Puede que no estemos ante una película notable, pero valoro especialmente su espíritu crítico con la hipócrita política internacional ejercida por los poderes públicos (el gobierno al fin y al cabo, aunque ejercido desde las cloacas del poder) de la nación más poderosa de la Tierra, cuando desde sus acomodados despachos los Presidentes (especialmente ese actor de tercera división llamado Ronald Reegan en el papel de su vida) tomaban decisiones bélicas sobre un mapa para hacer la guerra como si se tratara de un juego de sobremesa. Además, Doug Liman sabe dotar al relato de las necesaria dosis satíricas para hacer más ligera y digerible esta infame historia, que carga sobre la espalda de aquellos gobernantes la responsabilidad de alzar al poder el tristemente famosos Cártel de Medellín, con la figura de Pablo Escobar en cabeza. En este sentido la película no tiene desperdicio, y el guion de Gary Spinelli hurga en las miserias de aquella época de una manera efectiva, contando muchas más cosas de las que se pueden ver a simple vista, empieza como una lección didáctica con mapas animados para acabar en un tono mucho más realista. La única pega es la presencia de la estrella Tom Cruise, que se pasa en el toque paródico; quizá un actor menos reconocible y menos tendente a los tics hubiera podido aportar más contención al personaje. Con todo, una apuesta necesaria y comprometida que merece la pena, aunque solo sea para ver cómo se las gastaban los americanos con las guerras de los otros.