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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Cine negro. Drama Tres amigos de la infancia, Martha, Walter y Sam, comparten un terrible secreto. Con el paso del tiempo, la ambiciosa Martha (Stanwyck) y el pusilánime Walter (Douglas) se han casado: ella es una brillante y fría empresaria, y él es el fiscal del distrito; una combinación perfecta para dominar a su antojo la ciudad de Iverstown. Pero el inesperado regreso de Sam (Heflin) a la ciudad, después de muchos años de ausencia, perturba ... [+]
17 de febrero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sabia frase la que se le escapa a, Walter O’Neil, en algún momento en que dialoga: “Toda la vida es un juego”, dice, pero, ahora, pareciera comprender que, tampoco él, ha sabido jugar este juego como es debido porque, si la ley existencial es que toda acción produce una reacción y que está será de la calidad de lo que emitas, saber elegir es el único secreto para poder llevar una existencia plena.

Cuando eran apenas unos muchachos, Sam Masterson y Martha Smith, se sentían muy atraídos el uno por el otro… y por huir de la aristocrática tía con la que le tocó vivir tras la muerte de su padre (un hombre de extracción obrera), Martha -obligada a apellidarse Ivers como su tía-, está empeñada en seguir a Sam en sus locas andanzas lejos del hogar, pues, también él, se quedó sin padres. Pero, ésta huida quedará trunca cuando en casa de la señora Ivers se presenta una tragedia de la que, Sam, no va a enterarse porque ha huido antes, y tras esperar en vano, se ha marchado en busca de otros horizontes.

Pero, el pasado muchas veces regresa, sobre todo cuando es necesario que se ajusten cuentas, y entonces, dieciocho años después, Sam va a regresar a Iverstown (miren bien el nombre) y un conflicto de alto calibre va a tener lugar en sus calles y entre sus paredes. ¿Por qué será que, entre aquellos que han ascendido muy alto en las esferas sociales, es donde más profundas sombras suelen encontrarse? ¿No será que, el mismísimo afán de tener y más tener, es lo que evidencia el enorme vacío que se pretende llenar? ¿Y no será que, cuando el vacío es causado por carencias afectivas y por los nuevos errores cometidos, se llena de cualquier forma?

De estas cosas nos habla, <<EL EXTRAÑO AMOR DE MARTHA IVERS>>, la impecable película que realizara, Lewis Milestone, la cual significó un nuevo encuentro con el, por entonces guionista, Robert Rossen, con quien ya había trabajado en, "Edge of Darkness", y en, “A Walk in the Sun”.

Todo comenzó cuando, el productor Hal Wallis, enseñó a Milestone una historia de un tal Jack Patrick, que por 3.500 dólares había comprado y que llevaba por título, “Bleeding heart” (Corazón sangrante). Espantado con el curioso título, éste iba a ser el sexto rechazo que le hacía a Wallis, así que, apenado, Milestone se ofreció a leerla. Reunido entonces con Rossen, éste sugirió que usaran el prólogo de la historia (la fuga de los niños y el incidente con la tía) y que ellos aportarían el resto de la historia: El hombre que, sin haber visto lo que allí ocurrió, regresa al pueblo casi dos décadas después.

Enmarcada en el cine negro, con aquel jugador que, al sentir que está siendo obligado a irse, se pondrá en camino de develar un viejo pecado entre gente que ha llegado muy alto, la película despliega una fuerte carga emocional; resulta muy cuidada en su puesta en escena; la edición es de una gran rigurosidad hasta el punto de no dejar ni un solo plano inútil; y las actuaciones, con una grandiosa Barbara Stanwyck, como la mujer que ama de manera casi obsesiva, mientras un abismo va abriéndose a su paso; un solícito Van Heflin (Sam Masterson), será el hombre llamado a facilitar que las cosas tengan su lugar; un debutante Kirk Douglas (Walter O’Neil), cargará con los errores que no corrigió nunca de su padre; y Lizabeth Scott (Toni) será la chica con ansias de redimirse y con un gran ímpetu de amar.

Esta es la clase de película que te atrapa enseguida y no te suelta ni después de que ha terminado, porque, irremediablemente, sigues pensando en las muchas cosas que en ella suceden.
Luis Guillermo Cardona
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