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Voto de TOM REGAN:
7
7,6
12.597
Drama
Sévérine, una joven casada con un atractivo cirujano, descubre la existencia de la prostitución diurna. Impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista. En 2006 contó con una secuela, "Belle Toujours", dirigida por Manoel de Oliveira. (FILMAFFINITY)
4 de octubre de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
202/12(19/09/17) Perturbador film del aragonés Luis Buñuel, un melodrama tórrido, retorcido, con claros tintes onírico-surrealistas, con mucho de críptico, y mucho de misógino (o no), film abierto a múltiples lecturas, producción gala protagonizada por la Bella Catherine Deneauve, en un rol que le sienta maravillosamente reflejando esa extraña dualidad entre la beldad y la frigidez. El guión del proio director junto a Jean-Claude Carrière (“El discreto encanto de la burguesía” o “Cyrano de Bergerac”) adapta la novela homónima de 1928 del escritor y periodista de origen argentino Joseph Kessel, su título es un juego de palabras en francés, "belle de nuit", es decir, una prostituta, pero Séverine trabaja durante el día bajo el seudónimo de "Belle de Jour". Su sobrenombre también puede interpretarse como una referencia al nombre francés del helecho (Hemerocallis), que significa "belleza del día", flor que florece sólo durante el día. Buñuel a sus 67 años estaba ya de vuelta, no le temía a nada, un provocador nato que retoma uno de sus mantras, con bisturí ácido deconstruye a la burguesía (en una batalla eterna contra ella), la clase alta, arremete contra su superficialidad, contra su decadencia moral, contra su esnobismo, contra sus falsas apariencias, para ello se sirve de una controvertida protagonista frígida con su esposa pero con un interior convulso, de deseos masoquistas que en el patio trasera de la alta sociedad (epítome los pisos-burdeles)anhela la humillen para sentirse bien, en lo que puede ser visto como una visión retrógrada misógina diciéndonos que toda mujer lleva una “puta” dentro deseando aflorar, todas las mujeres desean les peguen y vejen, un enfoque malsano muy discutible (siendo benévolo), quizás solo deja entrever la mentalidad enfermiza del aragonés, sus gustos escondidos reflejado en la cinta. Encuentro ciertos paralelismos evidentes entre este film y el de décadas posterior del danés Lars Von Trier “Rompiendo las olas” (1996), los hablando de las obsesiones ocultas, del sexo como motor de consecuencias imprevisibles y algún elemento más. Fue una de las películas más exitosas y famosas de Buñuel, en 2010 se ubicó en el puesto 56 de la lista de la revista Empire, The 100 Best Films of World Cinema. Ganó el León de Oro y el Premio de Pasinetti a la Mejor Película en el Festival de Cine de Venecia en 1967.
Potente drama psicológico, con mucho de simbología freudiana, explorando la sexualidad, de cómo nos pueden afectar los traumas infantiles en nuestra madurez, de cómo se pueden sufrir trastornos disfuncionales, dando lugar retorcidos gustos eróticos, a fantasías “prohibidas” bajo la lupa de nuestra educación judeo-cristiana. Se explora con punzón los bajos instintos, los que brotan de nuestras ensoñaciones, de nuestro subconsciente, provocando en este perverso juego confusión en el espectador al no saber muy bien donde acaba la realidad y donde lo irreal, es en esta ambigüedad donde Buñuel se mueve libre, provocando con el morbo del voyerismo, el sadomasoquismo, la necrofilia, la pedofilia, el proxenetismo, la prostitución (como afición), el bondage, el adulterio, la venganza, ello mientras ataca el clasismo social, su condescendencia, su banalidad, su soberbia, sus prejuicios sociales. Ello en un clima donde campa a sus anchas los sentimientos de culpa, la frustración sexual, la gelidez sexual, donde los secretos hacen de este microcosmos de la burguesía un falso paraíso de felicidad impostada, en donde los deseos reprimidos envenenan las relaciones soterradamente.
Un estudio de personalidad perverso y alambicado (muy buñueliano): Severine es una hermosa joven atormentada porque el amor que siente por su esposo no puede traducirlo en deseo sexual, ello quizás (nunca queda claro si son recuerdos o anhelos) por abusos en su niñez, lo que le provoca insatisfacción sexual ya que su esposo la trata con cariño y comprensión y tal vez ella desea la “humille” sexualmente, esto se puede entrever por sus sueños sexuales; Su aventura en el mundo de la prostitución supone para ella una liberación, una vía de escape a su reprimida lívido, un rebelarse contra los principios morales impuestos, en el prostíbulo puede dejar salir a la luz su verdadera personalidad escondida por la educación (susodicha) judeo-cristiana, aquí es más ella que en su casa; Con este nuevo trabajo ella se siente completa, puta de día, cariñosa y decente esposa de noche; Catherine Deneuve (en unos fabulosos 24 años de edad) la encarna con ese raro encanto que quizás solo ella es capaz de dar, mezclando erotismo latente con frialdad rubia cortante, parece haber nacido para este rol, radiante en su belleza, dota a su pervertida Belle de Jour de hondura psicológica, subyugante actuación.
Buñuel como en mucho de su cine, juego con las imágenes subliminales, con lo soterrado, con lo críptico, mezclando fantasía y realidad, donde la línea entre imaginación y lo real se hace difusas, jugando con elementos y recursos que dan subcapas de interpretaciones abiertas al espectador y exégetas, epítome de esto en el film es el sonido de cascabeles, manejado de modo trilero por el realizador, oyéndose en momentos claves a modo de elemento distorsionador de la realidad, en la enigmática escena con el asiático y su cajita misteriosa, se escucha al principio y al final ,llevando (puede) al espectador a no saber si que creía real lo es, o si la fantasía no lo es tal, quizás la marca de los deseos de Severine brotando, también hay sonidos inquietantes de maullidos de gatos que añaden cripticismo. Buñuel con afán provocador no responde a ninguna pregunta, deja las respuestas para el espectador, haciendo dude este si todo en realidad ha sido un pesadilla, esta indefinición dota de misterio cual jeroglífico la trama… (sigue en spoiler)
Potente drama psicológico, con mucho de simbología freudiana, explorando la sexualidad, de cómo nos pueden afectar los traumas infantiles en nuestra madurez, de cómo se pueden sufrir trastornos disfuncionales, dando lugar retorcidos gustos eróticos, a fantasías “prohibidas” bajo la lupa de nuestra educación judeo-cristiana. Se explora con punzón los bajos instintos, los que brotan de nuestras ensoñaciones, de nuestro subconsciente, provocando en este perverso juego confusión en el espectador al no saber muy bien donde acaba la realidad y donde lo irreal, es en esta ambigüedad donde Buñuel se mueve libre, provocando con el morbo del voyerismo, el sadomasoquismo, la necrofilia, la pedofilia, el proxenetismo, la prostitución (como afición), el bondage, el adulterio, la venganza, ello mientras ataca el clasismo social, su condescendencia, su banalidad, su soberbia, sus prejuicios sociales. Ello en un clima donde campa a sus anchas los sentimientos de culpa, la frustración sexual, la gelidez sexual, donde los secretos hacen de este microcosmos de la burguesía un falso paraíso de felicidad impostada, en donde los deseos reprimidos envenenan las relaciones soterradamente.
Un estudio de personalidad perverso y alambicado (muy buñueliano): Severine es una hermosa joven atormentada porque el amor que siente por su esposo no puede traducirlo en deseo sexual, ello quizás (nunca queda claro si son recuerdos o anhelos) por abusos en su niñez, lo que le provoca insatisfacción sexual ya que su esposo la trata con cariño y comprensión y tal vez ella desea la “humille” sexualmente, esto se puede entrever por sus sueños sexuales; Su aventura en el mundo de la prostitución supone para ella una liberación, una vía de escape a su reprimida lívido, un rebelarse contra los principios morales impuestos, en el prostíbulo puede dejar salir a la luz su verdadera personalidad escondida por la educación (susodicha) judeo-cristiana, aquí es más ella que en su casa; Con este nuevo trabajo ella se siente completa, puta de día, cariñosa y decente esposa de noche; Catherine Deneuve (en unos fabulosos 24 años de edad) la encarna con ese raro encanto que quizás solo ella es capaz de dar, mezclando erotismo latente con frialdad rubia cortante, parece haber nacido para este rol, radiante en su belleza, dota a su pervertida Belle de Jour de hondura psicológica, subyugante actuación.
Buñuel como en mucho de su cine, juego con las imágenes subliminales, con lo soterrado, con lo críptico, mezclando fantasía y realidad, donde la línea entre imaginación y lo real se hace difusas, jugando con elementos y recursos que dan subcapas de interpretaciones abiertas al espectador y exégetas, epítome de esto en el film es el sonido de cascabeles, manejado de modo trilero por el realizador, oyéndose en momentos claves a modo de elemento distorsionador de la realidad, en la enigmática escena con el asiático y su cajita misteriosa, se escucha al principio y al final ,llevando (puede) al espectador a no saber si que creía real lo es, o si la fantasía no lo es tal, quizás la marca de los deseos de Severine brotando, también hay sonidos inquietantes de maullidos de gatos que añaden cripticismo. Buñuel con afán provocador no responde a ninguna pregunta, deja las respuestas para el espectador, haciendo dude este si todo en realidad ha sido un pesadilla, esta indefinición dota de misterio cual jeroglífico la trama… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Esto lo desarrolla Buñuel apoyándose en escenas contradictorias, contrapuestas, el hogar y la convivencia de Severine con Pierre representa la estabilidad, seguridad burguesa, convencionalismos sociales, esto enfrentado al prostíbulo como extensión de los sueños sexuales de la protagonista, donde sus instintos primarios dejan salir la naturaleza reprimida sexual de ella, derivando con ello en la cuestión de si es mejor mantener nuestras fantasías en el subconsciente o si por el contrario lo bueno es que estas se materialicen, esto Buñuel lo cierra de un modo un tanto moralista (spoiler) no acorde con su mentalidad anti-sermones, pues hace ver que la conducta “malsana” de la mujer tiene sus dolorosas consecuencias.
Buñuel desarrolla su historia en base a elipsis inteligentes, tratando al espectador de inteligente, con saltos temporales fluidos. Con diálogos agudos, con dobles sentidos, con humor subterráneo, con una construcción de personajes que en realidad son meros clichés para dar sustenta a la idea que cuenta (el marido dulce y comprensivo; el amigo que la pretende; el criminal que la desea malsanamente; la madame atenta pero rígida…).
Entre los peros está que a mi entender queda todo muy esquemático, personajes cuadriculados, exagerados en su trazo grueso, sin evolución, sin arco de desarrollo, y es que una vez presentada la idea (Severine Belle de Jour) las cinta no hace más que dar vueltas a lo mismo, circunloquios reiterativos sobre el mensaje misógino, sobre la represión sexual, sobre la fuerza del mundo de la fantasía. A lo que se suma un final que por muy abierto que sea me queda (como ya he dicho) moralista en su simplismo, más allá de su juguetón epílogo que te hace reflexionar sobre imaginación o realidad, pero esto me queda un artificio algo hueco.
La puesta en escena resulta notable para transmitir el estado de ánimo general en el relato, con un estupendo diseño de producción de Robert Clavel (“Cien mil dólares al sol”), filmando en escenarios naturales de París (Chalet de la Grande Cascade-Bois de Boulogne; Square Albin-Cachot; Los Campos Eliseos; Rue de Messine), además de Alpes galos (Valberg-Guillaumes), y en platós de Studios Franstudio (Saint-Maurice), recreando lares diáfanos, asépticos, con poca gente, cual ensoñación por momentos, reseñables son los preciosos trajes y vestidos de Catherine Deneauve diseñados por Yves St. Laurent, esto filtrado por la formidable fotografía de Sacha Vierny (“El año pasado en Marienbad”), con travellings enfatizantes dramáticamente, con zoom obsesivos, con afán en resaltar elementos alegórico-fetichistas (zapatos, botas, látigos, campanillas, barro, cajas misteriosas, dentaduras postizas,…), con un buen manejo de la luz, realzando la belleza de la Deneauve, su desnuda espalda, sus piernas, su sexy culo, su ropa interior (siempre blanca virginal), etc. Desatacar el apartado de sonidos como algo sugerente, algo fuera de campo que contribuye a enturbiar la atmósfera (sonido de los cascabeles, maullar de gatos, viento,...).
Jean Sorel encarna a Pierre Serizy, esposo mesurado de Sévérine, en un papel tenue de parsimonioso calmado y cuasi-indolente; Michel Piccoli excelente como el siniestro Husson; Geneviéve Page exquisita como Madame Anais; Pierre Clémenti como Marcel, ladrón obsesionado con Sévérine, una caricatura histriónica alter ego del Jean Paul Belmondo gangsta de sobre todo “Al final dela escapada”; Reseñar la presencia de un Paco Rabal difuminado en rol insustancial.
Spoiler:
Con lo del final moralista me refiero a que las consecuencias del jugar con el fuego de la prostitución sea que su marido sea víctima de su amante y quede parapléjico me es un deje religioso impropio de Buñuel.
Una recomendable obra por su poder de reflexión, su nivel de turbación, y la valentía que debió suponer en su momento su estreno. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/10/bella-de-dia.html
Buñuel desarrolla su historia en base a elipsis inteligentes, tratando al espectador de inteligente, con saltos temporales fluidos. Con diálogos agudos, con dobles sentidos, con humor subterráneo, con una construcción de personajes que en realidad son meros clichés para dar sustenta a la idea que cuenta (el marido dulce y comprensivo; el amigo que la pretende; el criminal que la desea malsanamente; la madame atenta pero rígida…).
Entre los peros está que a mi entender queda todo muy esquemático, personajes cuadriculados, exagerados en su trazo grueso, sin evolución, sin arco de desarrollo, y es que una vez presentada la idea (Severine Belle de Jour) las cinta no hace más que dar vueltas a lo mismo, circunloquios reiterativos sobre el mensaje misógino, sobre la represión sexual, sobre la fuerza del mundo de la fantasía. A lo que se suma un final que por muy abierto que sea me queda (como ya he dicho) moralista en su simplismo, más allá de su juguetón epílogo que te hace reflexionar sobre imaginación o realidad, pero esto me queda un artificio algo hueco.
La puesta en escena resulta notable para transmitir el estado de ánimo general en el relato, con un estupendo diseño de producción de Robert Clavel (“Cien mil dólares al sol”), filmando en escenarios naturales de París (Chalet de la Grande Cascade-Bois de Boulogne; Square Albin-Cachot; Los Campos Eliseos; Rue de Messine), además de Alpes galos (Valberg-Guillaumes), y en platós de Studios Franstudio (Saint-Maurice), recreando lares diáfanos, asépticos, con poca gente, cual ensoñación por momentos, reseñables son los preciosos trajes y vestidos de Catherine Deneauve diseñados por Yves St. Laurent, esto filtrado por la formidable fotografía de Sacha Vierny (“El año pasado en Marienbad”), con travellings enfatizantes dramáticamente, con zoom obsesivos, con afán en resaltar elementos alegórico-fetichistas (zapatos, botas, látigos, campanillas, barro, cajas misteriosas, dentaduras postizas,…), con un buen manejo de la luz, realzando la belleza de la Deneauve, su desnuda espalda, sus piernas, su sexy culo, su ropa interior (siempre blanca virginal), etc. Desatacar el apartado de sonidos como algo sugerente, algo fuera de campo que contribuye a enturbiar la atmósfera (sonido de los cascabeles, maullar de gatos, viento,...).
Jean Sorel encarna a Pierre Serizy, esposo mesurado de Sévérine, en un papel tenue de parsimonioso calmado y cuasi-indolente; Michel Piccoli excelente como el siniestro Husson; Geneviéve Page exquisita como Madame Anais; Pierre Clémenti como Marcel, ladrón obsesionado con Sévérine, una caricatura histriónica alter ego del Jean Paul Belmondo gangsta de sobre todo “Al final dela escapada”; Reseñar la presencia de un Paco Rabal difuminado en rol insustancial.
Spoiler:
Con lo del final moralista me refiero a que las consecuencias del jugar con el fuego de la prostitución sea que su marido sea víctima de su amante y quede parapléjico me es un deje religioso impropio de Buñuel.
Una recomendable obra por su poder de reflexión, su nivel de turbación, y la valentía que debió suponer en su momento su estreno. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2017/10/bella-de-dia.html