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Voto de Natxo Borràs:
7
Drama Amedeo (Enzo Jannacci) es un hombre vulgar y sencillo que llega a Roma desde el norte de Italia con el propósito de tener una audiencia privada con el Papa. Lo que pretende es discutir con él sobre asuntos de carácter filosófico y teológico que le preocupan. Sin embargo, sólo encuentra trabas que le impiden conseguir su objetivo. Llega incluso a ser vigilado por un policía que, compadeciéndose de él, le presenta a Aiche (Claudia ... [+]
20 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin Ferreri no hay Azcona. Y viceversa. Director italiano y guionista español ya habían demostrado que la provocación no lo era todo en dos films clave como “El Pisito” (1959), y “El Cochecito” (1960) o “Marcha Nupcial” (Marcia Nuziale, 1965) entre otras películas de una extensa colaboración no exenta de polémica a posteriori en una época de cambios como fue los años setenta con la indigesta “La Gran Comilona” (La Grande Bouffe, 1973) o la comedia de tintes eróticos “Adiós al Macho” (Ciao Maschio, 1978).

En 1972 pusieron en marcha un film como “L, Udienza” (1972) que ya depara en la odisea de lo imposible que puede ser alcanzar la meta de un derecho propio y tan cristianamente universal como es el de ser recibido cortésmente por el Papa. El rara avis del film, tras la muerte del “revolucionario Juan XXIII que cimentó las bases de una Iglesia más abierta al mundo con su Concilio Vaticano II, ya hace eco del enfriamiento con la llegada de Pablo VI como sucesor, más conservador y rupturista que prometió esa apertura conciliadora, pero que no dejaba de consolidar aún más los jerárquicos y complejos eslabones de jerarquía en que Sacra Institución no podía reblandecer a las primeras de cambio. Es aquí en que parte ésta crítica corrosiva del Poder en la Iglesia en la que un profundo devoto, Amadeo (Enzo Jannaci) un militar licenciado quiere plantear sus dudas e interrogantes sobre Dios al propio Papa y del que le es negada una audiencia personal. Su via crucis burocrático le llevará a entendérselas con un prefecto de policía (Ugo Tognazzi) a quien el confiará a una prostituta de confianza (Claudia Cardinale) para comprobar si se le despejan sus dudas sobre Dios lo más rápido posible y el intento de convencer a un influyente pero irresponsable conde (Vittorio Gassman) y una cardenal de ideas renovadoras (Michel Piccoli) con afán de poderse mantenerse en su despacho con maravillosas vistas a la Plaza de San Pedro.
Natxo Borràs
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