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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Documental Secuela del documental de 1996 "Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills", que continúa la investigación del brutal asesinato de tres niños de ocho años. (FILMAFFINITY)
2 de abril de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
104/39(31/03/21) Buena secuela del gran documental homónimo, asistimos a una revisión del caso y lo que ha ocurrido después, sobre todo tras el exitoso lanzamiento de Paradise Lost 1, y como esto influyó en el caso. Al igual que la pretérita dirigida y producida por Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, sobre los juicios de Los Tres de West Memphis, tres adolescentes acusados de los asesinatos y mutilación sexual de tres niños el 5 de mayo de 1993 como parte de un supuesto ritual satánico en West Memphis-Arkansas, y tres jóvenes todavía están en prisión por los crímenes, condenados en un clima que los estereotipaba como miembros de una secta satánica. Cuando "Paradise Lost" se emitió en HBO, la película inspiró un movimiento nacional para liberar a los prisioneros: Damien Echols, ahora de 24 años, condenado a muerte por inyección letal apela, y Jessie Misskelley, de 23, y Jason Baldwin, de 21, cumplen cadenas perpetuas.

Ahora llega "Paradise Lost 2: Revelations", siguiendo dos vías, por un lado está el trabajo de apelación (ataca la precariedad del abogado defensor del juicio primero solo cobraba 19 $ hora, y del poco dinero que tuvieron para investigar el caso, 1000 $)centrado en un ‘supuesto’ mordisco en la frente de uno de los asesinados que en el juicio original se determinó era un golpe de la hebilla del padrastro Mark Byers, esto apoyado por una plataforma creada a raíz de la visión del documental, los de ‘Free the West Memphis Three’, que buscaba la exoneración del trío; y por otro lado está el tipo que se adueña de la función con su estrafalaria personalidad, me refiero por supuesto a Mark Byers, que vuelve a ‘deleitarnos’ con su carácter histriónico, y esto me resulta cuando menos extraño que colabore con los directores que en el primigenio lo dejaban como sospechosos del triple crimen (cuya esposa murió en circunstancias misteriosas), tipo que cuanto más habla más se deja en evidencia (lo de la argumentación sobre porque perdió sus dientes es de traca). Luchando contra los ‘rumores’ de ser culpable de los asesinatos con una rimbombancia y sobreactuación esperpéntica. Pero que participe puede ser por un motivo que me resulta traspasar la línea de lo ético por parte de Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, y es que reconocen sin pudor que pagaron a John Mark Byers (en la primera, nos enteramos en esta, también pagaron a los familiares y abogados ¿?) por salir en el documental, y esto para mí me queda muy moralmente discutible. Como lo es una escena en que interpela uno de los documentalistas a Byers sobre cómo cambia su personalidad cuando se le está grabando.

Por lo demás, la realización echa en muchas ocasiones mano del material de la de 1996, ello en flash-back que se exponen en b/n para hacernos ver que es el pasado. Esto también me hace ver la falta de material que haga avanzar los hechos para esta secuela. Se remarca lo de que el lugar encontrados los cadáveres no pudo ser el lugar del crimen por falta de evidencias físicas, pero se obvia algo que me dejó helado, como fue que un hombre ensangrentado entró en una cafetería el mismo día de los crímenes, denunciado a la policía, pero aquí esto ni se menciona ¿?.

Al final el documental, como he mencionado, es para John Mark Byers y su carácter estrafalario, nos enteramos de los múltiples problemas con la justicia que ha tenido, de la muerte en circunstancias ‘indeterminadas’ de la muerte de su esposa y madre de uno de los niños asesinados. Realiza monólogos a cámara aterradores, se nota gustarse a sí mismo, realiza un funeral por los ‘asesinos’ en el bosque que se hallaron los cadáveres, que termina encendiéndose un puro. Se somete a una prueba de polígrafo, ello salpicando toda la previa de entrevista (donde asegura tener un tumor cerebral, depresión maníaca, por lo que se medica con todo tipo de fármacos como incluidos Xanax y Haldol) y preguntas con la máquina de la verdad por el metraje a modo de anzuelo. Comenta que los dientes se le pudrieron antes del asesinato del niño y fue por un medicamento que tomaba, y luego en sobreimpresión nos enteramos fue cuatro años (1997) después de los crímenes, y que no pudo ser el motivo que él da. Esto es importante, pues hay una prueba de mordisco de por medio.

Entre sus taras está además, que ha perdido la frescura del original, apenas te sorprende durante su metraje, tiene mucha menos presencia el carismático (y narcisista; para el recuerdo esa imagen durante un impasse del juicio peinándose de modo coqueto frente a un pequeño espejo) Damien Echols, ahora con una imagen ‘Johnlennoniana’ que parece va a arrancarse a cantar “Imagine”, se nota más maduro. Además tenemos algunas llamadas desde el penal de Damien; carece de entrevistas a los familiares de los condenados (por expreso deseo de estas); ante la repercusión mundial del anterior documental se prohibió el acceso de las cámaras a la sal del juico durante la apelación, lo cual nos hurta de un material que en la de 1q996 fue vital para ver el perverso sistema judicial; Y sobre todo se le da una relevancia demasiado grande a John Mark Byers, convirtiéndose en realidad en el verdadero protagonista, siendo demasiado redundante, machacón, como si faltara metraje para rellenar y le dieran cancha a su estrambótica personalidad, donde aporta muy poco a sumar en este pseudo-thriller.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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