Docente en la Universidad George Washington, donde dicta la cátedra de Historia Estadounidense, Michael Faraday, parece haber seguido las huellas de su esposa Leah -agente del FBI que perdiera su vida durante un fallido allanamiento- porque también, él, tiene afanes de sabueso… y hasta quizás heredó el afán investigativo del célebre inventor inglés que también lleva su nombre, y al cual le debemos, entre otras cosas, la electromagnética y la electrolisis, además de que, tras una sólida investigación demostró que, ‘el magnetismo puede afectar a los rayos de luz’, frase que bien podría relacionarse cuando veamos lo que ocurrirá en el momento en que, Faraday, conozca a su carismático vecino, Oliver Lang, tras auxiliar a su pequeño hijo herido.

De no ser porque, el ingeniero de estructuras, es pillado cuando muestra el plano de un edificio y dice que es de un centro comercial que está construyendo, la cálida amistad se hubiese sostenido… pero, en vez de eso, se despierta el olfato del sabueso y lo que se aviene es una trama con mucho suspenso y con un duelo de parejas donde, cada quien sabe lo que hace.

Mark Pellington, director con una amplia trayectoria en la elaboración de vídeos musicales y quien tiene, aquí, su segundo largometraje (el primero fue, “Going all the Way”, 1997), logra un thriller de esos que te atrapan desde la primera escena… y ya no va a soltarte porque, los protagonistas son de esa suerte de avezados individuos que actúan con mucho cálculo, y tienen entre ceja y ceja un claro propósito que no soltarán por nada del mundo.

El guion escrito por, Ehren Kruger, contiene un amplio número de situaciones muy bien descritas y con elementos sorpresa bien interesantes, pero, infortunadamente, deja algunos cabos sueltos. Por ejemplo: Nunca sabremos qué tipo de información hay en el papel de fondo azul que se advierte en el marco que atrae a Faraday… ni tampoco supo nadie del valioso mensaje que dejara en el teléfono la linda Brooke.

También llama la atención el sorpresivo cierre que, algunos años atrás, no hubiese pasado la censura, pero, de esta manera, el director deja abierta una posible secuela… o simplemente toma partido frente a éstos hechos. En vista de que la secuela nunca llegó, queda esperar que, en la serie de tv, “Arlington Road”, que actualmente está en producción, con Pellington como productor ejecutivo y director, pueda obtenerse alguna respuesta.

Jeff Bridges, como Michael Faraday, consigue una intensa interpretación tratando de digerir la absurda muerte de su amada esposa… y al tiempo, queriendo aclarar quién es realmente y que trama su nuevo amigo. Como Lang, Tim Robbins nos asegura una impecable interpretación y los valiosos matices que ofrece su personaje, harán casi imposible que consigamos verlo con resentimiento; y Hope Davis, encantadora como Brooke, la chica que se esmera por llenar el vacío afectivo que aún conserva el profesor de historia y, quizás por eso, es que alienta esa relación con los vecinos que, Michael sabe que ya no puede sostenerse. El agente del FBI tiene razón: cuando un hombre decide cambiarse de nombre, una de las más comunes razones, es porque algo desea borrar de su vida pasada.

Considerando, además, la ágil edición y la impecable partitura de Angelo Badalamenti, <<ARLINGTON ROAD>>, me enganchó por completo y creo que está entre los buenos thrillers que se hayan hecho en las últimas décadas.

Título para Latinoamérica: <<INTRIGA EN LA CALLE ARLINGTON>>