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Voto de TOM REGAN:
8
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Drama
El editor de un importante periódico quiere aumentar sus ventas y para ello decide sacar a la luz un caso de asesinato de hace 20 años. La autora fue Nancy Voorhees, que disparó contra su amante. Pero ahora, años después, ella es una feliz madre de familia que no quiere remover su pasado. (FILMAFFINITY)
25 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
343/21(21/09/21) Notable drama a reivindicar por lo pionero y visionario (donde el referente para lo malo era el oligopolio d3e medios de comunicación creado por el muchimillonario William Randolph Hearst, sí, el que veladamente era “Ciudadano Kane”), dirigido por Mervyn LeRoy (que gustaba de hacer cine combativo), uno de los primeros alegatos en contra del periodismo amarillista (y que posteriormente proliferaron), el periodismo carroñero, el sensacionalismo de los medios de comunicación que buscando lectores no dudan en echar a los ‘leones’ a quien sea, manteniendo desde su estreno hace 90 años (10/Septiembre/1931) una vigencia total, extrapolable a hoy día potenciado primero con la televisión (en España el mayor reflejo es T5), y atomizado esto con las redes sociales, el mundo no aprende y siempre hay gente ávida de comer basura mediática (‘Comed mierda, millones de moscas no pueden estar equivocadas’). Presenta muchos de los aspectos del sub género periodístico que se convertirían en clichés enésimas veces, como un editor de periódico endurecido, un reportero sin escrúpulos y un elenco de periodistas malhumorados y ciudadanos indignados.
Hinchecliffe (Oscar Apfel), mandamás del periódico neoyorquino Evening Gazette, se encuentra preocupado por los escasos resultados que obtiene el tabloide al seguir una política éticamente correcta. Para revertir la situación decide recurrir a una serie de prácticas mezquinas, entre las que destaca el cambio editorial hacia una línea puramente sensacionalista. Es aquí donde entra en acción Randall (Edward G. Robinson), que se encargará de dirigir la publicación del caso Voorhees, una trama de asesinato cerrada hace 20 años. Entonces Nancy Voorhees (Frances Starr) disparó contra su amante pero ahora, años después, ella es una feliz madre de familia que no quiere remover su pasado.
El guión de Byron Morgan se basa en la obra escrita por Louis Weitzenkorn tras su paso como editor de Bernarr McFadden 's New York Evening gráfico, un tabloide sensacionalista de la década de 1920, la obra tuvo 175 funciones en Broadway en 1930-1931. Presenta muchos de los aspectos de tales películas que más tarde se convertirían en clichés, incluido un editor de periódico endurecido (interpretado por Edward G. Robinson), un reportero sin escrúpulos (interpretado por el gran villano Boris Karloff) y un elenco de periodistas malhumorados y ciudadanos indignados. Es una condena completa del periodismo amarillo
Una incisiva denuncia contra este mundillo trituradora de personas para alimentar diez minutos a gente sin escrúpulos hambrientos de dramas humanos que en realidad no saben el daño que hacen retroalimentando a estos `carroñeros’, ello en un desarrollo muy dinámico, con personajes maravillosamente construidos, con situaciones que transpiran emociones, en un arco de evolución de caracteres estupendo, con diálogos ágiles, y esto hay que encumbrarlo aún más por estar aun en ‘pañales’ el cine sonoro, teniendo el director ingenio para ofrecernos escenas punzantes tanto a nivel dramático como estético, con una cámara para su tiempo muy móvil, para la posterioridad probablemente la primera vez que en pantalla grande se dividía (en tres) para conversaciones telefónicas (o las tomas a través de ventanas).
Tiene en su arrollador protagonista (nacido en Bucarest) Edward Goldenberg Robinson a su apoteósico escaparate como el editor Joseph W. Randall, un ciclón electrizante, una fuerza desatada de la naturaleza que derrocha carisma a cada sublime intervención, uno de los mejores actores de la Historia del Cine, en una de sus mejores intervenciones (jamás fue ni tan siquiera nominado al Oscar por alguno de sus papeles, lo cual habla a las claras de la trivialidad de estos galardones; le dieron uno honorífico dos meses antes de su muerte en 1973). Tiene un arco de desarrollo soberbio, teniendo para si el discurso en el clímax que da sentido a la cinta (aunque se nota su origen teatral), con diálogos-látigos, maravilloso el mantra del rol de lavarse las manos asiduamente, y al final lo hace con jabón, cual si la mancha fuera mucho mayor, Homérico. Era la segunda colaboración con el director, con el que a principios d ea´ño había estrenado la exitosa y sobre todo icónica para el actor, “Little Caesar”; Tenemos al inglés Boris Karloff (su nombre real era William Henry Pratt) como el ‘buitre’ reportero T. Vernon Isopod, extraordinario como el lascivo y viscoso periodista que no duda en escudriñar en ingenuas personas para conseguir su carroña, todo un sutil manipulador. En noviembre de este año se haría inmortal en el con su encarnación de “El Monstruo de Frankenestein”; Está Marian Marsh con un rol que estalla en una climática escena en el despacho del editor, sacando toda su rabia y dejando en el aire la gran pregunta del film, muy buena; Aline MacMahon (debutando en cine) como secretaria del editor, la hierática Ppito Grillo de su jefe ("Eres como una conciencia con patas", le dice), crea con una gran expresividad el reflejo doliente de lo que piensa Randall. "Creo que siempre se puede hacer que la gente se interese en la crucifixión de una mujer" llega a decir; ; H. B. Warner excelente como el sufriente esposo, teniendo su zenit cuando debe ocultar a su hija y yerno una tragedia poniendo buena cara, formidable; Frances Starr está muy bien como el objetivo de las ‘hienas’.
El editor del periódico William Randolph Hearst se sintió muy ofendido por la película, que interpretó como un ataque apenas velado contra él y su operación, lo que le dio críticas negativas en sus periódicos y presionó a los cines para que no lo mostraran. La película fue nominada en los 5º Premios de la Academia a Mejor Película, pero perdió ante “Grand Hotel”.
Hinchecliffe (Oscar Apfel), mandamás del periódico neoyorquino Evening Gazette, se encuentra preocupado por los escasos resultados que obtiene el tabloide al seguir una política éticamente correcta. Para revertir la situación decide recurrir a una serie de prácticas mezquinas, entre las que destaca el cambio editorial hacia una línea puramente sensacionalista. Es aquí donde entra en acción Randall (Edward G. Robinson), que se encargará de dirigir la publicación del caso Voorhees, una trama de asesinato cerrada hace 20 años. Entonces Nancy Voorhees (Frances Starr) disparó contra su amante pero ahora, años después, ella es una feliz madre de familia que no quiere remover su pasado.
El guión de Byron Morgan se basa en la obra escrita por Louis Weitzenkorn tras su paso como editor de Bernarr McFadden 's New York Evening gráfico, un tabloide sensacionalista de la década de 1920, la obra tuvo 175 funciones en Broadway en 1930-1931. Presenta muchos de los aspectos de tales películas que más tarde se convertirían en clichés, incluido un editor de periódico endurecido (interpretado por Edward G. Robinson), un reportero sin escrúpulos (interpretado por el gran villano Boris Karloff) y un elenco de periodistas malhumorados y ciudadanos indignados. Es una condena completa del periodismo amarillo
Una incisiva denuncia contra este mundillo trituradora de personas para alimentar diez minutos a gente sin escrúpulos hambrientos de dramas humanos que en realidad no saben el daño que hacen retroalimentando a estos `carroñeros’, ello en un desarrollo muy dinámico, con personajes maravillosamente construidos, con situaciones que transpiran emociones, en un arco de evolución de caracteres estupendo, con diálogos ágiles, y esto hay que encumbrarlo aún más por estar aun en ‘pañales’ el cine sonoro, teniendo el director ingenio para ofrecernos escenas punzantes tanto a nivel dramático como estético, con una cámara para su tiempo muy móvil, para la posterioridad probablemente la primera vez que en pantalla grande se dividía (en tres) para conversaciones telefónicas (o las tomas a través de ventanas).
Tiene en su arrollador protagonista (nacido en Bucarest) Edward Goldenberg Robinson a su apoteósico escaparate como el editor Joseph W. Randall, un ciclón electrizante, una fuerza desatada de la naturaleza que derrocha carisma a cada sublime intervención, uno de los mejores actores de la Historia del Cine, en una de sus mejores intervenciones (jamás fue ni tan siquiera nominado al Oscar por alguno de sus papeles, lo cual habla a las claras de la trivialidad de estos galardones; le dieron uno honorífico dos meses antes de su muerte en 1973). Tiene un arco de desarrollo soberbio, teniendo para si el discurso en el clímax que da sentido a la cinta (aunque se nota su origen teatral), con diálogos-látigos, maravilloso el mantra del rol de lavarse las manos asiduamente, y al final lo hace con jabón, cual si la mancha fuera mucho mayor, Homérico. Era la segunda colaboración con el director, con el que a principios d ea´ño había estrenado la exitosa y sobre todo icónica para el actor, “Little Caesar”; Tenemos al inglés Boris Karloff (su nombre real era William Henry Pratt) como el ‘buitre’ reportero T. Vernon Isopod, extraordinario como el lascivo y viscoso periodista que no duda en escudriñar en ingenuas personas para conseguir su carroña, todo un sutil manipulador. En noviembre de este año se haría inmortal en el con su encarnación de “El Monstruo de Frankenestein”; Está Marian Marsh con un rol que estalla en una climática escena en el despacho del editor, sacando toda su rabia y dejando en el aire la gran pregunta del film, muy buena; Aline MacMahon (debutando en cine) como secretaria del editor, la hierática Ppito Grillo de su jefe ("Eres como una conciencia con patas", le dice), crea con una gran expresividad el reflejo doliente de lo que piensa Randall. "Creo que siempre se puede hacer que la gente se interese en la crucifixión de una mujer" llega a decir; ; H. B. Warner excelente como el sufriente esposo, teniendo su zenit cuando debe ocultar a su hija y yerno una tragedia poniendo buena cara, formidable; Frances Starr está muy bien como el objetivo de las ‘hienas’.
El editor del periódico William Randolph Hearst se sintió muy ofendido por la película, que interpretó como un ataque apenas velado contra él y su operación, lo que le dio críticas negativas en sus periódicos y presionó a los cines para que no lo mostraran. La película fue nominada en los 5º Premios de la Academia a Mejor Película, pero perdió ante “Grand Hotel”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Se hace notar cierto clima transgresor sexual al estar en la época pre código Hays, como ese modo de tratar a la aspirante a nueva trabajadora en la redacción por su aspecto y vestimenta; o cuando Randall advierte a esta chica, “No vayas con él (Isopod) en taxis”; o como se toca la religión. Ejemplo cuando la señorita Taylor pregunta, "Por qué Arthur Goldberg, no tienes religión?", este le contesta "Vaya, la forma en que dices eso, debería cambiar mi nombre", esta le contra replica, “No lo hagas, chico. Nueva York está demasiado llena de cristianos”. Estas referencias religiosas inconcebibles con la censura que vendría poco después.
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): La visita de Isopod haciéndose pasar por cura; La escena del suicidio fuera de cámara de la madre, al que poco más tarde acompañará su esposo (trémulo); La incursión buitresca de los reporteros en la casa, encontrando a la pareja muerta lo primero que hacen es llamar alborozados al periódico; Randall abriendo los ojos y su conciencia moral entre vasos de whisky; La visita de Jenny al despacho de Randall y allí haciendo sentir vergüenza por lo hecho a Bernard Hinchecliffe, Randall e Isopod, a los que deja sin palabras con la pregunta, ‘Porque han matado a su madre??, tras lo que saca una pistola para dispararles, llega su novio y lo impide; El discurso sentido y de brújula moral que Randall suelta su jefe sobre la mierda que retroalimentan. Se eespide dejando feliz a su secretaria que le sigue, no sin antes coger una llamada Randall sobre una tragedia que será la que tape del matrimonio suicida, la maquinaria de heces no para, un excremento tapa a otro. Esto reflejado en el epílogo con el periódico tirado en la calle, manchado de barro y siendo barrido por los barrenderos.
El título hace referencia a la práctica contemporánea de los periódicos que publican una serie de ediciones a lo largo del día, marcando la portada de su edición final con cinco estrellas y la palabra "Final". "Five Star Final" también es una fuente introducido durante la Primera Guerra Mundial y favorecido por los periódicos de la época por su tipo estrecho; Warners rehizo la película en 1936 como “Two Against the World”, también conocida como “One Fatal Hour”, protagonizada por Humphrey Bogart en el papel de Robinson y ambientada en una estación de radio en lugar de un periódico.
En la copiosa producción de los años 30 de Mervyn Leroy –veintisiete títulos entre 1931 y 1936- abunda el cine de denuncia social –recordemos dos de sus obras maestras: “I Am a Fugitive From a Chain Gang” (1932) y “They Won't Forget” (1937)- donde critica con acidez casi nihilista el mundo de la justicia, el sistema carcelario o como es el caso, la cara más negra y despreciable del periodismo, cuestión esta inherente a tal oficio y por tanto de permanente actualidad. Un diario que pierde ventas y se decide por el camino del sensacionalismo y la sensiblería reabriendo un caso de homicidio justificado veinte años atrás, pese a la débil opinión en contra de su editor jefe que trata de ahogar sus escrúpulos literalmente lavándose las manos –una metáfora un poco tosca- o sencillamente embriagándose. Esta decisión provocará indeseadas consecuencias.
Prolífica filmografía que Mervyn LeRoy realizó durante los años 30, llegando a filmar más de una veintena de títulos en dicha década y destacando la problemática social como principal temática en obras como ‘Soy un fugitivo’ (1932) o ‘Ellos no olvidarán’ (1937), en los que denunciaba los sistemas carcelario y judicial respectivamente, sumándose así la cinta que nos ocupa como crítica del ámbito periodístico.
Me queda una gen muestra de cine comprometido que te hace pensar, a la vez sólido. Fuerza y honor!!!
Momentos recordables (aparte de los ya mencionados): La visita de Isopod haciéndose pasar por cura; La escena del suicidio fuera de cámara de la madre, al que poco más tarde acompañará su esposo (trémulo); La incursión buitresca de los reporteros en la casa, encontrando a la pareja muerta lo primero que hacen es llamar alborozados al periódico; Randall abriendo los ojos y su conciencia moral entre vasos de whisky; La visita de Jenny al despacho de Randall y allí haciendo sentir vergüenza por lo hecho a Bernard Hinchecliffe, Randall e Isopod, a los que deja sin palabras con la pregunta, ‘Porque han matado a su madre??, tras lo que saca una pistola para dispararles, llega su novio y lo impide; El discurso sentido y de brújula moral que Randall suelta su jefe sobre la mierda que retroalimentan. Se eespide dejando feliz a su secretaria que le sigue, no sin antes coger una llamada Randall sobre una tragedia que será la que tape del matrimonio suicida, la maquinaria de heces no para, un excremento tapa a otro. Esto reflejado en el epílogo con el periódico tirado en la calle, manchado de barro y siendo barrido por los barrenderos.
El título hace referencia a la práctica contemporánea de los periódicos que publican una serie de ediciones a lo largo del día, marcando la portada de su edición final con cinco estrellas y la palabra "Final". "Five Star Final" también es una fuente introducido durante la Primera Guerra Mundial y favorecido por los periódicos de la época por su tipo estrecho; Warners rehizo la película en 1936 como “Two Against the World”, también conocida como “One Fatal Hour”, protagonizada por Humphrey Bogart en el papel de Robinson y ambientada en una estación de radio en lugar de un periódico.
En la copiosa producción de los años 30 de Mervyn Leroy –veintisiete títulos entre 1931 y 1936- abunda el cine de denuncia social –recordemos dos de sus obras maestras: “I Am a Fugitive From a Chain Gang” (1932) y “They Won't Forget” (1937)- donde critica con acidez casi nihilista el mundo de la justicia, el sistema carcelario o como es el caso, la cara más negra y despreciable del periodismo, cuestión esta inherente a tal oficio y por tanto de permanente actualidad. Un diario que pierde ventas y se decide por el camino del sensacionalismo y la sensiblería reabriendo un caso de homicidio justificado veinte años atrás, pese a la débil opinión en contra de su editor jefe que trata de ahogar sus escrúpulos literalmente lavándose las manos –una metáfora un poco tosca- o sencillamente embriagándose. Esta decisión provocará indeseadas consecuencias.
Prolífica filmografía que Mervyn LeRoy realizó durante los años 30, llegando a filmar más de una veintena de títulos en dicha década y destacando la problemática social como principal temática en obras como ‘Soy un fugitivo’ (1932) o ‘Ellos no olvidarán’ (1937), en los que denunciaba los sistemas carcelario y judicial respectivamente, sumándose así la cinta que nos ocupa como crítica del ámbito periodístico.
Me queda una gen muestra de cine comprometido que te hace pensar, a la vez sólido. Fuerza y honor!!!