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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Thriller Tras presenciar un asesinato en un bar, los miembros de una banda de música punk son encerrados en una habitación del local por los autores del homicidio: una pandilla aterradora de neonazis que reivindican la supremacía blanca. Su líder es el dueño del bar (Patrick Stewart), un tipo que no quiere dejar testigos de lo sucedido.

23 de julio de 2016
27 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
132/15(19/07/16) Fallido tercer film del prometedor realizador indie Jeremy Saulnier, tras su intensa y vigorosa “Blue ruin” (le gusta jugar con los colores en sus títulos), nos llega este thriller de terror plano, rodado con buen estilo, con crudeza, con sentido del ritmo, pero con un guión errático, con comportamiento de los personajes caótico, amén de un desarrollo de estos inexistente, que se traduce en escasa empatía con los protagonistas, con lo que al final te da igual lo que les ocurra. Saulnier sabe jugar con el sentido de la fluidez del terror al enclaustrarlo todo en una noche en un único lugar, pero esto lo estructura con un andamiaje muy débil. Posee un buen arranque una sugerente media hora, pero después se hunde en una redundancia de situaciones sin más fuerza dramática que el impacto gore de sus salvajes imágenes. Cuando precisamente el director ha dispuesto de más presupuesto, donde brilla un reparto de conocidos como el gran Patrick Stewart, Imogen Poots, y el recientemente fallecido en accidente Anton Yelchin (19/06/16), parece que las musas no le han acompañado, dejando un explotation sin nada original que aportar, más allá de estar influenciada por films como “Asalto a la comisaría del distrito 13’ o ‘La noche de los muertos vivientes’, sustentada la simplista trama en aquello tan común de estar en el lugar equivocado en un momento desafortunado, manando una serie b sin mucho fuste.

Pat (Anton Yelchin), Sam (Alia Shawkat), Reece (Joe Cole), y Tiger (Callum Turner) son miembros de una banda de punk, Ain’t Rights, viajan precariamente en un furgoneta sin rumbo fijo a través del noroeste del Pacífico. Tras una entrevista en una radio son contratado para dar un concierto en un club neo-nazi en medio del bosque de Oregón. Abren la actuación con el tema de lo Dead Kennedys, "Nazi Punks Fuck Off", enrabietando a los radicales espectadores, pero al final con sus canciones se ganan a la “exigente” audiencia. Cuando acaban, Pat va a recoger su teléfono a una habitación verde, y allí es testigo de un asesinato, entonces la banda se refugia en la habitación ante las posibles represalias de los neo-nazis, estos dirigidos por Darcy (Patrick Stewart). También tendrá importancia Amber (Imogen Poots), una chica que se involucra en eel relato.

Es una cinta que funciona a buen ritmo, con un inicio sugestivo, en permanente acción, con pocos puntos muertos, creando con su atractiva ambientación un buen clima de angustia y horror, trasladándonos asfixia claustrofóbica, inquietud y temor a lo desconocido. Crea un paralelismo (tenue queda) entre el estilo de música transgresora punk, con el frenesí sanguinario y explicitas imágenes de violencia, con puñales incrustados en cráneos, mano cortada hasta tendones por la muñeca, estomago abierto en canal por un cúter, una garganta desgarrada por las fauces de perro, disparos que revientan cabezas, y mucha, mucha sangre, que nos sumergen el algunos tramos en el gore, viniendo a hacer una alegoría entre el combativo estilo de música y como deben de hacer los protagonistas por sobrevivir a la violencia con más violencia, esto ya marcado a fuego Saulnier en su anterior film “Blue ruin”, thriller de acción y violencia brutal cuasi-atávica. También se puede ver la cinta como una velada crítica a la violencia latente en la América profunda, en la retorcida ideología radical de sus pobladores, de su cerril modo de ver al forastero, de la profusión armamentista en la sociedad estadounidense, pero ello tratado de modo liviano.

Todo lo bueno queda opacado por un desarrollo lastrado por una argumento frágil, superficial, muy artificioso, de tan sencillo que no ahonda lo más mínimo en los personajes, totalmente intercambiables unos por otros, carecen de peso dramático, no sabes nada de ellos de porque son unos vagabundos en furgoneta, terminan siendo meras figuras atacadas vilmente por malos malísimos. Un relato que bajo su envoltorio indie slaher se halla el vacío, derivando en un suspense huero, en intensidad impostada, en situaciones que no sostienen un mínimo análisis. Saulnier parece tuvo una idea de comenzar un film, como crear una ambientación lúgubre-sórdida, pero luego se atranca en situaciones rebuscadas mil veces vistas, aderezado esto por comportamiento errático de los dos bandos (spoiler), esto transmite desorientación en el espectador.

La puesta en escena es más que correcta, con un buen diseño de producción de Ryan Smith Warren (“Wendy and Lucy”), filmándose en el estado de Oregón, el club neo-nazi estaba en Astoria, en la costa, el bosque es el National de Mount Hood, esto enaltecido por la excelente fotografía de Sean Porter (“Kumiko”), que sabe moverse en la semioscuridad en que transcurre la historia, aportando zozobra y terror climático. La banda sonora posee algunos temas punk que seguro serán del gusto de los aficionados a esta música (entre los que no me cuenten), de grupos como Napalm Death, Poison Idea o Slayer.

Los actores son personajes acartonados sin alma alguna, solo sobresale el carisma de Patrick Stewart como el líder de los “malos”, demostrando temple, personalidad, y personalidad, lástima que esté en medio de un film soso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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