El espectador logra hasta identificarse con el pobre joven Katadreuffe, hijo no reconocido de un mezquino y bestial millonario, y de una esquizoide y rencorosa mujer. El muchacho inicia pobre y casi destinado al fracaso, pero con fuerza de voluntad sortea todo tipo de dificultades (partiendo por las taras de sus padres), cambia el curso de su vida y logra hacerse un nombre como abogado. Eso, pese a lo duro de la película, hace que uno la vea una y otra vez: es un héroe de carne y hueso.