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Voto de TOM REGAN:
6
6,6
6.608
Comedia. Romance. Fantástico
Casada con un marido rico que la minusvalora, Alice lleva una vida vacía y cómoda que transcurre entre boutiques exclusivas, masajistas y cotilleos de peluquería. Le gustaría dedicarse a escribir y conocer mejor a un hombre con el que ha coincidido en la guardería de sus hijos, pero su educación conservadora se lo impide. Un brujo de Chinatown le facilitará el camino con una serie de hierbas mágicas de sorprendentes efectos. (FILMAFFINITY) [+]
18 de abril de 2017
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71/11(14/04/17) Película menor en la filmografía alleniana, un melodrama con ribetes de fantasía aderezados con dosis de humor, escrita y dirigida por él mismo. Woody Allen dijo inspirarse en “Giulietta de los espíritus” (1965) de Federico Fellini, y asimismo denotan claras influencias del famoso relato de Lewis Carroll “Alicia en el país de las maravillas” (1865), ello reflejado en la odisea fantasiosa (pócimas mágicas que la hacen invisible, fantasmas, vuela, hay hadas mágicas, brebajes enamoradizos, ...) que sufre la protagonista llamada no por casualidad Alice, todo para un argumento sobre la pomposidad fatua en que viven las clases altas, su hipocresía y culto a las falsas apariencias, pero ello en un desarrollo superficial, sin rascar, quedándose en los típicos clichés. Fue la undécima colaboración de Mia Farrow con Allen, convirtiéndose ella en su alter ego (como cuando él falta) en el film, sosteniendo ella sus manías, neurosis, e inseguridades. A Woody Allen se le ocurrió la idea de la película después de tener un tratamiento alternativo para un orzuelo en el ojo. El título original era “Las hierbas mágicas del Dr. Yang”. Fue la última película de Keye Luke (Dr. Yang), murió casi tres semanas después del estreno de la película. Obtuvo una nominación al Oscar al guión original.
Alice Tate (Mia Farrow) es una acomodada ama de casa de clase alta de Nueva York, pasa sus días de compras, en tratamientos de belleza, y chismorreando con sus amigas. Casada desde hace 15 años con Doug (William Hurt), tienen dos hijos, criados por una niñera. Un día, tiene un breve encuentro con Joe Ruffalo (Joe Mantegna), apuesto músico de jazz, por el que se siente atraído, experimentando culpa católica para estos sentimientos. Esta agitación interna se manifiesta en un dolor de espalda, por los que va a un sanador asiático, Dr. Yang (Keye Luke), que tras una sesión hipnótica detecta el problema en sus inseguridades, recetándole una serie de hierbas y pócimas para afrontarlas. En el relato tendrá importancia Ed (Alec Baldwin) un ex novio de Alice,
Un relato ágil en el que Allen vuelca su universo particular en el que el centro de su envenenado dardo (como casi siempre) es la clase alta (normalmente la neoyorkina), paradójicamente a la que pertenece él, radiografiando un microcosmos de personajes inseguros, adúlteros, vacíos, mentirosos, y en permanente crisis existencial, donde no faltan los psicoanálisis y los dilemas religiosos. Woody vuelve a uno de sus recursos preferidos como es la fantasía (ya manejada en films como “Zelig”, “La Rosa Púrpura del Cairo” o posteriormente en obras como “Scoop” o “Medianoche en París”), pero en este caso manejada de un modo forzado y simplista, con sus livianos torpedos puestos en la vacua, indolente, rutina del as clases burguesas, ello con toques bergmanianos en el modo en que se ausculta el pasado de la protagonista como forma de indagar en la personalidad del personaje. Pero aún resultando amena se siente poco mordaz y en algún caso reiterativa, navegando por una senda facilona y estereotipada donde la profundidad se siente escasa. Posee buenos diálogos, algunos divertidos, otros incisivos, pero orgánicamente adolece de dimensión dramática para conectar con el espectador. Sintiéndose en algunos tramos como viñetas ingeniosas (Alice fumando de la pipa, el fantasma Ed y ella volando cual Superman y Loise por Nueva York, el momento Musa,…), pero cosidos estas sin fuerza emocional sólida, y es que la reiteración de elementos mágicos satura y pierde sentido emocional, por supuesto la mido con el nivel Woody Allen. Tampoco suma su tramo final, se siente apresurado y atropellándose a sí mismo (spoiler), nada satisfactorio.
Es la historia se puede ver como una fábula modernista, en el centro está el nuevo despertar de una mujer con el alma dormida que se redescubre y se siente hueca. Analizando Allen con bisturí acerado como nos marca nuestra educación religiosa, como sirve para reprimirnos y coartar nuestros deseos, entrando en los sentimientos de culpa inherentes en este caso (en otros al judaísmo) al catolicismo, algo muy bergmaniano. Asimismo el realizador de Brooklyn tiene aguijones contra el mundo de la tele por su gusto por lo escabroso y amarillista reflejado en el personaje de Nancy Brill (Cybill Sepherd), directiva de una cadena.
Alice es un típico personaje salido de la mente de Allen, una insegura pusilánime, casada infelizmente (como la misma actriz en “La Rosa Púrpura…”) temerosa de salirse las normas, marcada por su educación infantil católica, una consumista materialista que sufre una crisis anímica que le hace replantearse su huera existencia. Esto lo refleja Mia Farrow con una enorme naturalidad, ayudada por un físico frágil y un lenguaje gestual desgarbado y timorato en sus maneras, con mirada miedosa a lo que desconoce, borda su rol de ingenua. William Hurt cumple sin más, demasiado plano, le faltan aristas. Joe Mantegna está correcto en su papel, sin mucha química con Mia. Alec Baldwin está sensacional en el poco tiempo en pantalla, encantador, melancólico, demiurgo, sensacional. Keye Luke deja muestras dse su carácter y domino de la escena, imponiendo carisma e inteligencia. El resto de secundarios suman (más o menos), pero sin dejar huella, llama la atención del cameo de la top model Elle McPherson.
Alice Tate (Mia Farrow) es una acomodada ama de casa de clase alta de Nueva York, pasa sus días de compras, en tratamientos de belleza, y chismorreando con sus amigas. Casada desde hace 15 años con Doug (William Hurt), tienen dos hijos, criados por una niñera. Un día, tiene un breve encuentro con Joe Ruffalo (Joe Mantegna), apuesto músico de jazz, por el que se siente atraído, experimentando culpa católica para estos sentimientos. Esta agitación interna se manifiesta en un dolor de espalda, por los que va a un sanador asiático, Dr. Yang (Keye Luke), que tras una sesión hipnótica detecta el problema en sus inseguridades, recetándole una serie de hierbas y pócimas para afrontarlas. En el relato tendrá importancia Ed (Alec Baldwin) un ex novio de Alice,
Un relato ágil en el que Allen vuelca su universo particular en el que el centro de su envenenado dardo (como casi siempre) es la clase alta (normalmente la neoyorkina), paradójicamente a la que pertenece él, radiografiando un microcosmos de personajes inseguros, adúlteros, vacíos, mentirosos, y en permanente crisis existencial, donde no faltan los psicoanálisis y los dilemas religiosos. Woody vuelve a uno de sus recursos preferidos como es la fantasía (ya manejada en films como “Zelig”, “La Rosa Púrpura del Cairo” o posteriormente en obras como “Scoop” o “Medianoche en París”), pero en este caso manejada de un modo forzado y simplista, con sus livianos torpedos puestos en la vacua, indolente, rutina del as clases burguesas, ello con toques bergmanianos en el modo en que se ausculta el pasado de la protagonista como forma de indagar en la personalidad del personaje. Pero aún resultando amena se siente poco mordaz y en algún caso reiterativa, navegando por una senda facilona y estereotipada donde la profundidad se siente escasa. Posee buenos diálogos, algunos divertidos, otros incisivos, pero orgánicamente adolece de dimensión dramática para conectar con el espectador. Sintiéndose en algunos tramos como viñetas ingeniosas (Alice fumando de la pipa, el fantasma Ed y ella volando cual Superman y Loise por Nueva York, el momento Musa,…), pero cosidos estas sin fuerza emocional sólida, y es que la reiteración de elementos mágicos satura y pierde sentido emocional, por supuesto la mido con el nivel Woody Allen. Tampoco suma su tramo final, se siente apresurado y atropellándose a sí mismo (spoiler), nada satisfactorio.
Es la historia se puede ver como una fábula modernista, en el centro está el nuevo despertar de una mujer con el alma dormida que se redescubre y se siente hueca. Analizando Allen con bisturí acerado como nos marca nuestra educación religiosa, como sirve para reprimirnos y coartar nuestros deseos, entrando en los sentimientos de culpa inherentes en este caso (en otros al judaísmo) al catolicismo, algo muy bergmaniano. Asimismo el realizador de Brooklyn tiene aguijones contra el mundo de la tele por su gusto por lo escabroso y amarillista reflejado en el personaje de Nancy Brill (Cybill Sepherd), directiva de una cadena.
Alice es un típico personaje salido de la mente de Allen, una insegura pusilánime, casada infelizmente (como la misma actriz en “La Rosa Púrpura…”) temerosa de salirse las normas, marcada por su educación infantil católica, una consumista materialista que sufre una crisis anímica que le hace replantearse su huera existencia. Esto lo refleja Mia Farrow con una enorme naturalidad, ayudada por un físico frágil y un lenguaje gestual desgarbado y timorato en sus maneras, con mirada miedosa a lo que desconoce, borda su rol de ingenua. William Hurt cumple sin más, demasiado plano, le faltan aristas. Joe Mantegna está correcto en su papel, sin mucha química con Mia. Alec Baldwin está sensacional en el poco tiempo en pantalla, encantador, melancólico, demiurgo, sensacional. Keye Luke deja muestras dse su carácter y domino de la escena, imponiendo carisma e inteligencia. El resto de secundarios suman (más o menos), pero sin dejar huella, llama la atención del cameo de la top model Elle McPherson.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La puesta en escena siempre es la delicia acostumbrada en Allen, con un precioso diseño de producción de Santo Loquasto (“Balas sobre Broadway” o “Café Society”), rodándose en Nueva York (Central Park Zoo, Lincoln Center for the Performing Arts, Madison Avenue, Rhinelander Mansion, Valentino Boutique, y en los Kaufman Astoria Studios), siendo clave para la atmósfera nostálgico el enclavar la historia en otoño, potenciando la excelente fotografía del romano Carlo Di Palma (“Blow-up” o “Balas sobre Broadway”) esta tristeza ambiental, evocando frialdad, bañando de cromatismos grisáceos los fotogramas, contrastando colores, jugando con los claroscuros, enalteciendo el lujo de esta clase alta retratada, con la cámara fijándose en Mia y haciendo que ella sea la expresividad del relato. La música es otro de los elementos que Allen cuida en sus cintas, con melodías sugerentes, oyéndose el tango “La cumparsita” de Matos Rodríguez, interpretada por The Castilians, la “Caravan” de Duke Ellington (saxo bajo y percusión), “Limehouse Blues” (banjo) de Philip Braham y Breezin' Along With The Breeze" ambos interpretados por Jakcie Gleason, la composición “Mark The Knife” de Bertold Brecht (letra) y Kurt Weill (música) " añade un corte del “Concierto nº 1 para violín y orquesta”, de J. S. Bach.
Spoiler:
Momentos recordables: El mejor tramo es para mí el que se da con Alice junto al fantasma de su ex, Ed, manteniendo los dos una melancólica y punzante charla, dándole él consejos de amor, compartiendo un baile y un vuelo bucólico por la nocturna Manhattan; Reseñable la aparición estelar de la musa encarnada por Bernardette Peters, un ciclón de personalidad y energía electrizante, dejando marca en su poco tiempo en escena.
Lo del tramo final resulta atrompicado y bastante forzado, con Alice desertando de su lujosa vida para irse a Calcuta a trabajr con teresa de Calcuta, esto cruje por todos lados en su buenismo estridente.
Recomendable a los que gusten del cine de Woody Allen, con elementos apreciables, con momentos estimulantes, pero en conjunto por debajo de la media de lo que se espera de él, faltando mayor profundidad y no acudir a algunos recursos ya muy usados en la filmografía alleniana. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Momentos recordables: El mejor tramo es para mí el que se da con Alice junto al fantasma de su ex, Ed, manteniendo los dos una melancólica y punzante charla, dándole él consejos de amor, compartiendo un baile y un vuelo bucólico por la nocturna Manhattan; Reseñable la aparición estelar de la musa encarnada por Bernardette Peters, un ciclón de personalidad y energía electrizante, dejando marca en su poco tiempo en escena.
Lo del tramo final resulta atrompicado y bastante forzado, con Alice desertando de su lujosa vida para irse a Calcuta a trabajr con teresa de Calcuta, esto cruje por todos lados en su buenismo estridente.
Recomendable a los que gusten del cine de Woody Allen, con elementos apreciables, con momentos estimulantes, pero en conjunto por debajo de la media de lo que se espera de él, faltando mayor profundidad y no acudir a algunos recursos ya muy usados en la filmografía alleniana. Fuerza y honor!!!