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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Romance. Drama. Ciencia ficción Un hombre (Hugh Jackman) realiza dos viajes: uno al pasado, a la España del siglo XVI, y otro al futuro, al siglo XXVI. Su objetivo es salvar la vida de su esposa enferma de cáncer, pero para ello tendrá que encontrar el legendario árbol de la vida cuya savia proporciona la inmortalidad. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las buenas películas, como los buenos libros, las grandes pinturas o las magistrales piezas musicales, no siempre podemos digerirlos plenamente a la primera. Tan necio es reprobar o abuchear lo que, nuestro limitado nivel intelectual y experiencial quizás sea lo que, sencillamente, no nos permite comprender, como presuntuoso es posar de haber entendido a cabalidad lo que, definitivamente, necesita ser masticado de manera lenta y tras dos o más pasadas.

Darren Aronofsky no es un director de oficio, tampoco un simple traductor de ideas ajenas ni un especulador. Sencilla y claramente, él es un intelectual, un revolucionario y un artista. Su cine no es del habitual, donde la paloma le da a sus pichones la comida masticada. En sus obras hay un reclamo a la capacidad intelectiva, un convencimiento de que, el ejercicio de pensar y de abstraer, es lo que nos lleva a comprender las cosas de más hondo significado. Con este estilo, no pretende mostrarse altivo o conspicuo –como algunos pudieran suponer- sino que, abriendo su mente, nos da del gran acervo que hasta ahora ha logrado comprender, sintiendo que puede acudir a los grandes potenciales que –aunque quizás adormecidos- hay en cada espectador. Más reprobable resulta, comúnmente, el director-paloma que, por incompetencia intelectual o porque sentencia que el espectador es corto de entendimiento, decide dárselo todo masticado y sin reclamo alguno a su capacidad de análisis.

Dos veces he visto ya, “LA FUENTE DE LA VIDA”, y lo que voy a decir no está acabado, sino que es apenas lo que he logrado dilucidar tras predisponerme a sentir, a entrar en su juego de abstracciones y tras ubicarme en los tres momentos históricos a los que la historia alude: El siglo XVI, en tiempos de la reina Isabel la Católica y la inquisición española; el tiempo presente, en un centro de experimentos científicos con primates; y en el futuro, con una suerte de monje zen que pareciera estar en un campo astral, al alcance de “el árbol de la vida”.

Los tres segmentos históricos se van intercalando… y en diferentes proyecciones del espacio-tiempo (el eterno retorno, el Todo es mente), veremos primero a Tomás como conquistador y protector de la reina Isabel en un período oscuro de la humanidad, donde, en vez de servir a la espiritualidad y a Dios, la iglesia urdía propósitos infames, ultrajando, torturando y asesinando a seres inocentes para, finalmente, apoderarse de sus tierras y riquezas. Este segmento, es la recreación de lo escrito por Izzi Creo (Isabel) en su libro “La fuente”, con remembranzas de los mayas y su submundo llamado Xibalba.

En el presente, el materialismo de la ciencia, representado en Tommy y sus ayudantes, sigue anhelando encontrar el árbol de la vida que, para los científicos, está en la forma del Natul tortuosa que, incluso, saben ya que se encuentra en Guatemala. Los experimentos con él apuntan a recuperar por medios naturalistas la vida que se le escapa a Izzi. Retención, apego, la búsqueda ilusa de una eternidad que no es necesario buscarla, pues “las sombras por profundas que sean se disuelven con el amanecer”.

Y para el monje zen, el árbol -tan solo una metáfora de la proyección ramificada de la existencia- ya está a su alcance, pero apenas va a comprender que su fin no es la permanencia de la forma sino la transformación eterna… y quizás quede entonces demostrado que, también la muerte es actividad permanente.

Creencias mayas que hacen referencia al Popol Vuh, y especialmente, filosofía zen (meditar) que dará cuenta de que, perder la vida es en realidad encontrarla, y que, lo moribundo es lo que está a punto de nacer. Con cuánta razón dice el koan: “Los vivos van en el carro fúnebre, los muertos son los que siguen el cortejo”.

Mi complacencia con la grata actuación de Hugh Jackman, la adorable Rachel Weisz y la gran actriz que ha sido siempre Ellen Burstyn.

“LA FUENTE DE LA VIDA” es un filme visualmente muy bello; en el terreno intelectual es muy interesante porque nos remite a cosas que deberíamos conocer; y espiritualmente resulta muy estimulante, porque habla de cosas que, va siendo tiempo que nos vayan transformando.

La evolución nos reclama… ¡No hay tiempo que perder!
Luis Guillermo Cardona
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