Entrados los años setenta y con una buena parte de la población mundial consciente de que los conflictos a gran escala no se podían resolver ni a base de guerras ni bombas nucleares, desde bien entrada la Guerra Fría surgieron varios títulos destacables en el panorama de la Ciencia Ficción que podíamos tomar en consideración con la pionera “Ultimátum a la Tierra” (The Day the Earth Stood Still, 1951) del mismo Robert Wise y que veinte años después rebuscaría meticulosamente en un tratamiento más serio y científico que daría el resultado final de “Andromeda Strain”, toda una película de culto que merece estar entre los títulos más destacados de su género.

Una invasión alienígena materializada en forma de pandemia bacteriológica que afecta a todo un pequeño pueblo de Nuevo Méjico provocándoles la muerte inmediata hace saltar la alarma a toda la comunidad militar y científica. Aunque consiguen aislar la bacteria en las dependencias de un cilíndrico laboratorio subterráneo, la amenaza es más que patente e incluso el uso de armas nucleares contra lo que denominan como Andrómeda acabaría favoreciéndola aún más.

Wise se basó en la novela de Michael Crichton que poco tiempo después crearía en forma de películas ese “resort” de terror y western tecnológico ideado para la distracción de humanos a robots como serian “Almas de Metal” (Westworld, 1973) y que a la postre emprendería esa trilogía emprendida con Steven Spielberg en los noventa como es “Jurassic Park”.

Pero en los setenta rebozaba Guerra Fría, conflictos políticos entre los dos bloques mundiales y muchas, muchas drogas para desinhibirse. “La Amenaza de Andrómeda” suponía para que la realidad y ficción se cruzaran formando una claustrofóbica pieza de fantaciencia que aún hoy provoca espasmos.