Michelangelo Antonioni ya llevaba una década inmerso en su carrera cinematográfica cuando el film que realmente lo lanzó a la fama no llegó hasta 1960. En ése inicio de década, “L, Avventura” levantó polvareda en su pase por Cannes por el posterior desconcierto que provocó debido al cabo suelto en su argumento: una chica desaparecida (Lea Massari) durante un viaje de placer por las Islas Eólicas y el posterior romance del novio de ésta (Gabrielle Ferzetti) con la mejor amiga de ella (Monica Vitti). Antonioni daba así un patacazo al cada vez más aburguesado neorrealismo mostrando como Fellini, una caricatura salvaje de los nuevos ricos ya diseccionados en “La Dolce Vita”.

Antonioni inauguraba así su trilogía de la incomunicación continuada por “la Noche” (la Notte, 1962) y “El Eclipse” (L, Eclisse, 1962). En “La Aventura” no se establecería un triángulo amoroso pero si la desaparición y durante la búsqueda se transforman unos personajes dados en un principio a una sola apariencia, en un principio formalmente correcta. Al espectador se le exige esfuerzo en esta vasta y tormentosa odisea en blanco y negro. En su momento maldita cinta que recibió el apoyo de numerosos directores para que su pase en Cannes no pasara desapercibido a uno y se volviese a exhibir pese a los abucheos iniciales. Ejemplo de una cinta incomprendida bajo su apariencia magistral. Una perla en el cine italiano.