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Voto de TOM REGAN:
5
7,1
1.564
Drama. Cine negro
Leonora Eames ve colmada su ambición cuando se casa con el multimillonario Smith Ohlrig, un hombre enfermo, neurótico y autoritario. Pero el matrimonio fracasa, y la joven decide separarse. A continuación, encuentra trabajo como secretaria de un médico idealista y con una gran vocación. El marido, sin embargo, no está dispuesto a renunciar a su mujer y trata por todos los medios de mantener su dominio sobre ella. (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
159/11(10/06/23) Desequilibrada revisión del cuento de Cenicienta. Film dirigido por el germano Max Ophüls, aunque se dice lo fue en primera instancia por John Berry mientras este se recuperaba de una enfermedad, no se sabe lo que pudo ser de uno u otro, pero ello sin duda pudo haber repercutido en su irregular resultado final. El guión de Arthur Laurents (“La soga” o “West Side Story”), basándose libremente da en la novela “Wild Calendar” de Libbie Block, aunque termina notándose muy encorsetada para ser del gusto de la censura del Codigo Hays. Una historia con un manejo de elipsis muy torpe, con unos caracteres atropellados, provocando situaciones absurdas, y todo coronado en un final que es un insulto a la inteligencia (el propio Ophüls lo califico de suave). La salvan unas actuaciones notables, y una realización expresionista vigorosa. Trata el reverso amargo del ‘éxito’ en el Sueño Americano, aquí representado en buscarte un marido rico, y con ello surge el eterno dilema de si el dinero da la felicidad. Es la clásica historia de la ‘Cinderella” donde el Príncipe Azul/ Smith Ohlrig se transforma en Ogro, al parecer inspirado en el magnate Howard Hughes con el que Ophüls tuvo desencuentros cuando fue fichado en su llegada a USA por la RKO, de la que era dueño Hughes.
Leonora Eames (Barbara Bel Geddes), es incitada por su compañera de cuarto Maxine (Ruth Brady), a asistir a la escuela de encanto de Dorothy Dale para aprender etiqueta y poder obtener mejor posición y casarse con alguien rico que pudiera proporcionarle comodidades materiales. Después del curso de seis semanas, Leonora trabaja con Maxine como modelo de una tienda por departamentos y conoce al hombre rico, el apuesto y distante gigante industrial Smith Ohlrig (Robert Rayn). En su última sesión con su psiquiatra (Art Smith), Smith le cuenta lo mal que trata al dulce pero superficial Lee. Cuando el psiquiatra pregunta por qué la trata con desdén, Smith clama que nadie le diga qué hacer y se casa con ella para fastidiar al psiquiatra. Los periódicos lo llaman una “historia de Cenicienta”. Pero Smith la descuida por el trabajo y la trata con frialdad como si fuera una empleada más, abusando de ella verbalmente y manteniéndola prisionera en su fría mansión de Long Island bajo la atenta mirada de su amanerado lacayo Franzi (Curt Bois).
La historia va dando bandazos de un género a otro, pero también saltando caóticamente de un rol a otro. Al principio la protagonista absoluta es Leonora, desconcertante en su personalidad, parece ingenua, pero sin embargo es una cazafortunas o no? Esto me es chirriante y un lastre. Al principio sigue los consejos de su amiga y se apunta a la academia de buenas señoritas (o más o menos), ello auspiciado por el que así podrá cazar un ‘maromo’ con plata. Cuando le ofrecen la oportunidad de seguir esta ruta y es invitada a un sarao como figurante, o sea, como supongo en el libro será señorita de compañía (prostituta en potencia), se niega dignamente, pero otra vez la amiga la empuja al fiestón en el yate, y al final se apunta. Esperando en puerto conoce a un tipo que viene del yate y la puede acercar, pero resulta es el anfitrión, Ohrlig, un adusto tipo que juega con ella (Ophüls filma alegóricamente a Robert Ryan entre sombras, su rostro siempre sombreado cual si fuera un villano que esconde el mal en sí. ella termina aceptando la lleve a su mansión en coche, pero cuando llegan a la misma la chica se arrepiente), Ohlrig, muy directo le comenta que si ha ido con él allí es que sabe a lo que iba, ella le pide la lleve a casa y el ricachón la lleva. Entonces hay un giro grimante que no se da en todo el film y es ver como protagonista de escena a Ohlrig en una sesión de terapia y por rebeldía a lo que le dice el doctor el paciente decide casarse con la joven que le ha rechazado, Leonora, y sin solución de continuidad saltamos a que ya están casados. Esto me resulta de dentera, pues nos hemos saltado por qué Leonora se casaría con un tipo misántropo y ególatra como este, solo puede ser por su dinero, que otro encanto tiene Ohlrig. Pero sin embargo luego nos la quieren pintar a ella muy orgullosa y digna ante el maltrato de él al tildarla sutilmente de buscona que ha encontrado el tesoro que es él. Si no hubieran mostrado todo lo anterior de como él la enamoró a ella, si es que fue con mentiras, colocándose una ‘máscara’, pero si no nos muestran él como se llegó allí, lo único que puedo pensar es que es real lo que dice Ohlrig, pero que ella ha visto los efectos secundarios de esto (epítome la humillación entre invitados a que le somete él a ella) y decide pegarse unas ‘vacaciones’ de él.
Y en estas encuentra al reverso de Ohlrig en un altruista médico, Dr. Larry Quinada, sin más ambición que ayudar al prójimo. Tipo este que desprecia a los ricos y su hedonismo, esto demasiado subrayado, tanto que me resulta un discurso hacia el espectador gritándole que el dinero solo hace infelices y tiránica a la gente, una moralina simplista y embestida de un buenismo para pobres (clase media). Por supuesto en cuanto vemos que este médico es encarnado por el apuesto James Mason (en su debut en USA), sabremos hay tema entre Leonora y ´´el, por mucho que nos cuelan unos primeros roces, nada sorprende en este aspecto, si acaso la forma flash en que se produce, nada de gradualidad, primera cita y petición de bodorrio. Esto, como casi todo, transcurre a toda velocidad, sin que haya proporción de emocionalidad, antes de que asientes en una situación hemos saltado dos peldaños más allá. Y como todo melodrama que se precie nos cuelan en el rush final un elemento trasgresor, que es manejado de forma torticera, para en su clímax girar de modo estrafalario, haciéndome sentir preso de la desorientación por el modo de volver a montar elipsis caóticas (*blog).
Leonora Eames (Barbara Bel Geddes), es incitada por su compañera de cuarto Maxine (Ruth Brady), a asistir a la escuela de encanto de Dorothy Dale para aprender etiqueta y poder obtener mejor posición y casarse con alguien rico que pudiera proporcionarle comodidades materiales. Después del curso de seis semanas, Leonora trabaja con Maxine como modelo de una tienda por departamentos y conoce al hombre rico, el apuesto y distante gigante industrial Smith Ohlrig (Robert Rayn). En su última sesión con su psiquiatra (Art Smith), Smith le cuenta lo mal que trata al dulce pero superficial Lee. Cuando el psiquiatra pregunta por qué la trata con desdén, Smith clama que nadie le diga qué hacer y se casa con ella para fastidiar al psiquiatra. Los periódicos lo llaman una “historia de Cenicienta”. Pero Smith la descuida por el trabajo y la trata con frialdad como si fuera una empleada más, abusando de ella verbalmente y manteniéndola prisionera en su fría mansión de Long Island bajo la atenta mirada de su amanerado lacayo Franzi (Curt Bois).
La historia va dando bandazos de un género a otro, pero también saltando caóticamente de un rol a otro. Al principio la protagonista absoluta es Leonora, desconcertante en su personalidad, parece ingenua, pero sin embargo es una cazafortunas o no? Esto me es chirriante y un lastre. Al principio sigue los consejos de su amiga y se apunta a la academia de buenas señoritas (o más o menos), ello auspiciado por el que así podrá cazar un ‘maromo’ con plata. Cuando le ofrecen la oportunidad de seguir esta ruta y es invitada a un sarao como figurante, o sea, como supongo en el libro será señorita de compañía (prostituta en potencia), se niega dignamente, pero otra vez la amiga la empuja al fiestón en el yate, y al final se apunta. Esperando en puerto conoce a un tipo que viene del yate y la puede acercar, pero resulta es el anfitrión, Ohrlig, un adusto tipo que juega con ella (Ophüls filma alegóricamente a Robert Ryan entre sombras, su rostro siempre sombreado cual si fuera un villano que esconde el mal en sí. ella termina aceptando la lleve a su mansión en coche, pero cuando llegan a la misma la chica se arrepiente), Ohlrig, muy directo le comenta que si ha ido con él allí es que sabe a lo que iba, ella le pide la lleve a casa y el ricachón la lleva. Entonces hay un giro grimante que no se da en todo el film y es ver como protagonista de escena a Ohlrig en una sesión de terapia y por rebeldía a lo que le dice el doctor el paciente decide casarse con la joven que le ha rechazado, Leonora, y sin solución de continuidad saltamos a que ya están casados. Esto me resulta de dentera, pues nos hemos saltado por qué Leonora se casaría con un tipo misántropo y ególatra como este, solo puede ser por su dinero, que otro encanto tiene Ohlrig. Pero sin embargo luego nos la quieren pintar a ella muy orgullosa y digna ante el maltrato de él al tildarla sutilmente de buscona que ha encontrado el tesoro que es él. Si no hubieran mostrado todo lo anterior de como él la enamoró a ella, si es que fue con mentiras, colocándose una ‘máscara’, pero si no nos muestran él como se llegó allí, lo único que puedo pensar es que es real lo que dice Ohlrig, pero que ella ha visto los efectos secundarios de esto (epítome la humillación entre invitados a que le somete él a ella) y decide pegarse unas ‘vacaciones’ de él.
Y en estas encuentra al reverso de Ohlrig en un altruista médico, Dr. Larry Quinada, sin más ambición que ayudar al prójimo. Tipo este que desprecia a los ricos y su hedonismo, esto demasiado subrayado, tanto que me resulta un discurso hacia el espectador gritándole que el dinero solo hace infelices y tiránica a la gente, una moralina simplista y embestida de un buenismo para pobres (clase media). Por supuesto en cuanto vemos que este médico es encarnado por el apuesto James Mason (en su debut en USA), sabremos hay tema entre Leonora y ´´el, por mucho que nos cuelan unos primeros roces, nada sorprende en este aspecto, si acaso la forma flash en que se produce, nada de gradualidad, primera cita y petición de bodorrio. Esto, como casi todo, transcurre a toda velocidad, sin que haya proporción de emocionalidad, antes de que asientes en una situación hemos saltado dos peldaños más allá. Y como todo melodrama que se precie nos cuelan en el rush final un elemento trasgresor, que es manejado de forma torticera, para en su clímax girar de modo estrafalario, haciéndome sentir preso de la desorientación por el modo de volver a montar elipsis caóticas (*blog).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Barbara Bel Geddes aporta dulzura, ingenuidad, calor humano, pero sin embargo esto no concuerda con las acciones del personaje, mucho más complejo de ese ser bondadoso y cándido que expresa en sus palabras, sus actos hablan por ella, y ella es en realidad alguien sin dinero que se ha casado con alguien con mucho dinero, por su dinero, no me la creo en sus dignas y orgullosas batallas con Ohlrig, él es un Monstruo (no me creo se case con alguien en un arrebato de soberbia, es un tipo exitoso y descarnado en los negocios que no los arriesgaría por un matrimonio exprés), pero ella es una caza millonarios, pero si ni tan siquiera los vemos darse un beso. No hay otro motivo para estar con él, con lo que toda su interpretación cojea por no abrirse a lo que realmente es. Porque cuando lo abandona no le pide el divorcio, pues porque pretende su dinero. Pero si termina volviendo con él por su plata; James Mason como el pediatra Larry Quinada aporta luz, pero me ha sido muy plano en su buenismo, ha tenido tropecientos papeles mejores que este buenazo solidario; Aunque el que más jugo saca de su rol es un gran Robert Ryan, con un carisma que desborda la pantalla, intimidante, amenazante, con un vigor inusitado, dejando ver grietas que supuran no por amor, si no por no ser el vencedor de cualquier disputa, formidable. Aunque me es estridente dejara a su esposa se marchara libremente de su casa a buscar trabajo y a instalarse en un pisucho, no me cuadra con su personalidad de Amo y Señor de todo y todos; Entre los secundarios destacaré al berlinés (judío que huyó de Alemania en 1934) Curt Bois, un experto en actores de reparto, apareciendo al principio de la mítica “Casablanca” como alguien que advertía a los recién llegados sobre el peligro de los carteristas mientras él mismo robaba la cartea a un incauto. Aquí da vida a Franzi Kartos, una especie de asistente en la mansión de Ohlrig, un chico de compañía para la Sra., extraño papel de tipo afeminado, muy bien en sus pocas apariciones, seguro que en la novela tenía más chicha su papel.
Aparte de la gran actuación de Robert Ryan, lo que más sobresale de la cinta es la gran labor en gloriosa cinematografía en b/n de Lee Garmes (“Scarface” o “Duelo al Sol”), jugando con las sugerencias (ese plano de la mesa vacía de Leonora en el consultorio médico) y sobre todo con el expresionismo gótico, moviendo la cámara con una fluidez inusitada en lugares angostos como es el consultorio médico, deslizándose entre paredes de modo dramático, con un manejo de grúa extraordinario (como es la secuencia que arranca en el suelo para exponer el dramatismo del derrumbe de Ohlrig), con picados y contrapicados (los que se dan con el elemento escalera para imprimir sensaciones) imponentes, con incisivos primeros planos para destacar algo y en segundo plano dejar ver la reacción de otra persona (el que la vea sabe de lo que hablo), con giros entre el bullicio (el baile con petición final de Quinada con Leonora). Con un lóbrego sentido de las sombras que se agudiza mucho en la mansión Ohlrig; Ophüls consigue éxito al hacer que un elemento sea el símbolo de la riqueza de las caza fortunas, el abrigo de visón.
Spoiler:
Que pinta en la peli ese momento comedia en que, en el club nocturno, con Leonora y el Dr. Quinada en la barra son interrumpidos una y otra vez por una mujer algo ebria?
Me queda un melodrama tan bueno visualmente como torticero en su desarrollo, torpedeado por unas elipsis imposibles de salvar, amén de una forma tramposa de tratar al personaje de Leonora. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2023/07/atrapados.html
Aparte de la gran actuación de Robert Ryan, lo que más sobresale de la cinta es la gran labor en gloriosa cinematografía en b/n de Lee Garmes (“Scarface” o “Duelo al Sol”), jugando con las sugerencias (ese plano de la mesa vacía de Leonora en el consultorio médico) y sobre todo con el expresionismo gótico, moviendo la cámara con una fluidez inusitada en lugares angostos como es el consultorio médico, deslizándose entre paredes de modo dramático, con un manejo de grúa extraordinario (como es la secuencia que arranca en el suelo para exponer el dramatismo del derrumbe de Ohlrig), con picados y contrapicados (los que se dan con el elemento escalera para imprimir sensaciones) imponentes, con incisivos primeros planos para destacar algo y en segundo plano dejar ver la reacción de otra persona (el que la vea sabe de lo que hablo), con giros entre el bullicio (el baile con petición final de Quinada con Leonora). Con un lóbrego sentido de las sombras que se agudiza mucho en la mansión Ohlrig; Ophüls consigue éxito al hacer que un elemento sea el símbolo de la riqueza de las caza fortunas, el abrigo de visón.
Spoiler:
Que pinta en la peli ese momento comedia en que, en el club nocturno, con Leonora y el Dr. Quinada en la barra son interrumpidos una y otra vez por una mujer algo ebria?
Me queda un melodrama tan bueno visualmente como torticero en su desarrollo, torpedeado por unas elipsis imposibles de salvar, amén de una forma tramposa de tratar al personaje de Leonora. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2023/07/atrapados.html