53/18(16/02/21) Notable drama coescrito (junto a Per Olov Enquist, Max Lundgren y Bjarne Reuter) y dirigido por Bille August, adaptando la primera parte de cuatro de una célebre novela homónima de 1910 del escritor danés Martin Andersen Nexø, parcialmente autobiográfica, y relataba la mayoría de los hechos que habían conducido al autor a una toma de conciencia ideológica, contando la historia de dos inmigrantes suecos en Dinamarca, un padre encarnado por un grandioso Max Von Sydow (derrochando un patetismo revestido de ternura, con una química primorosa con el niño), y un hijo, al que da vida Pelle Hvenegaard, tenía 11 años cuando fue elegido, después de que unos 3.000 niños hicieran una audición, como muchos otros niños en Dinamarca, su familia lo nombró por el personaje epónimo de la novela, y con esos ojos expectantes magnéticos da una estupenda actuación, mostrando todo un arco de emociones que nos hace importarnos lo que le pase. Film aclamado por la crítica general, siendo uno de los pocos films que ha ganado la Palma de Oro en Cannes, el Globo de Oro a Mejor Film en habla No Inglesa, y el Oscar en la misma categoría. Para un relato con efluvios a una mezcla entre (como bien he leído) “Los 400 golpes” y “Los Santos Inocentes”, para un relato con claros tientes humanistas, donde se retrata un mundo feudal, de sumisión y opresión del poderoso, el clasismo en su máxima expresión, mostrando la dureza de la inmigración, la losa lapidaria del tiempo en el físico, la xenofobia, la ilusión de un mañana mejor frente a la dura realidad de acomodarte a ser un cuasi-esclavo en un régimen de jerarquías despóticas.

El escenario de la Granja se convierte en una especie de prisión para todos los de allí dentro. Donde las vejaciones y humillaciones son constantes, pero se aguantan por el miedo a no encontrar otro trabajo. Relato visto a través de los ojos de un niño que sobrevive en este crudo ambiente con su ajado padre, joven que sufre maltratos tanto en la granja como en el colegio, las vicisitudes allí vividas (amistades, visión de iniquidades, el drama que se vive en casa de los dueños, con infidelidades, hijos ilegítimos, castraciones, daños cerebrales, naufragios, muertes, infanticidios, ...) la relación entrañable con su falible progenitor le harán despertar de la inocencia a la madurez en la isla danesa de Bornholm. Y todo esto narrado con gran sentido estético, siendo prodigiosos visualmente los tramos de invierno en conjunción con el mar helado, o las bucólicas campestres del dueño de la granja y su sobrina (la secuencia en que ella desnuda lava su vestido manchado de sangre resulta estremecedora) gracias a la fascinante cinematografía de Jörgen Persson (“Los miserables”), componiendo estampas de una beldad turbadora, para una narración que desprende sentimientos encontrados como son la esperanza y la tristeza.

Se le puede achacar que las ansias de trascendencia pretenciosa le hacen darnos un metraje excesivo de casi dos horas y media, alargado para lo que cuenta, sintiéndose por momentos una sucesión de hechos acumulativos, set-pieces increscentes, donde hay reiteraciones que restan fluidez, donde hay situaciones un tanto forzadas (ejemplo el pobre Erik accidentado).

A finales de la década de 1850, el anciano emigrante Lasse Karlsson (Max Von Sydow) y su hijo Pelle (Pelle Hvenegaard) llegan a la isla danesa de Bornholm después de abandonar el condado de Skåne, en el sur de Suecia, tras la muerte de la madre del niño. Lasse tiene dificultades para encontrar trabajo, dada su avanzada edad y la juventud de Pelle. Se ven obligados a trabajar en una gran finca, donde generalmente son maltratados por los administradores. Los gerentes trabajan bajo las órdenes del tiránico Kongstrup (Axel Strøbye), tiene un historial de asuntos con mujeres empleadas e hijos ilegítimos resultantes. Entre esos niños se encuentra Rud (Troels Asmussen), quien se hace amigo de Pelle y lo ayuda a aprender danés. Pelle también se hace amigo del trabajador sueco Erik (Björn Granath), quien es constantemente acosado por presunta pereza. Erik comparte su sueño de visitar Estados Unidos, con Pelle, para “conquistar” el mundo.

Se inicia de modo inteligente marcando las cartas. Estamos en un Pelle the Conqueror abre en un populacho puerto danés donde Lasse Karlsson, y su hijo Pelle (Pelle Hvenegaard) desembarcan y comienza Lasse muy ilusionado a buscar empleo, teniendo como premisa ‘no aceptar la primera oferta’. En medio del entusiasmo de nuevo horizonte Lasse comenta a su vástago, “Tú eres muy joven… aún puedes conquistar el mundo”. Los patrones llegan al lugar en busca de emigrantes para sus granjas, nadie quiere a Lasse por su edad, y al final, vemos el puerto se ha quedado vacío, en el centro está Pelle en solitario, llega a un carro con un tipo buscando trabajadores, entonces sale del bar Lasse (aparentemente ebrio) y acepta ipso facto las condiciones del único curro ofrecido. Llegamos a la granja, un lugar con apariencia de prisión por sus altos muros, y en su interior rostros tristones, mientras ellos son alojados en una asquerosa minúscula habitación en el corral de vacas, donde las moscas lo cubren todo.

Asistimos a un micromundo donde el de arriba somete al de abajo y así sucesivamente en esta pirámide darwinista que se transmite como un virus. Esto ejemplificado en como pelle es vejado por el ayudante de capataz de modo sádico, y Pelle a su vez lo paga con su amigo Rud, al que paga una moneda por fustigarle la espalda con ortigas, ello en clara consonancia con lo que está ‘mamando’ en la granja; La mencionada vejación a Pelle lleva consigo un tramo estremecedor en como el padre de Pelle al verlo la ira lo lleva a coger la hoz para atacar al ‘torturador’, este huye. Lasse comenta a Pelle como castigará al que le ha humillado... (sigo en spoiler)