No obstante que se graduó como contador y fue asesor jurídico y profesor de lenguaje, el teatro fue la gran pasión del escritor italiano, Nino Di Maria, aunque ya había publicado cuentos y versos en cierta cantidad. El impulso de su padre, quien rechazó que fuera pintor y de, Leonardo Sciascia, el celebrado escritor que, en los años 40’, frecuentaba a Sommatino (la tierra natal de Di Maria) porque su esposa enseñaba allí, estimularon en el joven literato la dedicación a la dramaturgia… y desde entonces, surgieron obras como, “Ombre”, “La Mafia ha Ammazzato Napoleone”, “I Pascoli di Braemi”… y mientras brotaban éstos y otros títulos, de tanto en tanto el depresivo y melancólico, Di Maria, se sentía inspirado para escribir alguna novela surgida de un hecho de la vida real que lo impactaba. Fue así, como al enterarse de la noticia de unos mineros que, en busca de una mejor vida en Francia, tuvieron un grave percance con la nieve de la frontera, surgió, “Cuori negli Abissi” (Corazones en el abismo, 1949)… y fue como una suerte de revelación, porque se apagó, desde entonces, la simpatía que llegó a tener por el fascismo; se hizo amigo del director, Pietro Germi (con un clarísimo ideario de izquierda), a quien le llevó la novela tras conocer su obra maestra, “In Nome della Legge”, y junto a Federico Fellini, hicieron un primer tratamiento que luego retocarían, Germi y Tullio Pinelli. El resultado final, se convertiría en otra inolvidable película que el director tituló, <<EL CAMINO DE LA ESPERANZA>>.

“En la profundidad de la mina, asfixiados por el humo que mataba sin piedad, los corazones de aquellos hombres se entendían sin hablar, mientras se buscaban en la oscuridad desafiando a la muerte”. Así se lee en una de las páginas de la novela, y será este hecho, más los míseros salarios, lo que empuje a Saro Cammarota (con sus hijos) y a otros mineros (algunos con sus esposas), a emprender un viaje hasta Francia, animados por un hombre sin escrúpulos que los llevará hasta cierta parte en coche y en tren… con el propósito de dejarlos, luego, tirados a su suerte.

Pero, brillará la amistad sincera… la solidaridad brotará sin reserva alguna de sus fervientes corazones… y el amor y la buena voluntad sostendrá a unos espíritus dispuestos a sobrepasar todas las barreras en busca de una felicidad que, ¡vaya a saber cuántos conseguirán alcanzarla!

Enmarcando su historia, una vez más, en la célebre escuela neorrealista, la película cuenta con muy selectos escenarios naturales encontrados cerca de Favara, donde está la mina Ciavolotta; muchos extras fueron elegidos entre las familias de mineros, pero de nuevo, el director ambienta la trama en Capodarso, Sicilia.

Raf Vallone, actor que ya se había hecho conocer en, “Riso Amaro” (Giuseppe De Santis, 1949) y dos o tres títulos más, fue el agraciado a quien se asignó el rol de ese minero de gran corazón que se pondrá al frente del grupo de emigrantes ilegales. La preciosa, Elena Varzi, es la muchacha aguerrida y leal que, luego, tendrá que debatirse entre dos amores; y Saro Urzi’ -actor muy apreciado por Germi- tiene el rol de Ciccio, el hombre con la infame disposición de engañar a gente con grandes necesidades.

Cierro diciendo que, hay cinco clases de delitos que considero execrables: 1. El Terrorismo. No tiene perdón del cielo que alguien dispare indiscriminadamente o ponga una bomba con la que puede matar a niños, mujeres y ancianos. 2. La Violación. Sobre todo si las víctimas son niños o niñas. 3. La Trata de Blancas. Es atroz esclavizar y prostituir forzosamente a una mujer. 4. La Difamación. En especial si se orienta hacia personas inocentes de gran prestancia social o cultural. 5. La Estafa. Cuando es utilizada para aprovecharse de la necesidad de personas de bajos recursos o en situación de crisis.