123/06(09/07/16) Notable film del polifacético y prolífico Woody Allen, inspirándose libremente en la historia de “Pigmalión” explora la búsqueda de la identidad, sobre si las raíces están predeterminadas por lo genes, por la educación, o por el azar. A través de ello el cineasta reflexiona sobre la vida matrimonial (uno de sus mantras), sobre el cansancio de la rutina de estos, sobre el mito de Edipo, ello en un tono agradable de comedia, con toques ácidos, mordaces, corrosivos, existencialistas (otro mantra alleniano), a esto añade toques de humor irreverente, políticamente incorrecto, dado este por la inclusión de un personaje que se dedica al cine porno, su explicito lenguaje y el modo flemático de este provoca sonrisas cómplices. Se suma la originalidad de estar narrada la historia por un coro griego que de vez en cuando salpica el relato de comentarios ingeniosos y punzantes, en una clara alegoría de Tebas y el mito de Edipo, en diáfana referencia a Lenny Weinrich y Amanda Sloan, en esta tragedia helena donde hijos y padres no saben que lo son. Tiene además uno de sus fuertes pilares en la portentosa actuación de Mirta Sorvino, que ganó el Oscar a la actriz secundaria por su impresionante y muy fresca encarnación de la prostituta de nobles sentimientos.

Estamos en Nueva york, allí vive el matrimonio Amanda (Helena Bonham Carter) y Lenny Weinrib (Woody Allen), ella empleada de una galería de arte y él cronista deportivo. La pareja adopta un niño al que llaman Max, transcurridos unos años Lenny decide buscar en secreto a la madre biológica del chico, tras muchas dificultades da con ella, es una prostituta de buen corazón, Linda Ash (Mira Sorvino). Tendran importancia en la historia Kevin (Michael Rapaport), un paleto aspirante a boxeador, un marchante de arte, Jerry Bender (Peter Weller), además de un coro griego dirigido por el corifeo Frank Murray Abraham, con Olimpia Dukakis, el profeta ciego Tiresias (Jack Warden) y Cassandra (Danielle Ferland), también aparece como un proxeneta, Ricky Pimp (Dan Moran).

WA en un guión propio analiza temas recurrentes en él, como las inseguridades del ser humano, el sentido de la vida, la curiosidad por saber, los prejuicios sociales, la doble moral imperante, se adentra en el submundo de la prostitución, ello desde un punto buenista y condescendiente, lo hace con su habitual bisturí envenenado, con mucho cinismo, ironía, sarcasmo, con acerado humor crítico, componiendo diálogos burlones, agudos, cáusticos, creando situaciones sugestivas que provocan emociones encontradas en el espectador. Nos habla con cariño del instinto maternal y paternal, no tienen por qué estar vinculados a lo biológico. Allen se sirve del submundo de la prostitución para hacer brotar humor oscuro, obsceno, sexual, pero con un poderoso equilibrio lo embiste de inocencia al ser la protagonista de esto una cándida meretriz, adentrándonos además den el cine porno en lo marginal de los proxenetas, teniendo como he dicho, WA la habilidad de encauzarlo todo de modo fluido, con gran ritmo, sabiendo exprimir cada situación dramática hacia un punto de vista optimista. Asimismo es preciosa la relación de amistad que se teje con ternura encantadora entre la prostituta y el cronista, entrelazándose de modo dulce, pero sin llegar a la maniquea sensiblería. WA nos pone frente a un grupo de perdedores desorientados que buscan su lugar en el mundo por caminos diferentes, una odisea que nos hará disfrutar por su tono dramedia.

La originalidad del coro griego resulta un soplo de aire fresco de imaginación puesta al servicio de la historia, previendo hechos, aconsejando al protagonista, departiendo entre ellos sobre los acontecimientos, aportando una visión ética y moral existencialista del relato, hilarante cuando Cassandra alerta sobre el peligro de una inversión inmobiliaria.

La puesta en escena rezuma la elegancia típica de WA, con un notable diseño de producción de Santo Loquasto (“Balas sobre Broadway”), rodándose en Nueva York en Bowling Green o el Central Park, el anfiteatro que vemos con el coro griego es el de Taormina en Sicilia. Esto realzado por la fotografía del romano Carlo Di Palma (“Blow up”), de un cromatismo fulgurante con la intención de acentuar el tono optimista. Fundamental en Allen es la utilización de la música como instrumento de canalizar sensaciones, aquí Dick Hyman (”Días de radio”), coordinador musical, arreglista y director de orquesta, añade temas originales y otros ajenos, como "Neo Minore" de Vassilis Tsitsanis , "Horos Tou Sakena" de Stavros Xarchakos , "I’ve found a new baby” por Wilbur de Paris , "Whispering" por Benny Goodman y su orquesta, "Manhattan" por Carmen Cavallaro , "When your lover has gone” por Ambrose y su orquesta, "L'il Darlin" de Count Basie y su orquesta, "Take Five " por el cuarteto de Dave Brubeck , "Penthouse Serenade" y "I hadn’t anyone till you” de Erroll Garner , "The In Crowd" de Ramsey Lewis , y “You Do Something to Me” (Cole Porter) y “ When You’re Smiling” (Mark Fisher) por el Coro en la escena final por la Orquesta Dick Hyman, un deleite para todo buen melómano.

Mira Sorvino está radiante, un volcán de frescura, de naturalidad, de encanto, de dulzura, de inocencia, con ese peculiar timbre de voz de pito, extraordinaria desplegando sentimientos, con una tremenda química con Allen, exuberante en todos los sentidos su interpretación. Woody Allen compone con gracia y su habitual estilo neurótico a su Lenny. Helena Bonham Carter está simplemente correcta en un rol algo apagado. Michael Rapaport despliega su habitual histrionismo cuasi-párkinson, notable su paleto. Derstacan entre el coro griego su majestuoso corifeo Frank Murray Abraham, Olimpia Dukakis como Jocasta, Danielle Ferland como la agorera Cassandra, o Jack Warden como el adivino ciego Tiresias. En un papel muy secundario destaco a Tony Sirico como un trainer de boxeo, que luego encarnaría de modo colosal al Paulie de “Los Soprano”.