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Voto de Natxo Borràs:
7
Drama Berlín, 1942. Friedrich, de 16 años, que acaba de finalizar el bachillerato elemental y es un hábil boxeador aficionado, sueña con ser alguien en la vida. Su oportunidad le llega al fijarse en él durante un combate de boxeo por un joven simpático que es profesor de una escuela de elite de los nazis y ayuda a Friedrich a ingresar en el centro. Allí, el joven profesor se convierte en el mentor de Friedric, a quien ayuda a soportar el ... [+]
9 de diciembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de que se diera a conocer en el panorama internacional con la celebrada “La Ola” (Die Welle, 2008) en que debatía los controvertidos métodos de un profesor a sus alumnos para recrearse con unas disciplinarias normas establecidas dentro de un mini-estado totalitario dentro de las aulas con el fin de diseñar un experimento social como asignatura de clase, el director alemán Dennis Gansel aportó su granito de arena en un largometraje que pretendió ser un hermano pequeño de “El Hundimiento” (Der Untergang, 2004) o que más bien ofrecia, desde otro punto de vista, el del ciudadano alemán, en los primeros años cuarenta uniformados de nazismo y con una sociedad alejada de la Guerra y algo disconforme con el régimen que había llevado a Hitler al poder en 1933.

“Napola” está ambientada en 1942 y su título se refiere a los internados especializados, gracias al apoyo del partido Nacionalsocialista y su grupúsculo principal, las Juventudes Hitlerianas, en que muchos jóvenes eran adiestrados y sometidos a una estricta y dura disciplina para desarrollar así su espíritu ario en las cualidades que llevaban antes de su ingreso, según su especialidad deportiva. Éste es el caso de su protagonista principal Friedrich Weimer (Max Riemelt), hijo de obreros algo descontentos con las políticas internas de su país, que ingresa voluntariamente convencido que su futuro como boxeador alcanzará las cotas más inimaginables que jamás hubiera imaginado. Allí entablará amistad con Albrecht Stein (Tom Schilling), hijo de un estricto oficial de las SS y que no parece muy convencido con las prácticas que se llevan a cabo dentro de la institución.

Con sinceridad y juicio un director alemán como Gansel se atreve a alejarse de la cuestión judía para entrar en el corazón y buena fe de una población, como la alemana, que creía ciegamente en un régimen sentenciado desde el primer día al derrumbe.
Natxo Borràs
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