semejanzas que pueda tener con las experiencias de alguien más, nunca será igual a la de ningún otro ser humano.

La sociedad necesita por tanto, y muy especialmente, las ideas del individuo, porque así produce, crece y se transforma. Si nuestro pensamiento fuera siempre colectivo, como por ejemplo el de las ovejas, sólo aportaríamos lana sin hacer otro esfuerzo para aumentar las opciones de la existencia... ¡y así no debe ser!

Pero, aunque esto es cierto, también la sociedad requiere de ideas que las respalden los colectivos, porque, de no ser así, no podrían hacerse los trabajos mancomunados. Tras el brillante discurso final, donde Roark tiene un solo punto débil y es su acérrima defensa del individualismo (mezquindad y arrogancia), debiendo defender la individualidad (el derecho a ser uno mismo cuando lo crea necesario), el cual viene seguido por una imagen grotesca del superhombre nietzscheano, me vino a la mente una escena muy particular e imaginaria: Howard Roark, cita a sus trabajadores para hablarles de la construcción del próximo edificio, pero, ya éstos han aprendido la plática de individualismo que les brindó el arquitecto, así que, cuando éste les expone lo que tendrán que hacer en el nuevo proyecto, cada empleado, demostrando su nuevo criterio, se expresa bien claro: ¡Yo mezclaré el cemento en las cantidades que me plazca! -Dirá el primero. ¡Ay del que me diga cómo debe ir tal o cual ventanal! -Clamará el segundo. ¡Cuando ponga la baldosa lo haré a mi estilo y que nadie se entrometa! -Exigirá el tercero... ¿Y qué seguirá entonces?

<<EL MANANTIAL>>, es una película de, King Vidor, en sus impecables imágenes, en su perfecto uso del romanticismo, en la fuerza que consigue de sus actores todos ellos magníficos (Patricia Neal, Gary Cooper, Raymond Massey, Robert Douglas…) y en ese profundo propósito de reflexionar con altura sobre el comportamiento humano. Pero creo que, en mucho, es también de Ayn Rand, la notable escritora del libro homónimo en que se ha basado la película, y autora también del guion, el cual –obedeciendo a un sentir muy semejante al de su personaje- impidió por contrato que fuera modificado de manera alguna a no ser que ella diera su aprobación… y debe ser que nunca la dio porque, Vidor, sintió –y en esto coincidimos con él-, que volar un edificio porque alguien hizo algún cambio en la fachada es, sobre todo, un acto de prepotencia extrema.

Con todo, el filme deja muy bien reflejada la suerte de individualismo que conduce al fracaso o a la desgracia (Waynand, Toohey…) y aquel que, sin serlo tanto como se pregona, conduce hacia el éxito… ¡y hacia el matrimonio!, pues, tanto Howard como Dominique, vivieron siendo esclavos de su amor auto-denegado.

¿Será entonces que, después del himeneo, la pareja podrá seguir siendo como hasta ahora?

Daría este filme para disquisiciones de todo tipo y, lo que es bien seguro, es que no deja indiferente a nadie porque ofrece unos potenciales filosóficos que son todo un manantial... y aunque en algo podemos estar en desacuerdo, creo que es uno de los más llamativos guiones cinematográficos que se hayan escrito en muchísimos años.

P. D.: Los diseños de los edificios fueron hechos por Edward Carère, con una fuerte influencia en el trabajo del arquitecto Frank Lloyd Wright, cuya obra, Carére y Vidor, estudiaron minuciosamente. Hasta pensaron entrevistarlo, pero, temieron que, luego, él osase demandarlos por cualquier idea suya que se usara en la película.

Título para Latinoamérica: UNO CONTRA TODOS
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow