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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Cine negro. Thriller España, a comienzos de los años 80. Dos policías, ideológicamente opuestos, son enviados desde Madrid a un remoto pueblo del sur, situado en las marismas del Guadalquivir, para investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. En una comunidad anclada en el pasado, tendrán que enfrentarse no sólo a un cruel asesino, sino también a sus propios fantasmas. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que llama la atención del film es el magnífico trabajo de ambientación que se ha efectuado. La película nos retrotrae con toda fidelidad al año 1980, para lo que se han cuidado todos los detalles con auténtico esmero.

“La isla mínima” muestra de un modo descarnado un rincón sórdido de las marismas del Guadalquivir, un lugar del que todos los jóvenes quieren salir y del que claramente quedan vestigios de la España más profunda. En este entorno, la pareja de detectives tiene que enfrentarse, no solamente con la resolución de un caso complejo con muchas piezas que encajar, sino también con la colección de miserias humanas y bajezas morales que habitan en esos parajes tenebrosos, e incluso también con los fantasmas del pasado de los propios policías.

La película está dirigida por Alberto Rodríguez, quien ya en “Grupo 7″ dió muestras de que sabe manejar con aplomo y eficacia el arte de dirigir películas policiacas. Pues bien, en este trabajo ha reafirmado esa condición, logrando sin ninguna duda su mejor obra hasta el momento.

A mi juicio, estamos ante la mejor película española de 2014, de lejos. No hay comparación posible con ninguna otra que yo haya visto. Y, por supuesto, que alguien ponga al mismo nivel esta película con “El niño” suena a broma pesada. Ver las dos seguidas es un buen contraste entre lo que debe ser una película de verdad (“La isla mínima”) con lo que no lo es.

Y eso que la historia en sí no aporta gran cosa, no hay novedades en un argumento típico de dos policías de carácteres antagónicos que investigan a un asesino en serie de adolescentes en un entorno rural. Muy trillado. Aquí lo importante es la manera de narrarlo, el modo en que se nos muestra una película cruda y dura sin que haya escenas especialmente duras y crudas. Así como esa forma sutil de mostrarnos la España de 1980, con todos sus conflictos, ilusiones y tensión, pero sin filosofías ni moralinas, ni juicios de valor.

La dirección es espléndida, toda una lección. Me gustó todo del trabajo de Alberto Rodríguez, de arriba a abajo. Esos planos cenitales espectaculares, que son el sello de la película, los no menos geniales planos desde el interior del coche, la inolvidable escena de la persecución nocturna de los dos coches por las carreteras polvorientas. Todo magnífico. Y es imposible no destacar también la maravillosa fotografía y la música. Tanto una cosa como la otra le dan un toque perfecto a la película, engrandeciendo además la tensión y la atmósfera creada.

No hay una gran profundización en los personajes, pero creo que esto es algo que se hace de modo deliberado. Lo poco que vamos sabiendo de ellos son detalles que añadir a la trama, que la alimentan. Nada más. Todo va al servicio de la trama y no hay estudio de personajes para no distraer de lo que verdaderamente importa.

En cuanto a los actores, muy notable su trabajo. Como punto negativo, Jesús Castro (si, “er ninnio”) una vez más demostrando que solo sabe poner una cara y que la dicción no es lo suyo (¿no hay un chico guapo en España que sepa actuar, aunque sea un poco?). Asímismo, uno de mis actores favoritos, Antonio de la Torre, un tanto desaprovechado en un papel corto y poco relevante.

Pero los dos protagonistas, inmensos. Tanto Raúl Arévalo como Javier Gutiérrez se lucen en las mejores interpretaciones que yo les recuerdo. Además de sus interpretaciones individuales, quedan muy bien como pareja de policías, acoplándose perfectamente entre sí y bordando unos papeles que pueden ser históricos en el cine español.

Al principio, parecen el típico poli bueno – poli malo, pero poco a poco se va viendo que esto es algo bastante más complejo. Arévalo y Gutiérrez nos regalan unas interpretaciones repletas de matices y contención, muy en el tono general que tiene la película.

He de confesar que el final me decepcionó un poquito. Me esperaba un desenlace más “peliculero”, más inesperado, pero curiosamente ahora pienso que está bastante bien como está. No ata explícitamente todos los cabos y deja al espectador su espacio para pensar.

El interés no decae en ningún momento, el ritmo narrativo es perfecto y cada detalle que aparece en pantalla va enriqueciendo la película. A diferencia de otras películas de este estilo, los golpes de efecto son muy pocos, bien distribuidos y tienen sentido. En definitiva, una excelente película. Muy recomendable.

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keizz
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