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Voto de TOM REGAN:
7
24 de septiembre de 2018
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188/01(01/09/18) Más que interesante décimo film del sueco Ingmar Bergman, con guión propio junto a Herbert Grevenius (colaborador habitual del realizador en sus inicios), relata con espíritu nostálgico, pero sin sensiblerías un romance de verano en una bucólica isla, entre una joven estudiante de ballet (Maj-Britt Nilsson) y un tímido (Birger Malmsten), que marcó a la mujer por siempre. Trata temas profundos y de calado emocional como el primero amor, la fugacidad de la felicidad, el dolor de la pérdida, el contraste de mundos (en este caso el elitista del ballet clásico vs la bucólica isla) o el peso del pasado en nuestras vidas, ello con algunas señas de identidad con que regaría parte de su filmografía el microuniverso de la farándula, la inocencia pura de los jóvenes, el despertar de golpe a la madurez, los payasos, el ajedrez, las aguas turbulentas del mar (clara alegoría sobre las pasiones), los cuestionamientos de fe (y sus consiguientes crisis), o la familia como elemento disturbador de los sentimientos.
Muchos temas estilísticos y conceptuales de Bergman se establecieron en este trabajo inicial, incluido escenario elegíaco del verano (Sonrisas de una noche de verano); romance idílico y juvenil y eventual pérdida de la inocencia (verano con Monika ); y pérdida de fe en Dios (Luz de invierno). En una secuencia, Henrik y Marie recogen fresas silvestres juntas. Además, la tía agonizante de Henrik juega ajedrez con un sacerdote que dice que la visita para conocer mejor la muerte, prefigura el famoso juego de ajedrez entre un caballero y la muerte misma en El séptimo sello de Bergman (1957). Visualmente también está el uso de Bergman de la cinematografía fluida en blanco y negro combinada con fundidos cruzados lentos. [Dixit]
Bergman cuenta su película en retrospectiva con la protagonista ahora de 28 años, y trasladándonos más de una década atrás para evocar un verano entusiasta de amor puro. La bailarina más vieja, ahora emocionalmente envuelta en arrepentimiento y pérdida, siente esos recuerdos cuando recibe un diario escrito a mano, y ella vuelve a visitar la isla, ahora un lugar frío y brumoso de su exuberancia veraniega, para reconciliarse su pasado.
Marie, bailarina de ballet de 28 años, se enfunda su vaporoso vestido de gasas en su grácil silueta, y se aplica una espesa capa de maquillaje sobre su terso cutis cada vez que tiene que salir al escenario a bailar. Detrás de tanto maquillaje, se agazapa una joven dubitativa, infeliz y temerosa, anclada en una adolescencia floreciente, que fue tan feliz como desgraciada. Marie recibe un paquete la catapulta al pasado. El diario de su amado Henrik (Birger Malmsten), la devuelve a un verano insustituible a orillas de un lago que podría ser la puerta del Edén. Jovencísima estudiante de ballet, siguiendo los pasos de su madre muerta, Marie compartía la gran propiedad de sus tíos junto al lago. Durante unas vacaciones, conoció a Henrik y los fuegos artificiales del amor recién descubierto…
Este es el Bergman de su primera etapa, menos críptico y más diáfano, exponiendo uno de sus mantras como es la contraposición de dos sentimientos como la felicidad y el dolor, de cuan fina es la línea que los separa. Para que nos llegue esto el director nos lo narra de modo inteligente, imbuyendo el relato de un aire cuasi onírico (ejemplo es esa anciana vestida de negro que cruza la isla cual imagen de la muerte, emparejado con el estado de ánimo en el presente de Marie), ello por las imágenes que la surcan de ballet clásico, como de las secuencias en la bucólica isla, cubriendo con un halo invisible lírico el metraje, donde el realismo y la fantasía resultan por momentos difuso, ejemplo claro es la escena de animación (secuencia animada hecha por Rune Andréasson , más tarde sería conocido en Suecia por la caricatura Bamse), rebosante de encanto en su trazo ingenuo de niño, quizás expresando la inocencia de la pareja que la contempla, sabiendo alternar los flash-back de modo claro para nos llegue la idea de lo que tiene en la cabeza la protagonista, en el pasado la ilusión y esperanza del amor genuino frente al presente melancólico y más nihilista. A ello se suma una evolución constante de los caracteres, un retrato psicológico hábil de personalidades, de cómo se enfrentan a cada situación catárquica. Ello habiendo momentos en los que se explora la fe religiosa, algo muy bergmaniano el cuestionarse nuestro misticismo, también se indaga en la fugacidad de los sentimientos, haciendo una loa a la juventud y a lo efímero de ella, al despertar sexual (contextualmente, algo atrevido para el resto del mundo que no era Suecia)
Maj-Britt Nilsson está radiante en dual (pasado y presente) interpretación, una belleza que enamora, alternando según el tiempo melancolía con ilusión, nihilismo con pasión, flema con rebeldía, nostalgia con optimismo, desamor con amor, una actuación que enternece y conmueve potenciada por unos muy expresivos primeros planos que aguanta de maravilla, teniendo una notable química con Birger Malmsten. Además de estar muy bien como bailarina; Birger Malmsten está bien como el romántico y enamoradizo Henrik, con ese halo de ingenuidad, de inmadurez, de ganas de inmediatez, de egoísmo (no le gusta que su amor este obsesionada con el ballet), un tímido estudiante que tiene su despertar sexual y de amor un hermoso verano; Georg Funkqvist como el viscoso tío Erland de Marie, en una actuación resbaladiza con mucha sutilidad y pequeños gestos dice mucho de sus bajos instintos.
La puesta en escena resulta notable en el sentido de emitir el estado de ánimo requerido, como bien he mencionado con los flash-back, sumando los escenarios proyectados por el diseñador de producción Nils Svenwall, filmando en exteriores de Estocolmo y alrededores (Stockholm archipelago; Blasieholmen; Dalarö; Saltsjöbaden; Sandemar Castle; y en interiores de los Svensk Filmindustri);… (sigue en spoiler)
Muchos temas estilísticos y conceptuales de Bergman se establecieron en este trabajo inicial, incluido escenario elegíaco del verano (Sonrisas de una noche de verano); romance idílico y juvenil y eventual pérdida de la inocencia (verano con Monika ); y pérdida de fe en Dios (Luz de invierno). En una secuencia, Henrik y Marie recogen fresas silvestres juntas. Además, la tía agonizante de Henrik juega ajedrez con un sacerdote que dice que la visita para conocer mejor la muerte, prefigura el famoso juego de ajedrez entre un caballero y la muerte misma en El séptimo sello de Bergman (1957). Visualmente también está el uso de Bergman de la cinematografía fluida en blanco y negro combinada con fundidos cruzados lentos. [Dixit]
Bergman cuenta su película en retrospectiva con la protagonista ahora de 28 años, y trasladándonos más de una década atrás para evocar un verano entusiasta de amor puro. La bailarina más vieja, ahora emocionalmente envuelta en arrepentimiento y pérdida, siente esos recuerdos cuando recibe un diario escrito a mano, y ella vuelve a visitar la isla, ahora un lugar frío y brumoso de su exuberancia veraniega, para reconciliarse su pasado.
Marie, bailarina de ballet de 28 años, se enfunda su vaporoso vestido de gasas en su grácil silueta, y se aplica una espesa capa de maquillaje sobre su terso cutis cada vez que tiene que salir al escenario a bailar. Detrás de tanto maquillaje, se agazapa una joven dubitativa, infeliz y temerosa, anclada en una adolescencia floreciente, que fue tan feliz como desgraciada. Marie recibe un paquete la catapulta al pasado. El diario de su amado Henrik (Birger Malmsten), la devuelve a un verano insustituible a orillas de un lago que podría ser la puerta del Edén. Jovencísima estudiante de ballet, siguiendo los pasos de su madre muerta, Marie compartía la gran propiedad de sus tíos junto al lago. Durante unas vacaciones, conoció a Henrik y los fuegos artificiales del amor recién descubierto…
Este es el Bergman de su primera etapa, menos críptico y más diáfano, exponiendo uno de sus mantras como es la contraposición de dos sentimientos como la felicidad y el dolor, de cuan fina es la línea que los separa. Para que nos llegue esto el director nos lo narra de modo inteligente, imbuyendo el relato de un aire cuasi onírico (ejemplo es esa anciana vestida de negro que cruza la isla cual imagen de la muerte, emparejado con el estado de ánimo en el presente de Marie), ello por las imágenes que la surcan de ballet clásico, como de las secuencias en la bucólica isla, cubriendo con un halo invisible lírico el metraje, donde el realismo y la fantasía resultan por momentos difuso, ejemplo claro es la escena de animación (secuencia animada hecha por Rune Andréasson , más tarde sería conocido en Suecia por la caricatura Bamse), rebosante de encanto en su trazo ingenuo de niño, quizás expresando la inocencia de la pareja que la contempla, sabiendo alternar los flash-back de modo claro para nos llegue la idea de lo que tiene en la cabeza la protagonista, en el pasado la ilusión y esperanza del amor genuino frente al presente melancólico y más nihilista. A ello se suma una evolución constante de los caracteres, un retrato psicológico hábil de personalidades, de cómo se enfrentan a cada situación catárquica. Ello habiendo momentos en los que se explora la fe religiosa, algo muy bergmaniano el cuestionarse nuestro misticismo, también se indaga en la fugacidad de los sentimientos, haciendo una loa a la juventud y a lo efímero de ella, al despertar sexual (contextualmente, algo atrevido para el resto del mundo que no era Suecia)
Maj-Britt Nilsson está radiante en dual (pasado y presente) interpretación, una belleza que enamora, alternando según el tiempo melancolía con ilusión, nihilismo con pasión, flema con rebeldía, nostalgia con optimismo, desamor con amor, una actuación que enternece y conmueve potenciada por unos muy expresivos primeros planos que aguanta de maravilla, teniendo una notable química con Birger Malmsten. Además de estar muy bien como bailarina; Birger Malmsten está bien como el romántico y enamoradizo Henrik, con ese halo de ingenuidad, de inmadurez, de ganas de inmediatez, de egoísmo (no le gusta que su amor este obsesionada con el ballet), un tímido estudiante que tiene su despertar sexual y de amor un hermoso verano; Georg Funkqvist como el viscoso tío Erland de Marie, en una actuación resbaladiza con mucha sutilidad y pequeños gestos dice mucho de sus bajos instintos.
La puesta en escena resulta notable en el sentido de emitir el estado de ánimo requerido, como bien he mencionado con los flash-back, sumando los escenarios proyectados por el diseñador de producción Nils Svenwall, filmando en exteriores de Estocolmo y alrededores (Stockholm archipelago; Blasieholmen; Dalarö; Saltsjöbaden; Sandemar Castle; y en interiores de los Svensk Filmindustri);… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
… todo esto filtrado por la fascinante fotografía de Gunnar Fischer, el habitual (filmó 13 películas de Bergman) del realizador sueco en los 50 (“Un verano con Mónica”, “El séptimo sello” o “Fresas salvajes”), capturando con lentes de alto contraste el tramo idealizado en la isla, con grandes angulares para dar esplendor panorámico a la ínsula, creando postales de una belleza evocadora, el archipiélago como alegoría de los sueños, es la pureza del entusiasmo juvenil, aunque sabe mostrar con sutilidad la hostilidad de naturaleza, ello con visiones de rocas puntadas, así como jugando con los estados lumínicos del sol como preconizador de algo siniestro por llegar, llamando la atención como se habla del agua fría del mar (el frío es un vínculo místico con la muerte), y está el teatro del ballet como contraparte, un lugar donde no entra el sol, angosto, saturado de gente, con camerinos estrechos, asimismo sabiendo extraer con incisivos primeros planos toda la expresividad emocional de Marie. La cámara se deleita poéticamente con las secuencias de ballet (El lago de los cisnes de Piotr Ilich Chaikovsky), toda una delicia plástica-estética, quizás como una alegoría de que la vida es un baile, solo hay que saber adaptarse al ritmo. También digno de mencionar es el juego que dan los sonidos de la isla para imbuirnos del estado cuasi-edénico.
Spoiler:
Tres escenas destacables. Primera es el accidente de Henrik, salto al mar desde las rocas; con risas de Marie en off se lo ve lanzarse en un salto que sigue Marie con mirada mientras el espectador, gracias a breve y nervioso movimiento de cámara, ve el rostro de la chica, horrorizado por la caída de su novio. Así reflejó Bergman la evanescencia de la felicidad y la fugacidad de la vida, torna la sonrisa en tragedia en un solo instante; La segunda escena, cerca del final, muestra a Marie interrogándose ante el espejo sobre su propia identidad, en medio de magnífica metáfora en que el maquillaje la convierte en su personaje durante la danza se interpone entre el espejo y su rostro. Momento en que entra en el camerino el mago Coppelius (Stig Olin), le dice a Marie las palabras definen esa angustia sobre la propia personalidad que atraviesa toda la obra del director: "No te atreves a quitarte el maquillaje ni a estar maquillada. No te atreves a quedarte ni a marcharte. Uno ve su vida con claridad una sola vez. Los muros que has construido a tu alrededor se derrumban. Te quedas desnudo y helado. Te ves a ti mismo por primera vez. No te atreves ni a vivir ni a morir"; Finalmente, la tercera escena, es el final del filme, la actual pareja de Marie entre bambalinas para verla interpretar su ballet e intenta reconciliarse con ella tras su última pelea. Marie, acude a rescatarle justo cuando funcionarios del teatro a punto de echarle (el destino, esta vez sonríe); entonces, la cámara muestra sólo los pies de ambos personajes y cómo él da paso al frente (se decide, por fin, a comprometerse), ella se inclina sobre sus pies como lo hacen bailarinas (supera su depresión), le da un beso fuera de campo y sin cortes, sus pasos se dirigen hacia el escenario como señal que ha encontrado la manera de compatibilizar su pasión por el ballet (su vida profesional) con su amor (su vida personal), algo que no supo definir en caso de la relación con Henrik. Ese plano se une por encadenado con las escenas más alegres del ballet de Tchaikovsky. [Dixit]
Bergman que nos muestra un drama incisivo amargo, otorga un velo de esperanza al final, mostrándonos que una mirada al feliz pasado puede servir para encarar de mejor y más esperanzador modo el pasado, para no anclarnos en el agua pasada.
No es una obra maestra como algunas del maestro sueco Bergman (no toda su filmografía me encandila hay películas que me repelen), pero deja un buen y agradable poso. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Tres escenas destacables. Primera es el accidente de Henrik, salto al mar desde las rocas; con risas de Marie en off se lo ve lanzarse en un salto que sigue Marie con mirada mientras el espectador, gracias a breve y nervioso movimiento de cámara, ve el rostro de la chica, horrorizado por la caída de su novio. Así reflejó Bergman la evanescencia de la felicidad y la fugacidad de la vida, torna la sonrisa en tragedia en un solo instante; La segunda escena, cerca del final, muestra a Marie interrogándose ante el espejo sobre su propia identidad, en medio de magnífica metáfora en que el maquillaje la convierte en su personaje durante la danza se interpone entre el espejo y su rostro. Momento en que entra en el camerino el mago Coppelius (Stig Olin), le dice a Marie las palabras definen esa angustia sobre la propia personalidad que atraviesa toda la obra del director: "No te atreves a quitarte el maquillaje ni a estar maquillada. No te atreves a quedarte ni a marcharte. Uno ve su vida con claridad una sola vez. Los muros que has construido a tu alrededor se derrumban. Te quedas desnudo y helado. Te ves a ti mismo por primera vez. No te atreves ni a vivir ni a morir"; Finalmente, la tercera escena, es el final del filme, la actual pareja de Marie entre bambalinas para verla interpretar su ballet e intenta reconciliarse con ella tras su última pelea. Marie, acude a rescatarle justo cuando funcionarios del teatro a punto de echarle (el destino, esta vez sonríe); entonces, la cámara muestra sólo los pies de ambos personajes y cómo él da paso al frente (se decide, por fin, a comprometerse), ella se inclina sobre sus pies como lo hacen bailarinas (supera su depresión), le da un beso fuera de campo y sin cortes, sus pasos se dirigen hacia el escenario como señal que ha encontrado la manera de compatibilizar su pasión por el ballet (su vida profesional) con su amor (su vida personal), algo que no supo definir en caso de la relación con Henrik. Ese plano se une por encadenado con las escenas más alegres del ballet de Tchaikovsky. [Dixit]
Bergman que nos muestra un drama incisivo amargo, otorga un velo de esperanza al final, mostrándonos que una mirada al feliz pasado puede servir para encarar de mejor y más esperanzador modo el pasado, para no anclarnos en el agua pasada.
No es una obra maestra como algunas del maestro sueco Bergman (no toda su filmografía me encandila hay películas que me repelen), pero deja un buen y agradable poso. Fuerza y honor!!!