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Voto de TOM REGAN:
10
8,2
6.364
Drama
Este clásico del cine mudo fue el primer film que explotó el movimiento de cámara. Narra cómo el portero de un lujoso hotel, un anciano orgulloso de su trabajo y respetado por todos, es bruscamente degradado a mozo de los lavabos. Privado de su antiguo trabajo y del uniforme que le identifica, intenta ocultar su nueva condición, pero su vida se va desintegrando lentamente. (FILMAFFINITY)
7 de julio de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
113/08(25/06/13) Una de las Grandes Obras maestras del cine mudo, una de las cumbres del expresionismo alemán, Murnau fue uno de los maestros del cine silente y queda patente con esta maravilla que tantas innovaciones implantó en el Séptimo Arte..
El protagonista es el orgulloso portero(colosal Emil Jannings) de un prestigioso hotel berlinés, ‘Hotel Atlantic’, lo primero que ven los clientes del establecimiento es su extravagante bigote y su sonriente y servicial sonrisa, les abre las puertas de sus vehículos y transporta sus equipajes, lleva años haciéndolo con su pomposo uniforme que se asemeja a uno militar, en su barrio se pavonea con él, es respetado y cuasi-venerado por el estatus que le otorga su librea, un día tras transportar un baúl se agota, el director del hotel lo ve y decide sustituirlo por alguien más joven, lo relegan a encargado de los lavabos, toda una humillación para el ex-portero, decide ocultárselo a su familia y vecinos robando el uniforme para asistir a la boda de su hija (Delschaft).
La esencia de la obra remanece del título, derivando de las vueltas que da la rueda de la vida, un día estas arriba, eres el primero, otro estas abajo, eres el último, metáfora representada en la puerta giratoria, y con su bufonesco epílogo vuelves a ser el primero. Murnau detestaba los molestosos intertitulos es por ello que los creó un film en que todo lo porfiaba a la fuerza de las imágenes la narración fluye de modo dinámico sin necesidad de carteles de títulos, hubo dos intentos anteriores que fracasaron, ‘Roto’ (1921) y ‘Año Nuevo’ de Lupu. Solo hay un intertítulo a la hora diez minutos, y se deja patente la imposición de los Estudios UFA aMurnau que da un giro burlesco al relato.
El guión escrito por Carl Meyer (‘Amanecer’) se convierte en una ácida crítica al capitalismo despiadado que tritura de modo frío a personas y almas, al desprecio por la vejez, se muestra de modo agrio la decadencia física, desolador retrato de la soledad que acarrea el hipócrita desprecio público, de cómo un uniforme se convierte en la dignidad personal, lo tóxico de encumbrar las apariencias, y al ser despojado de él se encuentra desnudo en la inmensidad, acrecentado por su ‘humillante’ nuevo empleo, los servicios públicos representados como la bajada a una caverna que se asemeja al descenso al Averno, a la falsedad social,
es una deprimente radiografía de la Condición Humana, y Murnau lo impregna de un lirismo conmovedor y emocionante que te cala hondamente.
Todas estas sensaciones son transmitidas al espectador por su grandiosa puesta en escena, Murnau se apoya acertadamente en el operador de cámara Karl Freund (‘Metrópolis’ o ‘La Momia’), desbordando ingenio con el expresionismo gótico, todo encauzado a traspasarnos las emociones del protagonista. Freund sacó a la cámara del trípode, hasta entonces los planos eran fijos, y utiliza lo que se llamó ‘cámara desencadenada’, desde el inicio queda patente este punzante recurso, la cámara baja por el ascensor varias plantas, flota por el lobby del hotel hacia la puerta giratoria, y fuera vemos al Portero. También es pionero en el manejo de la cámara deformando la imagen, dando vueltas, o la perspicaz visión subjetiva del Portero, para esto Freund se colgó la cámara al pecho, o flotar al son del sonido de una trompeta, acercándose y alejándose la cámara, para esto Freund la colocó en un columpio, ello en pos de reflejar una borrachera, un tramo onírico magistral. Freund convierte a la cámara en el coprotagonista, añadiendo picados, contrapicados, estremecedores primeros planos, como se detiene y nos hunde un puñal con la pausada visión en primer plano de la degradación del Portero, sabe emitir una atmósfera que evoluciona sabiamente, al principio el Portero es un coloso, la cámara lo mira desde abajo cual Gigante, los espacios son abiertos y amplios, la luz lo invade todo, pero el Portero cae en desgracia, la sociedad lo asfixia, los escenarios se aprietan, son cerrados como los baños que regenta, la luz llega tenue, los claroscuros tenebrosos se apoderan de los fotogramas, provocando claustrofobia, siendo uno de los zenits de este expresionismo alemán la mirada asustada que el Portero echa al hotel mientras se aleja y el gran Hotel se le echa materialmente encima, brillante, o cuando para enfatizar el dramatismo de la lectura de la carta de degradación al baño la cámara se desliza por las palabras dos veces, trémulo, a esto se le suma el gran diseño artístico, con unos espectaculares decorados que sirven como perfecto marco al suntuoso trabajo de Freund.
El protagonista es el orgulloso portero(colosal Emil Jannings) de un prestigioso hotel berlinés, ‘Hotel Atlantic’, lo primero que ven los clientes del establecimiento es su extravagante bigote y su sonriente y servicial sonrisa, les abre las puertas de sus vehículos y transporta sus equipajes, lleva años haciéndolo con su pomposo uniforme que se asemeja a uno militar, en su barrio se pavonea con él, es respetado y cuasi-venerado por el estatus que le otorga su librea, un día tras transportar un baúl se agota, el director del hotel lo ve y decide sustituirlo por alguien más joven, lo relegan a encargado de los lavabos, toda una humillación para el ex-portero, decide ocultárselo a su familia y vecinos robando el uniforme para asistir a la boda de su hija (Delschaft).
La esencia de la obra remanece del título, derivando de las vueltas que da la rueda de la vida, un día estas arriba, eres el primero, otro estas abajo, eres el último, metáfora representada en la puerta giratoria, y con su bufonesco epílogo vuelves a ser el primero. Murnau detestaba los molestosos intertitulos es por ello que los creó un film en que todo lo porfiaba a la fuerza de las imágenes la narración fluye de modo dinámico sin necesidad de carteles de títulos, hubo dos intentos anteriores que fracasaron, ‘Roto’ (1921) y ‘Año Nuevo’ de Lupu. Solo hay un intertítulo a la hora diez minutos, y se deja patente la imposición de los Estudios UFA aMurnau que da un giro burlesco al relato.
El guión escrito por Carl Meyer (‘Amanecer’) se convierte en una ácida crítica al capitalismo despiadado que tritura de modo frío a personas y almas, al desprecio por la vejez, se muestra de modo agrio la decadencia física, desolador retrato de la soledad que acarrea el hipócrita desprecio público, de cómo un uniforme se convierte en la dignidad personal, lo tóxico de encumbrar las apariencias, y al ser despojado de él se encuentra desnudo en la inmensidad, acrecentado por su ‘humillante’ nuevo empleo, los servicios públicos representados como la bajada a una caverna que se asemeja al descenso al Averno, a la falsedad social,
es una deprimente radiografía de la Condición Humana, y Murnau lo impregna de un lirismo conmovedor y emocionante que te cala hondamente.
Todas estas sensaciones son transmitidas al espectador por su grandiosa puesta en escena, Murnau se apoya acertadamente en el operador de cámara Karl Freund (‘Metrópolis’ o ‘La Momia’), desbordando ingenio con el expresionismo gótico, todo encauzado a traspasarnos las emociones del protagonista. Freund sacó a la cámara del trípode, hasta entonces los planos eran fijos, y utiliza lo que se llamó ‘cámara desencadenada’, desde el inicio queda patente este punzante recurso, la cámara baja por el ascensor varias plantas, flota por el lobby del hotel hacia la puerta giratoria, y fuera vemos al Portero. También es pionero en el manejo de la cámara deformando la imagen, dando vueltas, o la perspicaz visión subjetiva del Portero, para esto Freund se colgó la cámara al pecho, o flotar al son del sonido de una trompeta, acercándose y alejándose la cámara, para esto Freund la colocó en un columpio, ello en pos de reflejar una borrachera, un tramo onírico magistral. Freund convierte a la cámara en el coprotagonista, añadiendo picados, contrapicados, estremecedores primeros planos, como se detiene y nos hunde un puñal con la pausada visión en primer plano de la degradación del Portero, sabe emitir una atmósfera que evoluciona sabiamente, al principio el Portero es un coloso, la cámara lo mira desde abajo cual Gigante, los espacios son abiertos y amplios, la luz lo invade todo, pero el Portero cae en desgracia, la sociedad lo asfixia, los escenarios se aprietan, son cerrados como los baños que regenta, la luz llega tenue, los claroscuros tenebrosos se apoderan de los fotogramas, provocando claustrofobia, siendo uno de los zenits de este expresionismo alemán la mirada asustada que el Portero echa al hotel mientras se aleja y el gran Hotel se le echa materialmente encima, brillante, o cuando para enfatizar el dramatismo de la lectura de la carta de degradación al baño la cámara se desliza por las palabras dos veces, trémulo, a esto se le suma el gran diseño artístico, con unos espectaculares decorados que sirven como perfecto marco al suntuoso trabajo de Freund.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
El probablemente mejor actor del cine mudo, Emil Jannigns en la primera de las tres colaboraciones con Murnau, un titán de la actuación, la evolución de su rostro y cuerpo de ser un semi-Dios a ser un mojón anímico es antológica, el primer tramo en que se pavonea cual faisán con sus plumas abiertas, en este caso su pomposa librea, entre su barrio es sublime, su orgullo y prepotencia es infinita, su rostro y cuerpo están erguido, sus andares son marciales, su mirada altiva, su rimbombante bigote bien moldeado, le rebajan y llega la magna escena del despojo de su uniforme, su faz se torno en antesala de la muerte, el cuerpo se le tuerce, sus ojos se le apagan, sus pies se arrastran, sus movimientos parecen a cámara lenta, su cuerpo se encoje, quizás la mejor representación que se haya hecho de la caída en desgracia, del despojo de la dignidad, una actor extraordinario en el lenguaje gestual. Fue el primer actor en recibir el Oscar a mejor actor en 1927 por ´La Última Orden’.
Para la eternidad quedan escenas de un calado dramático impresionante, por supuesto está la presentación del protagonista que se cree encima de la montaña, está cuando le comunican que ha sido relegado por su edad, este se cree joven e intenta levantar un baúl cayendo patéticamente desplomado al suelo, está la apabullante escena de desposeerle de su uniforme, parece le estén despojando de su piel, es magistral todo el tramo en que es hundido en ´la cueva’ de los lavabos, está el robo de la librea, está el tramo colosal de la boda con la posterior borrachera que deriva en el sueño-pesadilla, siendo capaz de levantar un gran baúl con un solo brazo lanzándolo al aire, la humillante escena en que su mujer se da cuenta del engaño y gritan horrorizados los dos en un turbador primer plano, está la prodigiosa secuencia en que la noticia de que ya no es portero recorre todo el barrio de ventana en ventana, con las risas despectivas de las mujeres, y está por supuesto el último tramo en que cual viejo oso sabe que en su vejez solo haya soledad y se hunde en su cementerio con forma de baños a extinguirse cual vela se paga, descomunal este último rostro de Emil Jannigns. Luego viene el parche impuesto sin sentido lógico con la trama, Murnau con el único intertítulo deja patente que ha sido forzado, que su Obra Maestra acaba aquí, el resto es una burla cruel que solo posee la pueril moraleja de que lo que da ‘Grandeza’ es el dinero no un traje.
En conjunto queda uno de los picos del Cine con mayúsculas, de una resonancia imperecedera, salvaje crítica a la Condición Humana, que levanta ídolos con pies de barro para después derribarlos sin compasión. Fuerza y honor!!!
El film de Murnau termina con el exportero sentado en la silla de los servicios del hotel, aquí pasará el resto de sus días, pero los Estudios UFA alemanes le exigieron un final feliz y Murnau se disculpa con el intertítulo, <He aquí la historia realmente debe terminar, ya que, en la vida real, el anciano abandonado tendría poco que esperar más que la muerte. El autor se apiadó de él y ha proporcionado un epílogo muy improbable>. Murnau añadió un sorpresivo epílogo feliz en que se nos cuenta que un millonario le legaría toda su fortuna a aquel sobre los brazos muriera, este fue el exportero, y lo vemos en el restaurante del Hotel Atlantic vestido de etiqueta comiendo a tutiplén con la única persona que se apiadó de él, el guarda nocturno del hotel, todos los empleados le rinden pleitesía, incluido el director que le degradó, exhiben los dos modales ordinarios y vulgares, pero si tienes plata eres el ‘Puto Amo’, y por último sale del hotel y recordando su glorifico empleo saca su silbato de portero y llama a un taxi, esbozando la última sonrisa. Esta conclusión se nota fuera de lugar, la entiendo como una burla a los Estudios UFA, tan fuera de lugar que es un corto cómico en sí que nada tiene que ver con el resto, todos sabemos que el Último dejará el se pagará en la decadente caverna del hotel.
Para la eternidad quedan escenas de un calado dramático impresionante, por supuesto está la presentación del protagonista que se cree encima de la montaña, está cuando le comunican que ha sido relegado por su edad, este se cree joven e intenta levantar un baúl cayendo patéticamente desplomado al suelo, está la apabullante escena de desposeerle de su uniforme, parece le estén despojando de su piel, es magistral todo el tramo en que es hundido en ´la cueva’ de los lavabos, está el robo de la librea, está el tramo colosal de la boda con la posterior borrachera que deriva en el sueño-pesadilla, siendo capaz de levantar un gran baúl con un solo brazo lanzándolo al aire, la humillante escena en que su mujer se da cuenta del engaño y gritan horrorizados los dos en un turbador primer plano, está la prodigiosa secuencia en que la noticia de que ya no es portero recorre todo el barrio de ventana en ventana, con las risas despectivas de las mujeres, y está por supuesto el último tramo en que cual viejo oso sabe que en su vejez solo haya soledad y se hunde en su cementerio con forma de baños a extinguirse cual vela se paga, descomunal este último rostro de Emil Jannigns. Luego viene el parche impuesto sin sentido lógico con la trama, Murnau con el único intertítulo deja patente que ha sido forzado, que su Obra Maestra acaba aquí, el resto es una burla cruel que solo posee la pueril moraleja de que lo que da ‘Grandeza’ es el dinero no un traje.
En conjunto queda uno de los picos del Cine con mayúsculas, de una resonancia imperecedera, salvaje crítica a la Condición Humana, que levanta ídolos con pies de barro para después derribarlos sin compasión. Fuerza y honor!!!
El film de Murnau termina con el exportero sentado en la silla de los servicios del hotel, aquí pasará el resto de sus días, pero los Estudios UFA alemanes le exigieron un final feliz y Murnau se disculpa con el intertítulo, <He aquí la historia realmente debe terminar, ya que, en la vida real, el anciano abandonado tendría poco que esperar más que la muerte. El autor se apiadó de él y ha proporcionado un epílogo muy improbable>. Murnau añadió un sorpresivo epílogo feliz en que se nos cuenta que un millonario le legaría toda su fortuna a aquel sobre los brazos muriera, este fue el exportero, y lo vemos en el restaurante del Hotel Atlantic vestido de etiqueta comiendo a tutiplén con la única persona que se apiadó de él, el guarda nocturno del hotel, todos los empleados le rinden pleitesía, incluido el director que le degradó, exhiben los dos modales ordinarios y vulgares, pero si tienes plata eres el ‘Puto Amo’, y por último sale del hotel y recordando su glorifico empleo saca su silbato de portero y llama a un taxi, esbozando la última sonrisa. Esta conclusión se nota fuera de lugar, la entiendo como una burla a los Estudios UFA, tan fuera de lugar que es un corto cómico en sí que nada tiene que ver con el resto, todos sabemos que el Último dejará el se pagará en la decadente caverna del hotel.