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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Comedia. Romance Un padre se enfrenta a uno de los momentos más naturales y temidos de su vida: la boda de su hija. Y los problemas no son sólo de índole sentimental: el abandono del hogar por parte de la chica; sino también de carácter económico: la organización de una costosa boda que lo traerá de cabeza. (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras veía esta divertida comedia de Vincente Minnelli, con un impagable Spencer Tracy haciendo las veces del afectuoso padre que se ve abocado a seguir el embrollado proceso de preparar la boda de su única hija, comencé a sentir –con tristeza, con mucha tristeza- que padres como ese están casi a punto de ser tan solo personajes de ficción. Por momentos, hasta perdí la noción de que estaba viendo una pura comedia hecha en gran medida con el propósito de divertir, y me sentí rememorando esa positiva parte del pasado cuando había más padres para quienes su familia era una cosa sagrada.

Porque lo que ahora sucede da grima: Abundan los progenitores (la palabra padres les queda bastante grande) que ansían que su hija se largue con cualquiera para quitarse el problema (causado por su incompetencia y maltrato) que la joven les significa, pero con un poco de sentido auto-crítico y mirándose con franqueza ante el espejo, quizás descubrirían que el problema son ellos. Hay también montones de progenitores que abusan de sus hijas, que las tratan con sometimiento, y hasta las asumen como cosa de su propiedad… y es entonces que la chica opta por dejar la casa, y lo hará aunque tenga que dejarse embarazar por un tipo al que no ama, si así siente que podrá forzar el hecho. Y una relación establecida de esta manera, en un porcentaje altísimo, está condenada al sufrimiento.

Y ¡por Dios! cuantos progenitores que son buena gente, pero ante su familia no logran ser más que simples proveedores, porque para dialogar, para acompañar, para dar afecto directo o demostrar un interés abierto por los suyos, son tan apocados que parecen invisibles… Y lo peor, es que se mueren sin haberse enterado del dolor que con estas actitudes causaban a sus hijos.

Hace pocos días, una trabajadora social me contaba llorando, que tras mucho luchar logró por fin un importante trabajo con una institución del Estado, que está feliz con lo que está haciendo en favor de los derechos de los niños… y que va a la casa de su madre con deseos de alegrarlos con estas cosas, pero que allí, en todo momento y en todas las ocasiones, solo se habla de lo que ella pregunte.

Con una cálida actuación de la adolescente Elizabeth Taylor, como la chica sensatamente enamorada no obstante los rasgos infantiles que todavía brotan de su alma; Joan Bennett como la madre dispuesta a que su hija tenga la boda que ella anheló para sí misma; y con Don Taylor (posterior director de títulos como “Las aventuras de Tom Sawyer”, “Ecos de un verano” y otras) como el novio que debe demostrar que está en condiciones sólidas para formar un hogar, “EL PADRE DE LA NOVIA” asegura un buen rato de locuras, momentos muy divertidos… y una lección que sin duda vale la pena recordar.

Creo que va siendo hora de que, a las últimas generaciones de progenitores, se las empiece a poner en terapias intensivas, y películas como “EL PADRE DE LA NOVIA” y otras de este corte, deberían mostrárselas una y muchas veces, a ver si volvemos a alcanzar un digno grado de conciencia.
Luis Guillermo Cardona
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