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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Animación. Fantástico. Comedia. Drama Miguel es un joven con el sueño de convertirse en leyenda de la música a pesar de la prohibición de su familia. Su ídolo es Ernesto de la Cruz, el músico y cantante más famoso de México. La pasión de Miguel le llevará a adentrarse en la "Tierra de los Muertos", donde conocerá su verdadero legado familiar. (FILMAFFINITY)
7 de abril de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
74/18(25/03/18) Buena producción de la factoría Pixar (decimonoveno largometraje), un film al que le cuesta arrancar (lo hace al entrar en la Tierra de los Muertos), pero cuando lo hace es una explosión trepidante que aúna lo (espectacularmente) visual con una historia con calado, tanto para niños como para adultos. Dirigida por Lee Unkrich (“Toy Story 2” o “Buscando a Nemo”), junto a Adrian Molina (primera realización, antes guionista de cintas como “El viaje de Arlo” o “Ratatouille”), con guión de este último con Matthew Aldrich (“Cleaner”), adaptando una historia de este, Unkrich y Jason Katz (“ToyStory” o “Bichos”), versando (como es habitual en la casa del flexo) sobre la experiencia vital de ser adolescente (“Toy Story” y el vínculo cuasi-mágica con los juguetes, “Monsters” y las relaciones de estos con el miedo, “Up” sobre la brecha generacional, “Brave” sobre enfrentarnos [rebeldía]con nuestro destino preestablecido por otros, “Del revés” y los temores a los cambios drásticos), aquí se hace un análisis sobre nuestra relación con nuestra familia, sobre lo que se quiere de ellos, sobre la búsqueda de identidad personal, y sobre el arco vital en que indefectiblemente somos mortales, además de ser un sentido estudio sobre los recuerdos familiares, sobre como rememoramos y mantenemos en la memoria a nuestros seres queridos, creando con inteligencia el film un mundo paralelo donde la riqueza es ser recordado en el mundo de los vivos, con lo que sutilmente se nos advierte (cual Karma) que lo importante es lo que hagamos en vida para ser queridos y recordados, y en paralelo un emocionado tributo a nuestros mayores. Asimismo Pixar es especialista en edificar (como ya he mencionado) mundos alternos, desde el submundo de los juguetes, el de los insectos, el de los Monstruos, el de los coches, o el del subconsciente, en este caso recrea un universo extensión del nuestro en el sentido que en el momento en que “aquí” se muere alguien, en este se va a la Tierra de los Muertos, una especie de segunda existencia, y de este modo ofreciendo a los niños un enfoque didáctico sobre la muerte, como ya se dio en “Up”, o la disneyana “El Rey León”, tocándola con espíritu pedagógico, sin mostrarla como algo trágico, más bien poniendo en valor lo que hacemos en vida, ensalzando que el Bien produce Bien, y el Mal … (el Karma ya dicho).

Destaca sobre todo en su escaparate estético el alma étnica mexicana que imprimen durante todo el relato, ello con respeto y sin caer en la caricatura (ejemplo los mariachis), en lo que es un estupendo homenaje a la cultura tradicional y costumbrista del país centroamericano, ensalzando tanto las figuras místicas del país (La celebración del Día de los Muertos, con su folclórico esoterismo), como su legado cultural histórico (Frida Kahlo, Jorge Negrete, María Félix, Cantinflas, El Santo, la Lucha Libre mexicana con sus típicas máscaras, …), además de estar claramente influido la película por los artistas autóctonos como el muralista Diego Rivera o el escritor Juan Rulfo (gustaba de mezclar realidad y fantasía, como en esta cinta), y todo esto enaltecido por unos ilustradores y fotografía exaltadora de cromatismos fulgurantes y epidérmicos. A esta inmersión la nación de Pancho Villa (por cierto, me falta este revolucionario, más recordado que él en México pocos), ayudan las voces originales actores latinos como Gael García Bernal, Alfonso Arau, Edward James Olmos, Selene Luna, Cheech Marin o Luis Valdez.

Una historia incisiva sobre la importancia de la familia, sobre los hilos invisibles que nos unen, sobre la importancia de los recuerdos para mantener viva la llama aun después de que alguien se haya marchado, si lo recuerdas no ha muerto del todo. En su debe que a los personajes les falta profundidad y alejarse del cliché.
Pixar deja constancia de su buen quehacer en los bellos prólogos (homérico el de “Up”), en este caso rindiendo tributo a la mencionada cultura mexicana, delineando la historia familiar de los Rivera a través de una serie de laminas de papel picado (tapetes mexicanos), ello en alineados carteles colocados sobre hilos en las calles, típicos de celebraciones y fiestas del país, ello con reminiscencias a animado con influencias del ilustrador galo Michel Ocelot o al film germano “Las aventuras del príncipe Achmed” (1926) de Lotte Reiniger.

La cinta despega cuando se produce el salto (confusamente definido) a la Tierra de los Muertos, el ritmo se acelera, la aventura se siente vibrante en especie de contrarreloj. Comenzamos en el lírico puente de entrada con un piso rebosante de pétalos de miles de esos pétalos de caléndula brillantes y relucientes, y llegamos a la grandiosa megalópolis (Necrópolis), sinuosa y laberíntica, un big bang onírico de cromatismo (gracias a la fotografía de Danielle Feinberg, “Wall•E” o “Los Increíbles) e imaginación puesta al servicio de dar ilusión al espectador (con una cámara vibrante de Matt Aspbury, “Shrek 2” o “Spirit”) en su periferia templos mayas, y conforme nos adentramos, la “modernidad” de edificios, unidos por teleféricos, poblada de esqueletos maravillosamente definidos a través de sus coloridas calaveras, pelucas, vestimenta y ojos, figuras huesudas que protagonizan en sus movimientos jocosos momentos de humor (sobre todo en persecuciones surrealistas)... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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