Lucio Fulci nunca negó de que su “Nueva York bajo el terror de los zombis” (1979) pretendiera ser un pretexto de secuela del “Zombi” (Dawn of the Dead, 1978) de George A. Romero añadiéndole el subtítulo de “Zombi 2” en algunos países. Pero nueve años más tarde aparece ésta continuación con el 3 por delante, de la que sí se arrepentiría, ya no por lo cansino que resultaba el típico argumento de virus letal y contaminante que acaba matando y resucitando a sus víctimas convirtiéndoles en caníbales depredadores siempre en busca de vísceras frescas al estilo más “aldente” italiano.

Un argumento, como ya reprobo, inservible: la composición química elaborada a partir de una fórmula elaborada por el Ejército y etiquetada como “Muerte 1” es robada y su accidental propagación causa estragos en los habitantes y turista de una paraje tropical, en pleno corazón del Sudeste Asiático. El único favor que hace ésta peliculíta de la que Fulci renegó es su mensaje ecológico (ya alertaba a gritos de la presencia de la capa de ozono en la atmósfera, con algún que otro homenaje que brinda el “maese” italiano del horror a “Los Pajaros” de Alfred Hitchcock). Fulci abandonaría a medias éste intento de proyecto siendo substituido por otro especialista de su escuela Bruno Mattei (Apocalipsis Caníbal).