Spike Lee (Haz lo que Debas; Jungle Fever) tomó un devastador episodio de la Crónica Negra Norteamericana para radiografiar la vida social de diferentes habitantes la Ciudad de Nueva York. Allí donde las apagadas noches de Queens, Harlem, Bronx, Brooklyn… Se pasea Sam Berkowitz (Michael Badalucco), un veterano de Vietnam que guiado por una imaginaria secta satánica y un perro, se dedicó a asesinar a sangre fría a parejas que intimaban dentro de sus coches. La sucesión de crímenes y algunos puntos en común que los unían hizo creer a muchos que el asesino seguía un patrón determinado, como que la mayoría de sus víctimas eran mujeres de pelo corto y color castaño oscuro.

Entre ese ambiente de pánico y desconcierto hay momentos para la diversión, y la despreocupación. Las vidas de un grupo de vecinos del Bronx, desde Vinny (John Leguizamo) y sus colegas del barrio entre los que se encuentran su mejor amigo (Adrien Brody) que ha cambiado radicalmente de imagen que ha levantado las sospechas de muchos de los colegas del barrio que lo ven como una amenaza. Vinny tiene un problema: no deja de engañar constantemente a su mujer Dionna (Mira Sorvino) con otras mujeres y lo que él considera un mal menor se convierte en un problema cuando cree que podía haber sido objetivo del asesino hijo de Sam…

Todo ese cruce de vidas inquietas en el acosador ambiente urbano neoyorkino de finales de los setenta (triunfan la Música Disco, las falsas apariencias como la de colarse modestamente por Estudio 54 o lucir de descapotable a la entrada de la discoteca del barrio, el fervor contracultural “punk” en América, la liberación sexual…) completan el mosaico que el director de “Malcolm X” (1990) acaba de enderezar con una terrible sucesión de hechos reales narrados a modo de crónica con la presentación y clausura del escritor Jimmy Breslin.