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Voto de TOM REGAN:
8
8,0
12.841
Romance. Comedia
Alfred Kralik es el tímido jefe de vendedores de Matuschek y Compañía, una tienda de Budapest. Todas las mañanas, los empleados esperan juntos la llegada de su jefe, Hugo Matuschek. A pesar de su timidez, Alfred responde al anuncio de un periódico y mantiene un romance por carta. Su jefe decide contratar a una tal Klara Novak en contra de la opinión de Alfred. En el trabajo, Alfred discute constantemente con ella, sin sospechar que es ... [+]
22 de febrero de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
25/02(03/02/20) Notable comedia realizada por el maestro de la sutilidad Ernst Lubitsch. Película inspirada en la obra “Illatszertár” (1937, conocida internacionalmente por su título francés: Parfumerie), del escritor húngaro MiklósLászló, inspirándose además el director en su propia vida, y es que el botones PepiKatona(personaje del film encarnado por Wlliam Tracy) tiene elementos autobiográficos (ingenuidad, suficiencia, ambición, etc.), y es que Lubitsch trabajó en el negocio de confección de su padre Simon. No siendo una obra de carcajadas, pero sí te dejará una mueca de satisfacción durante todo el metraje. Ello en un desarrollo ingenioso, con un ritmo constante, componiendo situaciones imaginativas, con diálogos incisivos, con una manejo brillante de las elipsis, jugando con habilidad con los fuera de campo, ello con mordacidad, delineando personajes que transpiran humanidad, con sus defectos, anhelos e ilusiones. Y todo con el sello de elegancia y sofisticación del maestro berlinés, abordando con chispa temas como la lucha de sexos (screw-ball), el clasismo, la precariedad laboral, el consumismo, echando mano de recursos como las confusiones, las falsas apariencias, los malentendidos, o el manejo de puertas dramática o cómicamente. Con una estructura teatral, donde hay prácticamente un único escenario (la tienda de elementos de cuero de Matuschek), donde se cruzan diferentes historias, todas interconectadas entre los trabajadores del comercio, habiendo romance, adulterios, traiciones, miedos, picaros, todo con el famoso ‘Toque Lubitsch’. El film ha sido declarado "culturalmente significativo" por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y escogido para su conservación por el National Film Registry.La película fue rehecha por Nora Ephron en 1998 con el título “You've Got Mail” con protagonismo para Meg Ryan y Tom Hanks.
Tiene un inicio excelente en la presentación de personajes (aunque aún falta por entrar en escena Margaret Sullavan), todos ellos esperando a la puerta de su trabajo a que llegue el jefe a abrirla y dar comienzo su jornada laboral. Escasos minutos aprovechados de modo excelso en diálogos y pensamientos punzantes, donde queda expresada con síntesis el carácter de todos ellos, sus ilusiones, anhelos, miedos (como aclaran con virulencia a Vadas situaciones, cual pensando que puede chivar algo al jefe que los ponga en entredicho), obsesiones, etc. Para a continuación entrar en este núcleo que será la historia, la tienda Matuschek, donde las vidas de estas figuras despliegan sus encantos, apoyándose en una dirección hábil e ingeniosa, puesta al servicio de atrapar al espectador en esta madeja deliciosamente hilada. Donde hay cajas musicales, billeteras, o cartas románticas.
Lubitsch se denota en la elegante ambientación, en las mencionadas geniales elipsis, en los atractivos fuera de campo, en el cariño con que son tratados los secundarios (Ese hilarante Pirovitch [FelixBressart] que cada vez que piden opinión huye del lugar para posicionarse y de ese modo poder poner en peligro su empleo; ese pícaro chico de los recados; ese serpentil y sibilino Ferencz Vadas).
La maestría del director germano tiene recursos estilísticos que lo engrandecen como el magno manejo de las elipsis de Lubitsch, ejemplo: Matuschek (las ve como un buen producto a vender) y Alfred (las ve un mal negocio) discuten sobre unas cajas de música para cigarros, entonces una joven (Klara Novak encarnada por Margaret Sullavan) entra en el local e intentando le den trabajo ‘coloca’ una de estas cajas a una clienta por un precio mayor que el propuesto por Matuschek (5,50 en vez de 4,25), con lo que es contratada ante la mala cara de Alfred. Entonces hay un corte y pasamos a un travelling en el exterior de la tienda, ahora nevada como reflejo del paso del tiempo, la cámara se posa en el escaparate y vemos las cajas cigarreras, y pone un cartel con: “antes 5,50, ahora 2,29”.
Lubitsch y el uso del plano secuencia: Vemos el plano general del interior de una oficina de correos, hay un travelling siguiendo a un empleado que llega a la parte trasera del casillero de apartado de correos 237, que se ve vacío de contenido, por la parte opuesta se abre la puertecita y una mano se introduce buscando cartas, la mano es sacada y tras ella vemos a una entristecida Klara, cerrando pesarosa el casillero.
La historia se bifurca en dos subtramas que se retroalimentan. Por un lado está el screw-ball con protagonismo para Alfred y Klara, una relación de odia-amor, con diálogos incisivos, mordaces, con réplicas y contrarréplicas, al que se le añade el ‘enredo’ de las correspondencia anónima con el mediador de un periódico, que da un cariz más divertido al haber por un lado esta tirantez personal, y por otro lado esta relación romántica epistolar platónica entre anónimos, esto con el acicate que uno de ellos se entera quien es el otro, jugándose con esta ventaja con mucho humor(el encuentro en la cafetería; o el modo en que se ‘conspira’ para haya un regalo de billetera’); Por otro lado está la subtrama del patrón Matuschek (Frank Morgan), con tintes caprianos, donde este tiene la sospecha de que su esposa le es infiel (‘Durante veintidós años hemos estado casados. Durante 22 años me he sentido orgulloso de mi mujer. Bueno, ella… simplemente no ha querido envejecer conmigo’), y sospecha de un empleado, lo cual le lleva a una depresión de cuasi-trágicas consecuencias, entroncando esto con la posterior “Que bello es vivir” (de ahí la referencia al director siciliano). Tipo afable que mantiene una relación cuasi-paternal con sus empleados, pero que esta situación le agria el carácter hasta el momento de estallar.
Tiene un inicio excelente en la presentación de personajes (aunque aún falta por entrar en escena Margaret Sullavan), todos ellos esperando a la puerta de su trabajo a que llegue el jefe a abrirla y dar comienzo su jornada laboral. Escasos minutos aprovechados de modo excelso en diálogos y pensamientos punzantes, donde queda expresada con síntesis el carácter de todos ellos, sus ilusiones, anhelos, miedos (como aclaran con virulencia a Vadas situaciones, cual pensando que puede chivar algo al jefe que los ponga en entredicho), obsesiones, etc. Para a continuación entrar en este núcleo que será la historia, la tienda Matuschek, donde las vidas de estas figuras despliegan sus encantos, apoyándose en una dirección hábil e ingeniosa, puesta al servicio de atrapar al espectador en esta madeja deliciosamente hilada. Donde hay cajas musicales, billeteras, o cartas románticas.
Lubitsch se denota en la elegante ambientación, en las mencionadas geniales elipsis, en los atractivos fuera de campo, en el cariño con que son tratados los secundarios (Ese hilarante Pirovitch [FelixBressart] que cada vez que piden opinión huye del lugar para posicionarse y de ese modo poder poner en peligro su empleo; ese pícaro chico de los recados; ese serpentil y sibilino Ferencz Vadas).
La maestría del director germano tiene recursos estilísticos que lo engrandecen como el magno manejo de las elipsis de Lubitsch, ejemplo: Matuschek (las ve como un buen producto a vender) y Alfred (las ve un mal negocio) discuten sobre unas cajas de música para cigarros, entonces una joven (Klara Novak encarnada por Margaret Sullavan) entra en el local e intentando le den trabajo ‘coloca’ una de estas cajas a una clienta por un precio mayor que el propuesto por Matuschek (5,50 en vez de 4,25), con lo que es contratada ante la mala cara de Alfred. Entonces hay un corte y pasamos a un travelling en el exterior de la tienda, ahora nevada como reflejo del paso del tiempo, la cámara se posa en el escaparate y vemos las cajas cigarreras, y pone un cartel con: “antes 5,50, ahora 2,29”.
Lubitsch y el uso del plano secuencia: Vemos el plano general del interior de una oficina de correos, hay un travelling siguiendo a un empleado que llega a la parte trasera del casillero de apartado de correos 237, que se ve vacío de contenido, por la parte opuesta se abre la puertecita y una mano se introduce buscando cartas, la mano es sacada y tras ella vemos a una entristecida Klara, cerrando pesarosa el casillero.
La historia se bifurca en dos subtramas que se retroalimentan. Por un lado está el screw-ball con protagonismo para Alfred y Klara, una relación de odia-amor, con diálogos incisivos, mordaces, con réplicas y contrarréplicas, al que se le añade el ‘enredo’ de las correspondencia anónima con el mediador de un periódico, que da un cariz más divertido al haber por un lado esta tirantez personal, y por otro lado esta relación romántica epistolar platónica entre anónimos, esto con el acicate que uno de ellos se entera quien es el otro, jugándose con esta ventaja con mucho humor(el encuentro en la cafetería; o el modo en que se ‘conspira’ para haya un regalo de billetera’); Por otro lado está la subtrama del patrón Matuschek (Frank Morgan), con tintes caprianos, donde este tiene la sospecha de que su esposa le es infiel (‘Durante veintidós años hemos estado casados. Durante 22 años me he sentido orgulloso de mi mujer. Bueno, ella… simplemente no ha querido envejecer conmigo’), y sospecha de un empleado, lo cual le lleva a una depresión de cuasi-trágicas consecuencias, entroncando esto con la posterior “Que bello es vivir” (de ahí la referencia al director siciliano). Tipo afable que mantiene una relación cuasi-paternal con sus empleados, pero que esta situación le agria el carácter hasta el momento de estallar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
James Stewart borda su encantador rol de líder de los dependientes, con simpatía donde gentes, manteniendo una química excelsa con Sullavan; Precisamente Margaret resulta maravillosa como la jovial y enérgica Klara, con una labia viperina, una compenetración estupenda con Stewart, saltando chispas entre ellos en varios ententes, derrochando la actriz gran expresividad; Frank Morgan es Matuschek, el dueño de la tienda, el ejemplo del capitalismo, demostrando paternalismo con sus trabajadores, sufre los celos por su adultera esposa, en un arco dramático lubitschiano en su gusto por retratar engaños conyugales, el actor embiste a su rol de carisma; El actor de origen prusiano Felix Bressart (nacido Solomon Breslau), da un perfil enternecedor como el temeroso empleado de perder su sustento, dando lecciones humildes a Alfred de cómo vivir en pareja en un hogar, manteniendo ententes frescos con Stewart; William Tracy es un rol alivio cómico dando vida al chico de los recados Pepi Katona, extrovertida actuación; El austriaco Joseph Schildkraut encarna al ladino Ferencz Vadas, me resulta un error, uno de los defectos del film se nos quiere hacer ver un villano forzado, el modo marginal en que es tratado en la tienda me resulta grimante.
De la puesta en escena destaca la grácil cinematografía de fotografía William H. Daniels (“La ciudad desnuda” o “La gata sobre el tejado de zinc”), en simbiosis con el refinado gusto de Lubitsch en sus ya remarcados recursos de provocar emociones; La música es obra de Werner R. Heymann (“Ser o no ser” o “Hace un millón de años”), pero lo que es icono del film es la melodía popular rusa “Ochi Tchormya” (Ojos oscuros), manejado tema cual running-gag (delirante cuando despiden a un empleado (no quiero spoilear) y este cae sobre la pirámide de cajas con esta música, cayendo estas al suelo y provocando un caos de esta melodía).
Margaret Sullavan, es recordada por su matrimonio con Henry Fonda y por este trabajo, su papel más valorado. La actriz tuvo un trágico final, puesto se suicidó en 1960 por temor a que una sordera le obligase a renunciar a su arte.
Muy recomendable comedia con trazas de romanticismo, pero sin caer en sensiblerías, de las películas que te deja un buen poso. Fuerza y honor!!!
De la puesta en escena destaca la grácil cinematografía de fotografía William H. Daniels (“La ciudad desnuda” o “La gata sobre el tejado de zinc”), en simbiosis con el refinado gusto de Lubitsch en sus ya remarcados recursos de provocar emociones; La música es obra de Werner R. Heymann (“Ser o no ser” o “Hace un millón de años”), pero lo que es icono del film es la melodía popular rusa “Ochi Tchormya” (Ojos oscuros), manejado tema cual running-gag (delirante cuando despiden a un empleado (no quiero spoilear) y este cae sobre la pirámide de cajas con esta música, cayendo estas al suelo y provocando un caos de esta melodía).
Margaret Sullavan, es recordada por su matrimonio con Henry Fonda y por este trabajo, su papel más valorado. La actriz tuvo un trágico final, puesto se suicidó en 1960 por temor a que una sordera le obligase a renunciar a su arte.
Muy recomendable comedia con trazas de romanticismo, pero sin caer en sensiblerías, de las películas que te deja un buen poso. Fuerza y honor!!!