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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Thriller. Drama. Romance México, 1949. Coral Fabre, una enfermera de pacientes terminales que lucha por sacar adelante a sus dos hijos, sueña con la imagen de Charles Boyer. En el consultorio del corazón de una de las revistas que acostumbra a leer, encuentra un anuncio de un tal Nicolás Estrella que presume de su parecido con el popular actor francés y que se presenta como un "Caballero español en busca de relación sentimental". Coral decide escribirle... ... [+]
13 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
371/20(18/10/21) Perturbador drama criminal mexicano dirigido por Arturo Ripstein, con guión de Paz Alicia (“El coronel no tiene quien le escriba”), siendo protagonizada por unos espléndidos Regina Orozco y Daniel Giménez Cacho. La historia se basa libremente en la conocida historia real de “Lonely Hearts Killers”, sobre una pareja de amantes que se hacían pasar por hermanos, Raymond Fernández (de padre españoles) y Martha Beck, que perpetró varios asesinatos de mujeres (mayormente viudas) solas a lo largo de Estados Unidos a finales de la década de los 40, que contactaban con ellas a través de anuncios de corazones solitarios en la prensa. Historia ya llevada al cine en “The Honeymoon Killers” (1970), “Corazones solitarios” (1991), y posteriormente a esta que me ocupa “Lonely Hearts” (2006), y la gala “Alléuia” (2014). Aquí la acción pasa al país azteca, concretamente en el estado de Sonora, donde se conoce una pareja disfuncional, que terminan enamorándose obsesivamente, derivando en una versión macabra de los “Bonnie & Clyde”, donde la crueldad más seca y adusta resultaran punzantes para el espectador, en una mezcla doliente de comedia muy oscura, donde con la apariencia de un melodrama folletinesco, vira sádicamente hacia la sociopatía más lacerante, con momentos de auténtico terror que te hacen fruncir el ceño.

Un estudio de personalidades agrio, desesperanzador, desgarrador en como el amor puede provocar actos de este tipo vomitivos, una exposición sin luz de la naturaleza humana, capaz de las peores acciones, un fresco desalentador de la soledad, la podredumbre humana, donde la baja autoestima y la arrogancia terminan por implosionar en una asociación que se surte de las debilidades e inseguridades de las personas, de sus carencias afectivas, incluso de su papanatismo religioso. Los complejos como unión amorosa (ella su obesidad y halitosis; él su calvicie, que oculta con un bisoñé, además de sufrir ataques de migrañas), el desprecio a los demás como acicate a sus crímenes, poblando la cinta Risptein de seres patéticos al borde de lo enfermizo (cuando no hundidos en ello).

Risptein marca a fuego a sus protagonistas desde su potente inicio con dosis claras de comedia negra, rebozándolos en sus miserias humanas. Ella Coral Fabre (la cantante de ópera Regina Orozco) una promiscua acomplejada por su gordura (, que cuida de modo patético de enfermos terminales, de los que abusa con sus hijos pequeños de por medio. Coral ha respondido a un anuncio de ‘corazones solitarios’, de un hombre ‘tipo Charles Boyer’ (nombre que ella se pinta en su pecho con un pintalabios rojo). Este, Nicolas Estrella (Daniel Giménez Cacho) aparece en la puerta de modo lírico visual (con su silueta colocándose el ala de su sombrero en la cabeza), en realidad un cazafortunas que se aprovecha de la desesperación de mujeres viudas adineradas, es un vanidoso con labia fácil de embaucador poético, que ve que la mujer no tiene que ‘sustraerle’, ella le ruega de modo plañidero la posea, y tras ello él huye cuando ella duerme, con un poco de dinero robado. Quedando patentes las dos personalidades turbadoras.

Su unión final se da por chantaje que termina por derivar en pasión por los sacrificios del uno y el otro, destapando a una Coral ultra-posesiva en sus celos y a un Nicolas con fuertes ataques de dolores de cabeza, e iniciando los dos una odisea por México donde van regando sus paradas de mujeres asesinadas vilmente aprovechando las debilidades de unas y otras, sus desesperación, alcoholismo, papanatismo religioso, ansias de alguien que le ayude en el negocio, ello en un crescendo de amoralidad desgarradora, la podredumbre humana más salvaje. Donde al modo de telenovelas-culebrones se pasa por un filtro malsano para dar con este enfermizo relato de amor patológico-sociópata. Dos seres que se complementan en su miserabilidad, ella ve en él a un galán, incluso cuando lo ve calvo, él se siente adorado por ella y además se retroalimentan por el sadomasoquismo.

Nicolas es un Don Juan ladino, con gran don para la oratoria sugestionable, encandilando a Coral ya desde el inicio, acomplejada por su obesidad, él la seduce diciéndole, "En España, el Quijote nos enseñó a mirar a nuestras Dulcineas con los ojos del alma". El actor madrileño lo encarna con enorme carácter, de modo natural y creíble, se mueve de modo seductor combinado con dosis de sadismo que lo convierten en un psicópata caballeroso, con fragilidades (su complejo alopécico y sus migrañas), con claros elementos de masoquismo en su relación tóxica con Coral, con la que mantiene una química electrizante, perturbadora su interpretación; Coral es una mujer con claros problemas de salud mental, llegando a parecer una niña en el cuerpo de una mujer, de muy baja autoestima, tanto como para abandonar sus dos hijitos por una mínima alusión de un tipo al que acaba de conocer, pasional, celosa, manipuladora, y una amoral sin límites, capaz de las peores atrocidades para continuar su espiral criminal que le hace estar al lado de su amado. Con una simbiosis venenosa con Nicolas, al que sabe tratar en su arrogancia y en sus debilidades (como afronta el descubrimiento de su calvicie). Regina Orozco le confiere una complejidad al rol tremebundo en su veracidad, en su gama de emociones que transmite, en su mirada, en sus berrinches, en su rabia asesina, una trémula villana; En su travesía por ‘corazones solitarios’, primero tiene un encuentro con Juanita Norton, una amargada alcohólica, a la que da vida Julieta Egurrola con vis amarga notable, aunque su tramo es corto; Irene Gallardo, una viuda ultra religiosa, de la que el ‘gigolo’ se surte de este fanatismo católico para manipularla. La actriz madrileña Marisa Paredes la dota de una vitalidad y mundo interior sensacional, con esas dosis de represión sexual (fruto de la hipocresía beata) siempre latentes, sobresaliente su actuación;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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